Cuando volvió al presente, sus ojos se posaron en los míos, una sonrisa cómica se dibujó en sus labios y un pequeño ceño fruncido y confundido se apoderó de sus rasgos.

"¿Qué?", ​​preguntó él mientras miraba mis ojos absortos y estudiosos.

"¿Acaso los licántropos no parpadean cuando usan esa cosa del enlace mental?", pregunté con un atisbo de risita en mis labios mientras él me empujaba suavemente.

"Oh, sí, licántropos, humanos emparejados, todos hacemos lo mismo", afirmó abriendo los ojos de manera tan cómica que me hizo reír a carcajadas.

Mientras ambos nos quedábamos quietos, esperando la inevitable llegada del doctor de la manada, uno de los grandes brazos de Lewis envolvió suavemente mi espalda y mis hombros, y me atrajo sin esfuerzo hacia un gran abrazo, cerré los ojos mientras lo disfrutaba. Su latido era firme y constante, lo que a su vez me calmó enormemente.

"¿Por qué eres tan malditamente perfecto?", pregunté de repente, desviando su atención de la luna y las estrellas.