Max y yo salimos de su oficina donde nos espera su guardia Bryan, él me sorprende tomándome de la mano y luego el hombre nos guía hacia el ascensor, los tres entramos en él y segundos después llegamos al pasillo, el pasillo que recorrí con Alex, decido abrir y cerrar los ojos para dejar de pensar en él. Al salir del edificio me sorprendo cuando veo un convertible bmw de color negro, esperándonos, un auto simplemente hermoso. En cuanto Max nota mi sorpresa, sonríe.—Sabía que te gustaría —me susurra al oído causándome escalofríos.Ambos nos subimos al auto que no tiene su capota encima, Bryan cierra la puerta para nosotros y Max arranca a toda velocidad con el rugido de su motor sorprendiendo a todos los transeúntes y sorprendiéndome porque vamos solos.—Creí que él iría con nosotros —susurro mientras el cabello se me mueve por la potencia del viento y la velocidad del auto.—Te quiero sola para mí, además, sigo siendo el dueño de esta ciudad, soy intocable —es lo que me responde, pero
Alex. Hace un mes no sé nada de Jennifer, hace un mes que me obligué a mi mismo a respetar su decisión y no buscarla más, ni saber nada de ella, me desaparecí de su vida al igual que ella lo hizo de la mía, sin embargo, eso no significa que no me preocupe por ella, que la haya dejado de amar así de repente o que me importe un carajo lo que le pase. Hace una semana investigué un poco acerca de ella, solo un poco de manera indirecta; el club de Amanda ahora es de Max también, sé que, acabando su dinero, ése sería el primer lugar al que ella iría, pero gracias al cielo que mi contacto me dijo que no trabaja ninguna Jennifer en ese lugar y que tampoco se ha aparecido nadie con la descripción de ella. Eso me calmó un poco porque ahora, que las cosas han sucedido, sé exactamente a lo que se refería Nate cuando me dijo que no querría saber lo que haría Jennifer al saber que la engañé y sería hacerme exactamente lo mismo. Poner esa vaya entre los dos para no poder solucionar las cosas una ve
Es un verdadero chiste, o al menos así lo veo yo, como la vida te puede cambiar de un momento a otro, como puedes estar en sitio en un sitio, por ejemplo, y por alguna situación del destino debes correr y estar en otro o como planeas algo y por una sola decisión todo se va al caño, o cómo ayer pudiste pensar algo de alguien, pero hoy piensas algo totalmente distinto. Es justo lo que me pasa ahora, es justo lo que una decisión, una sola decisión que ni siquiera fue mía, hizo de esto. Gracias a ella todo lo que pensaba ayer de Jennifer cambió y es que, solo han pasado horas desde que tuve una conversación interna conmigo misma y tenía claros mis sentimientos hacia ella, pero, todo me cayó como agua fría, helada sobre mi cuerpo, me sacudió y me trajo de nuevo a la vida real, me bajó de esa nueva de caramelo en la que estúpidamente me encontraba; sí, porque en el fondo, muy en el fondo creía que nuestras vidas podrían volver a unirse. Estaba tomando una ducha en mi habitación, Nate no est
JenniferHeather se ha ido. Eso ha sido la cuarta cosa más difícil que he tenido que enfrentar; la primera es haber perdido a mis padres, la segunda es la enfermedad cardiaca de mi pequeña hermana Lizzi, la tercera es haberme enterado de la peor manera que nunca fui amada por el hombre del que yo sí me enamoré y la cuarta es haber perdido a mi segunda hermana. Sí, sé que hay niños muriendo en el mundo, personas in hogar, personas sin nada que comer, que frente a ellos mis problemas son prácticamente insignificantes, pero he aprendido en esta vida que no puedes minimizar lo que los demás sientes, lo que para ellos es un problema o una circunstancia difícil de pasar. Aprendí eso cuando tuve que crecer más rápido de lo que habitualmente lo hacían las demás chicas de mi edad. Ahora, me siento peor, me siento perdida, me siento sola. Volví a casa y creyendo que ella al menos lo respetaría o me entendería o no lo sé, que simplemente pensé que su reacción sería otra menos eso, decidí decirle
Me tomo de un solo trago la segunda copa de champaña y tratando de parecer desapercibida me encamino hacia la misma puerta por la que entraron, abro la puerta la cual rechina en cuanto la abro y me encuentro con un pasillo sofisticado y muy bien iluminado. Comienzo a atravesarlo dándome cuenta de que a sus costados tienen dos puertas, por lo que pego mi oreja en cada una de ellas tratando de escuchar algo, pero no consigo nada así que me arriesgo a abrir la puerta encontrándome con un salón lleno de armas por un lado y por otro un baño, pero ambos vacíos, sigo caminando por el pasillo y giro hacia la derecha topándome casi de inmediato con otra puerta de donde provienen voces. Trago en seco y decido pegar mi oreja, pero es casi imposible entender lo que dicen desde acá. Respiro profundo y abro y cierro mis puños en un intento de detener el temblor de mis manos, tomo la manilla y la giro para abrirla, me muerdo el labio inferior y comienzo a suplicar en mi mente que la puerta no haga n
Alex. Salgo de esa habitación con el corazón hecho trizas, pero con una sola cosa en mente, salir de este lugar. Todos me dijeron que era una sentencia de muerte, incluso los dos locos que se atrevieron a venir conmigo, Nate y Roger. pero aun así me acompañaron en mi sentencia de muerte, porque no podía seguir soportándolo, no podía quedarme a escuchar rumores sobre rumores, tenía que verlo con mis propios ojos y lo vi, vi cómo se está destruyendo a su misma al estar con un hombre que no la valora, que no la ama, que no la merece. Que la trae a este tipo de lugares, a drogarla y cogérsela mientras está vulnerable y triste. Ese es Max, es el tipo de cosas que ha hecho desde que lo conocí, se mete en la mente de las mujeres y las hace añicos, las toma en su momento más vulnerable y las moldea como quiera y yo le di ese acceso a ella, le dejé la puta puerta abierta y un maldito pastel de bienvenida. Le puse a Jennifer en bandeja de plata.Esta casa la conozco muy bien, la conozco tan bi
Valeria, Sebastián, Roger y yo estamos en mi pista privada observando cómo Camilo baja de su jet junto con dos hombres robustos de color. Camilo es alto, fornido, aunque su barriga se comienza a notar, como si hubiera descuidado el entrenamiento o su alimentación, es de piel blanca, con ojos oscuros y barba. Lleva puesto ropa como si viniera de la playa, tiene anillos de oro, cadenas de oro y aretes de oro, gigantes, como si quisiera que todos lo notaran. Se acerca a nosotros y chifla en cuando nota a Valeria, ella se levanta sus gafas de sol con una sonrisa.—¿Qué es esta belleza, ome? —exclama en español, con un acento paisa.—¿Cómo estuvo el viaje? —le pregunta Valeria, él hace una mueca con su boca.—Largo —contesta, pero esta vez lo hace en inglés—, pero ya estamos aquí.—Él es Alex Lennox, el hombre del que te hablé —me presenta Valeria.Camilo se acerca a mí y me tiende la mano. Se siente ligeramente áspera al tacto.—Es un placer —le contesto—, él es Roger, es mi mano derecha.
Jennifer.Me siento eufórica, llena de entusiasmo, llena de satisfacción, me siento poderosa, como si la fuerza que llevaba escondida en mi interior ahora haya salido a flote y me haya envuelto en un clímax caótico. Nunca me había sentido de esta forma y ahora sé lo mucho que me hacía falta sentirme así. Decidí mudarme a la casa de Max, sí, la que en realidad es de Alex, luego de aquella fiesta en la que creo que lo aluciné debido a que jamás fue encontrado dentro de la casa, no he sabido más de él y he intentado no pensar en él. Luego de esa noche borrosa, bastante borrosa, sentí que me seguían y al contarle a Max creyó que se trataría de la amenaza de Valeria así que acepté su oferta. Para este punto he intentado olvidar el lugar donde vivo, he intentado olvidar a quién le pertenece en realidad y centrarme en lo que tengo al frente; a mi hermana, paso más tiempo con ella, ha vuelto a la escuela, su enojo por los cambios ha desaparecido tan rápido cómo vino, no obstante, su relación