Llegamos a la casa a las afueras de la ciudad. Al salir del auto me debo sostener de la camioneta para no caer, me siento de la mierda y el corazón no ha dejado de latirme como un demonio. De inmediato Roger y Alex se acercan a ayudarme.—¿Estás bien, bonita? —le niego a Alex—, descuida, ya estás a salvo.—¿Lizzi? Debió llegar hace mucho tiempo al penthouse y no estoy allá.—Descuida, envié a Heather a recibirla. Está con ella.De pronto entre varios hombres sacan al chico herido quien lleva su camiseta empapada en sangre. Se lo llevan hacia dentro de la casa.—¿Pero el chico, Alex? Heather no está y morirá —Alex niega.—Trataremos de ayudarlo —me dice antes de besar mi frente—, no te preocupes por él. Debes ver a tu hermana.Asiento en respuesta, pero antes de responderle con palabras otra camioneta llega; Nathan. De pronto noto cómo se le descompone el rostro a Alex.—¡¿Dónde carajos estabas?! —le grita antes de que el otro siquiera se haya bajado del auto—, ¡No me dijiste que Jenni
Alex. Me bajo del auto frente a la casa que he comprado para Jennifer. Una hermosa propiedad de una sola planta bastante cerca de la casa donde nos estamos quedando por el momento. Una propiedad con paredes decoradas, un ventanal corredizo no muy grande y puertas de madera, además de una linda y pintoresca piscina en el jardín trasero. Casi de inmediato llega la grúa con el perfecto regalo de cumpleaños de mi chica, porque sí, es su cumpleaños y quiero que este día sea inolvidable para ella. Roger comienza a sonar el claxon de la grúa, una y otra vez hasta que Jennifer aparece por la puerta con el cabello revuelto en un moño y una camiseta tan grande que le queda como vestido.—¡Feliz cumpleaños, bonita! —exclamo de manera alegre a lo que ella corre con sus pies descalzos y llega hasta mí para fundirla en un abrazo tan fuerte que la levanto por los aires mientras escucho su fantástica risa.—Gracias, cariño —me contesta luego de que ya la he dejado en el suelo de nuevo.—Y un cumplea
Llego a la casa donde todas las personas corren de un lado arreglándola para tenerla lista para la fiesta de Jennifer. He pedido que la decoren, que hagan ver este lugar hermoso. Es cierto que serán pocas personas, las que realmente le importan a Jennie, al menos, por lo que yo he planeado, pero quiero que sea una fiesta inolvidable para ella. Entro a la propiedad la cual se ve bellísima y me sorprendo al ver a guiando la decoración.—¿Y dónde está Nate y Roger? Les pedí a ellos que coordinaron esto —él se sorprende en cuanto me escucha.—Tuvieron que irse y quiero ayudar.—¿Quieres ayudar con la fiesta de Jennifer? —él se encoje de hombros.La verdad es que la relación de Nathan con mi bonita no empezó de la mejor manera, y ciertamente se convirtió en una situación hostil debido a Nathan. Técnicamente fue él quién fue grosero con ella en primer lugar por lo cual, sí, me sorprende que quiera ayudar, tanto cómo me sorprendió que Jennifer lo defendiera el día del ataque. Toda la situaci
Jennifer.Todo está oscuro, completamente oscuro, intento ver a través de la tela, pero se me hace imposible. Mi corazón late a mil por hora mientras intento mantenerme serena. Cubrieron mis ojos con algo por lo que no sé a dónde me llevan. El vehículo se mueve por vehículos de piedra, escucho conversaciones instintivas dentro del auto, pero nada que mencione o quién está detrás de esto. Mi primer pensamiento es Ignacio, está enojado, le robé y le dispararon por mi culpa. Si llega a ser él, estoy jodida, completamente jodida.—Por favor díganme a dónde me llevan —susurro. Silencio, nada más ni nada menos—. Por favor… por favor quítenme esto —esta vez me refiero a la estorbosa tela sobre mis ojos que comienzan a llenarse de lágrimas.Sigo sin obtener respuestas cómo las últimas veces que he tratado de conseguirlas, que he tratado de que hablen. Tengo frío y miedo, las manos me tiemblan y estoy segura que las piernas no me responderían de necesitarlas, porque solo puedo pensar que me ll
El auto me deja en medio de la puta calle, el hombre me quita la venda de mis ojos y luego me da un teléfono desechable.—Espero que te sepas tus números de teléfono —bromea y los demás se ríen de su completa estupidez.—No me puedes dejar aquí, estoy en medio de la puta nada —él se encoje de hombres.—No es mi problema la verdad, el jefe pidió que te llevara, pero nunca dijo a dónde, pero sé que si me acerco más a la casa de tu noviecito me van a matar, no gracias —cierra la puerta del auto lo que me pone en alerta de inmediato.—¡No, no, no, no! ¡por favor! —pero la camioneta ya se ha ido a toda velocidad—. ¡Carajo! —grito.La verdad es que no me sé el número de Alex, y el de Heather está bailando en mi cabeza. Decido quitarme los zapatos y llevarlos en mi mano mientras camino derecho ya que reconozco un poco la carretera. A mi lado solo hay arboles y sonidos de animales nocturnos como grillos y sapos, no se ve un alma en todo el lugar y sinceramente me estoy muriendo de frío y de m
Llego a la oficina de Alex, pues se supone que es dónde él se encuentra. Toco la puerta dos veces y escucho un adelante casi de inmediato por lo que abro la puerta y entro encontrándome con Alex charlando con Nathan. El segundo en cuánto me ve se levanta de la silla.—Me alegro mucho de que estés bien, Jennifer, no pude estar aquí en cuanto llegaste así que vine temprano a saber de ti —frunzo el ceño, pero decido contestar de manera amable.—Estabas en la fiesta, creí que dormías cuando llegué, pero gracias de todas formas, es muy amable —le respondo.—No sé si sabes, pero Alex tuvo una pequeña situación anoche, hasta a mí me echó, así que vine a verlos a los dos. Ya hablé con Alex. ¿cómo estás tú?—Bien, por fortuna Max, bueno, según él solo quería darme un feliz cumpleaños —Nathan ríe.—Ese guey está loco, Alex —el susodicho no dice nada—, bueno, yo los dejo, es evidente que viniste a hablar con él.Nathan pasa por mi lado dándome una media sonrisa y luego sale de la oficina. Yo com
Al llegar a casa Heather ya se está alistando para su cita con Nate. La verdad me da mucho gusto, me da gusto porque Nate es un buen chico con un trabajo algo malo, eso es todo, pero al igual que Alex no se han dejado consumir por él y realmente espero que nunca pase y además de eso ella la tomó la decisión por si misma, tomó la decisión sin que adversidades a su alrededor la obligaran a hacerlo, está con él porque quiere, porque lo decidió así. No es que Alex haya puesto una pistola en mi cabeza y me haya obligado a estar con él o que estoy aquí simplemente quejándome de lo que me da y de la forma en que me cuida, es solo que la verdad no se puede ocultar con un dedo o con un manta de una tela muy fina; la verdad es que si Lizzi no hubiera estado tan enferma yo no hubiera conocido a Amanda, yo no hubiera bailado en ese club, no me hubiera ido aquella noche con Alex y no me hubiera enamorado de Él. Todo fue un efecto dominó, un efecto mariposa, todos me llevaban a este lugar desde el
Alex. Salgo echando humos de la casa, tanto que doy un portazo tan fuerte que Roger y los demás chicos que vinieron conmigo giran su cuerpo para ver qué ha sido tal estruendo. Sin decir palabra alguna me subo a la camioneta y ellos hacen lo mismo, encendiendo y poniendo en marcha el vehículo. Mientras observo por la ventana necesito cerrar y abrir mi puño en busca de consuelo, en busca de paz interior porque tengo tanto en la cabeza, tanto en lo que pensar, tanto en lo que dudar, porque es que aunque suene estúpido e lógico de mi parte, de una persona como yo, no puedo creerle a Jennifer, no puedo creer que el sapo sea Nathan, mi amigo, mi hermano y aunque entiendo su preocupación, aunque entiendo la manera en la que se aferra a el hecho de verme ganar esta guerra, aunque entiendo que quiere verme vitorioso, quiere vernos a salvo, no puedo aceptar sus conclusiones. No puedo hacer tal cosa porque en el fondo, ella no entiende lo que eso significaría para mí, ella no entiende lo que pe