Jennifer.Salimos de la tienda con muchas bolsas, muchas bolsas llenas de ropa mayormente para niño, una cuna muy neutral y un par de jugueticos. Sinceramente no me he puesto a pensar en el sexo del bebé, no quiero tener preferencias, lo amaré sea niño o niña, pero sí que es bastante cierto que la ropa para varón era mucho más tierna y me parecía mucho más linda. No lo sé, tal vez sea una niña y debamos regalar todo eso, lo que no me molestaría, pero no lo sé, esos mamelucos y esas pequeñas sudaderas eran simplemente hermosas y no puede resistir en comprarlas. Fue simplemente amor a primera vista cuando las vi.Admito que cuando Max me dijo anoche que deseaba hacer esto fue bastante extraño, lo sentí de esa forma al principio, pero luego, creo que, en un momento de debilidad, lo vi a los ojos y él me besó y no pude evitar corresponderle el beso. No sé por qué lo hice, tal vez porque me sentí sola todo el día luego de esa conversación en el parque con Cato y porque la forma en la que m
Cuando me siento lo suficientemente tranquila salgo de la oficina, encontrando una sala de estar mucho más llena que como la dejé. En cuanto todos ellos escuchan la puerta corrediza abrirse, me miran, yo sonrío levemente al tiempo que Max se acerca con una copa de champaña en la mano. Me toma de la cintura y me acerca hacia el hombre de tatuajes llamado el diablo. Me sonríe escaneándome con la mirada, pero no lo hace con lujuria, es como si quisiera recordar cada centímetro de mí, lo que no entiendo es por qué.—Te quiero presentar formalmente a mi esposa, Jennifer Rodríguez —le tiendo la mano al hombre y justo cómo la primera vez que lo hice por neta cortesía siento algo extraño que no puedo explicar. Está vestido con un traje formal con corbata y zapatos lustrados.—Diablo —se limita a contestar sin soltarme la mano.—¿Solo diablo? —pregunto y él se ríe mostrándome sus dientes perfectos, nunca había visto unos dientes tan lindos.—Solo diablo —me responde soltándome la mano.—Bueno,
Alex.Espero pacientemente que el diablo llega de su cita con Max. A través de un mensaje de texto, pues estaba siendo seguido por hombres de Max, me comunicó que hoy tendría una cita en una de sus bodegas con Max para mostrarle la mercancía. Hace dos horas que terminó esa cita y no ha llegado lo que pone nervioso en cierto punto. Fumo un cigarrillo mientras observo por los binoculares la casa de Jennifer vacía para ese punto pues ella salió con Max hace varios minutos. Sigo fumando mi cigarrillo cuando Roy aparece.—El diablo llegó —me dice a lo que yo simplemente camino hacia la casa. Al entrar lo veo saludando a todos con una sonrisa.—Dime que estás dentro —es lo primero que le digo.—Lo estoy —me responde sentándose en el sillón de la estancia—, seré su proveedor oficial de armas, de él y de toda su pandilla. Me invitó a una cena esta noche.En cuanto lo escucho, no puedo evitar sonreír de oreja a oreja pues es exactamente cómo quería que sucediera todo esto. Si está dentro, solo
Llegamos a la casa y en cuanto el auto se detiene, Roger sale disparado cerrando la puerta con rudeza. En cuanto nos escuchan, Roy y Patrick salen de la casa a lo que Roger se detiene en seco.—Pregúntenle, pregúntenle qué carajos hizo —es lo primero que les dice en el momento en que se detiene lo que causa que ellos frunzan el ceño.—¿Qué fue lo que pasó? —pregunta Roy mirándome—. Nunca lo había visto tan enojado, dime qué pasó.—Arroyé a alguien.—¡¿A alguien?! —exclama totalmente asombrado—, estoy casi seguro de que asesinó hace solo un par de minutos a el guardaespaldas de Jennifer y ni siquiera sabemos si alguien nos vio.—¡Que mierda! ¿por qué hiciste eso? —pregunta Patrick.—Porque la besó —cuando respondo tanto Roy como Patrick elevan sus cejas totalmente atónitos.Pare este punto, ya más descansado y mucho menos enojado me doy cuenta de que perdí totalmente el control, de que me equivoqué y puse por encima mis sentimientos, mis emociones en vez de pensar en todo el equipo y e
Jennifer. La ambulancia llega a toda velocidad a la clínica más cercana. Con rapidez bajan la camilla de Cato e ingresan corriendo a la sala de urgencias. Yo me bajo de la ambulancia y corro hacia adentro viendo cómo se llevan a Cato.—¿Es usted familiar del paciente? —una enfermera me aborda de la nada en medio del pasillo haciendo que me detenga en seco.—Eh… no, no, soy su jefa —le respondo y ella anota algo sobre unos papeles.—¿Me puede brindar información acerca de él? Su nombre, su edad… necesito tenerlo en el sistema.—Dios… me siento tan estúpida —exclamo llevándome las manos a la cabeza—, no lo sé, solo sé que se llama Cato, mi esposo lo contrató.—Tranquila, tranquila, no pasa nada —me responde—, ¿tienen alguna forma de comunicarse con su esposo? —yo niego con la cabeza.—No, lo siento, no tengo teléfono ni nada.—Le traeré un teléfono para que pueda llamarlo, ¿de acuerdo? —yo asiento—, perfecto, tome asiento.Como me lo pidieron me siento en los sillones de la sala de eme
Salimos de la clínica y nos subimos al auto. Pido que me dejen en casa de Amerie mientras que Max continua su camino hacia la oficina alegando que pasará por mí más tarde para ir a la estación. Me despido de él y me bajo del auto frente la casa de Amerie mientras me quedo pensando en todo lo que ha pasado las últimas horas. El accidente de Cato que no fue del todo un accidente, descubrir que espero un varón como lo sentía y la muerte de ese tal Steve y que estoy casi al cien por ciento segura que el responsable es Max y ahora lo que me debe decir Marcos y que es extremadamente urgente. En ese momento aparece Amerie cuando toco el timbre de su casa. Me sonríe de oreja a oreja y me deja pasar.—Marcos te está esperando en la oficina —es lo primero que me dice mientras nos saludamos con un beso en la mejilla.—Sí, pero antes quería hablar contigo, quería decirte algo —ella asiente mientras que yo saco la ecografía y se la tiendo. Ella la recibe con una sonrisa enorme—. Es un niño —añado.
Alex.Nunca me he sentido tan acorralado como me siento ahora en este preciso momento. Es decir, he pasado por muchas cosas alrededor de mi vida, he superado muchas más, incluso la muerte y bueno, sé que no todos pueden decir eso, sin embargo, en ninguna de esas tantas ocasiones en las que me sentí de esa forma, como si estuviera a punto de ahogarme, realmente estaba tan acorralado como ahora. ¿Qué tan hija de puta puede ser la vida conmigo para tener que enfrentar una y otra y otra vez lo mismo? ¿qué tan ensañada está la vida conmigo para que en cuanto estoy saliendo del lodo una mano del pasado del pasado siempre me jala de nuevo hacia él? Es lo que me está pasando justo ahora pues no sé cómo, no sé desde cuándo, pero hay alguien que ya sabe que estoy vivo y ese alguien me está apuntando justo en este mismo momento con su puta arma justo en la cabeza mientras sus hombres le apuntan a los míos. No es la primera vez que estoy en esta situación y casi siempre salgo bien librado, pero s
Jennifer. Cato y yo nos separamos cuando escuchamos que alguien llegó y ambos sabemos que ese alguien es Max. Me separo aun más de él sentándome en asiento tras el escritorio mientras que el chico frente a mí me mira sonriendo dándole la espalda a la puerta corrediza por la cual aparece Max. Al vernos se muestra sorprendido, pero yo no le digo ni hago nada.—¡Cato! —exclama asombrado—, ¡vaya! No sabía que saldrías hoy —añade mientras camina hacia mí.—Así es señor —le responde.—¿Y qué haces aquí? —pregunta al llegar hasta mí y luego me da un beso en los labios que lucho lo suficiente para no rechazar.—Saludar, saludar a la señora Jennifer y por supuesto quería hablar con usted —le contesta—, decirle que si usted lo desea estoy listo para continuar con mis labores.—¿Con un brazo roto? —Max pregunta en ese tono de burla que tanto odio. Yo ruedo los ojos al escucharlo.—Un brazo que puedo mover con facilidad, señor, me refiero a que no está del todo roto —le contesta.—¡Oh! No sabía q