Punto de Vista de Dylan

Ha sido un día extraño, al hornear con la madre de Lewis. Es decir, lo disfruté y aprendí que en realidad no era tan mala cocinera. Por supuesto, tuve mucha ayuda de alguien que obviamente lo disfrutaba, ya que no confiaría en mí sola para hacer un pastel completo, sabía que con mi suerte lo quemaría.

En ese momento estaba sentada en la oficina de Gilliard en su escritorio, con una mano llena de cartas de juego, mientras que el alfa estaba sentado en el lado opuesto con cartas. El resto de la baraja estaba en el centro y nos turnábamos para intercambiar las cartas que queríamos o necesitábamos.

"¿Tienes algún ocho?", preguntó él y yo saqué un ocho de mi mano y se lo pasé. "Ja, mira como se termina, Su Excelencia, yo gano de nuevo".

"Bueno, no he jugado en años. Y la última vez que lo jugué probablemente tenía diez años, tal vez once. Así que tengo una desventaja injusta. Además, eres viejo, así que tienes más experiencia que yo”. Me encogí de hombros sonrien