Alex.Despierto con una punzada en mi hombre, no es exactamente como si me doliera, pero se siente extraño. Al abrir mejor mis ojos noto que estoy sobre la cama de mi habitación en la casa junto a la de Jennifer, que tengo el hombro vendado y que en la mesa de noche a mi lado una chica con uniforme de enfermera me deja un montón de pastillas. En ese momento la veo mejor y ella me sonríe, luego se aleja de la habitación por lo que me acomodo en la cama y trato de sentarme. Al hacerlo el hombre duele demasiado, pero aun así me recuesto en la cabecera de la cama. A los pocos segundos Patrick aparece con una sonrisa.—La enfermera dijo que despertaste, ¿cómo te sientes? —es lo primero que me pregunta cuando entra.—Bien, me duele un poco y pica, pero bien —él asiente luego se acerca a mí como si fuera a decirme un secreto.—Con esa enfermera… —se muerde el labio—, cualquiera estaría bien —yo me río.—Necesitas sexo —él asiente.—Es que lo necesito. He pasado cuidándote el culo por varios
Max. El chofer detiene el auto en el estacionamiento privado de la empresa. Se baja del vehículo y luego abre la puerta para mí, sin decirle nada me bajo y me meto al ascensor donde una vez adentro este comienza a subir hasta el último piso del edificio. Cuando las puertas del aparato se abren me encuentro a mi nueva asistente, pues lo primero que hice fue despedir a la anterior; sosa y sin gracia. La chica, llamada Mónica, me saluda amablemente y me lleva hasta la sala de conferencias pues tengo una junta con los inversionistas, los nuevos y los que se quedaron conmigo cuando murió Alex. Al entrar me siento a la cabeza de la mesa y Mónica se queda de pie a mi lado. Observo el lugar con orgullo, pues mientras Alex se pudre en los más profundo de las aguas de esa cascada junto con las únicas personas en las que podía confiar y que podían vengar su muerto, yo estoy sentado en la cabeza de su mesa, en su empresa, gastando su dinero y con la satisfacción de haberlo derrotado, pero lo que
Entro a la casa y me encuentro a Jennifer viendo un poco de televisión en la sala de estar junto con Lizzi, ambas se ven un programa infantil mientras comen palomitas. Al escuchar la puerta Lizzi me mira y correa abrazarme, yo la recibo con el mismo entusiasmo. Sé que he hecho cosas horribles, pero eso no quita el hecho de que tengo corazón y Lizzi sabe cómo ganarse cualquier corazón. Es muy divertid y amable y me gusta pasar tiempo con ella cada que puedo. Incluso en una ocasión se le salió decirme papá y fue lo mejor que pude haber escuchado de parte de ella aun cuando luego se puso roja como tomate. Simplemente fue la escena más linda que pude experimentar.Le doy un beso en la coronilla y ella vuelve a sentarse junto a Jennifer quien ni se inmuta en mirarme y es que quisiera que fuera ella quién me saludara con el entusiasmo de Lizzi y es que, ¿tan difícil es para ella olvidarse del cabrón de Alex? está muerto y aún sigue pensando en él.—¿Cómo estás? —le pregunto sentándome a su
Jennifer.Salimos de la tienda con muchas bolsas, muchas bolsas llenas de ropa mayormente para niño, una cuna muy neutral y un par de jugueticos. Sinceramente no me he puesto a pensar en el sexo del bebé, no quiero tener preferencias, lo amaré sea niño o niña, pero sí que es bastante cierto que la ropa para varón era mucho más tierna y me parecía mucho más linda. No lo sé, tal vez sea una niña y debamos regalar todo eso, lo que no me molestaría, pero no lo sé, esos mamelucos y esas pequeñas sudaderas eran simplemente hermosas y no puede resistir en comprarlas. Fue simplemente amor a primera vista cuando las vi.Admito que cuando Max me dijo anoche que deseaba hacer esto fue bastante extraño, lo sentí de esa forma al principio, pero luego, creo que, en un momento de debilidad, lo vi a los ojos y él me besó y no pude evitar corresponderle el beso. No sé por qué lo hice, tal vez porque me sentí sola todo el día luego de esa conversación en el parque con Cato y porque la forma en la que m
Cuando me siento lo suficientemente tranquila salgo de la oficina, encontrando una sala de estar mucho más llena que como la dejé. En cuanto todos ellos escuchan la puerta corrediza abrirse, me miran, yo sonrío levemente al tiempo que Max se acerca con una copa de champaña en la mano. Me toma de la cintura y me acerca hacia el hombre de tatuajes llamado el diablo. Me sonríe escaneándome con la mirada, pero no lo hace con lujuria, es como si quisiera recordar cada centímetro de mí, lo que no entiendo es por qué.—Te quiero presentar formalmente a mi esposa, Jennifer Rodríguez —le tiendo la mano al hombre y justo cómo la primera vez que lo hice por neta cortesía siento algo extraño que no puedo explicar. Está vestido con un traje formal con corbata y zapatos lustrados.—Diablo —se limita a contestar sin soltarme la mano.—¿Solo diablo? —pregunto y él se ríe mostrándome sus dientes perfectos, nunca había visto unos dientes tan lindos.—Solo diablo —me responde soltándome la mano.—Bueno,
Alex.Espero pacientemente que el diablo llega de su cita con Max. A través de un mensaje de texto, pues estaba siendo seguido por hombres de Max, me comunicó que hoy tendría una cita en una de sus bodegas con Max para mostrarle la mercancía. Hace dos horas que terminó esa cita y no ha llegado lo que pone nervioso en cierto punto. Fumo un cigarrillo mientras observo por los binoculares la casa de Jennifer vacía para ese punto pues ella salió con Max hace varios minutos. Sigo fumando mi cigarrillo cuando Roy aparece.—El diablo llegó —me dice a lo que yo simplemente camino hacia la casa. Al entrar lo veo saludando a todos con una sonrisa.—Dime que estás dentro —es lo primero que le digo.—Lo estoy —me responde sentándose en el sillón de la estancia—, seré su proveedor oficial de armas, de él y de toda su pandilla. Me invitó a una cena esta noche.En cuanto lo escucho, no puedo evitar sonreír de oreja a oreja pues es exactamente cómo quería que sucediera todo esto. Si está dentro, solo
Llegamos a la casa y en cuanto el auto se detiene, Roger sale disparado cerrando la puerta con rudeza. En cuanto nos escuchan, Roy y Patrick salen de la casa a lo que Roger se detiene en seco.—Pregúntenle, pregúntenle qué carajos hizo —es lo primero que les dice en el momento en que se detiene lo que causa que ellos frunzan el ceño.—¿Qué fue lo que pasó? —pregunta Roy mirándome—. Nunca lo había visto tan enojado, dime qué pasó.—Arroyé a alguien.—¡¿A alguien?! —exclama totalmente asombrado—, estoy casi seguro de que asesinó hace solo un par de minutos a el guardaespaldas de Jennifer y ni siquiera sabemos si alguien nos vio.—¡Que mierda! ¿por qué hiciste eso? —pregunta Patrick.—Porque la besó —cuando respondo tanto Roy como Patrick elevan sus cejas totalmente atónitos.Pare este punto, ya más descansado y mucho menos enojado me doy cuenta de que perdí totalmente el control, de que me equivoqué y puse por encima mis sentimientos, mis emociones en vez de pensar en todo el equipo y e
Jennifer. La ambulancia llega a toda velocidad a la clínica más cercana. Con rapidez bajan la camilla de Cato e ingresan corriendo a la sala de urgencias. Yo me bajo de la ambulancia y corro hacia adentro viendo cómo se llevan a Cato.—¿Es usted familiar del paciente? —una enfermera me aborda de la nada en medio del pasillo haciendo que me detenga en seco.—Eh… no, no, soy su jefa —le respondo y ella anota algo sobre unos papeles.—¿Me puede brindar información acerca de él? Su nombre, su edad… necesito tenerlo en el sistema.—Dios… me siento tan estúpida —exclamo llevándome las manos a la cabeza—, no lo sé, solo sé que se llama Cato, mi esposo lo contrató.—Tranquila, tranquila, no pasa nada —me responde—, ¿tienen alguna forma de comunicarse con su esposo? —yo niego con la cabeza.—No, lo siento, no tengo teléfono ni nada.—Le traeré un teléfono para que pueda llamarlo, ¿de acuerdo? —yo asiento—, perfecto, tome asiento.Como me lo pidieron me siento en los sillones de la sala de eme