Selene trago duro, reprimiendo el miedo que se filtraba a través de su piel mientras avanzaba por aquel hermoso castillo escoltada por el mismísimo Dimitri.
Muchos licántropos, miembros de aquella corte, se aproximaban a ella con ojos curiosos y deseosos, había un sentimiento común reunido en sus rostros. Algo que la hermosa cazadora no logro identificar.
—No te apartes de mí, conejita—susurro Dimitri en su dirección, mientras tomaba la mano de ella—. Solo yo tengo permitido comerte.
Selene arrugo el ceño, mientras continuaba caminando detrás del lobo. No se atrevió a decir una sola palabra en su dirección, no con toda la manada allí reunida, asediando cada uno de sus movimientos.
Precedidos por los lobos, Dimitri guio a Selene a un enorme salón, en cuyo centro se encontraba el trono del alfa. Sin demasiadas vueltas, el tomo lugar allí, empujando un segundo mas tarde a la cazadora sobre su regazo.
Las mejillas de la hermosa mujer ardieron ante la vergüenza, mientras Dimitri rodeaba su cintura con ambas manos, evitando que ella se alejara.
—Suéltame, Dimitri—gruño ella entre dientes, en un tono tan bajo que solo el lobo debajo de ella podía escuchar.
—Si sigues moviéndote de ese modo, no podre ser fiel a mi palabra de no tomarte—respondió Dimitri contra su oído, mientras presionando su pelvis contra el trasero de ella para dar énfasis de lo que sus movimientos habían despertado.
Al instante, la cazadora detuvo sus movimientos, mientras el calor la abrumaba y su boca se ponía totalmente seca.
Dimitri rio de forma oscura contra su oído, mientras acariciaba el muslo expuesto de Selene, de manera descarada y provocativa, incitándola a volver a moverse.
La cazadora reprimió el escalofrío de placer que recorrió su cuerpo, mientras volvía a clavar su mirada en el frente, posándola en el rostro de los lobos de aquella corte.
El asombro, la sorpresa y el repudio se alzaban de manera unísona en cada una de los rostros que le devolvían la mirada. Pero uno de ellos, el de un anciano parecía destacar por encima de los demás.
—¡Esto es una vergüenza, Dimitri!—grito el anciano, avanzando hacia el centro de la sala, haciendo que el murmullo del salón se silenciara—. ¡Trajiste a esa… esa zorra al castillo!
Dimitri no dijo una sola palabra, simplemente sonrió de manera extasiada, mientras volvía los toques hacia Selene más íntimos pero expuestos a la vista de todos. El anciano, quien capto aquello, puso una expresión de profundo asco en su mirada.
Sin embargo, la cazadora sintió profundo rechazo hacia aquel anciano, quien la observaba con tal nivel de repudio que no pudo evitar tragar sus palabras.
—Esta zorra tiene nombre, viejo—escupió ella clavando su mirada en el rostro de el—, y es Selene.
El anciano reprimió un escalofrío de rabia, mientras exponía sus dientes hacia ella, en una amenaza clara de muerte. Selene se sintió inclinada a responder a aquel ataque, de tener sus armas cerca ella habría saltado al combate sin pensarlo dos veces.
Pero fue Dimitri quien respondió, mientras apretaba el muslo de la cazadora en un gesto de felicitaciones por su respuesta tan audaz.
—Y será mejor que recuerdes su nombre, Víctor, porque será el nombre de tu futura reina—canturreo Dimitri.
El rostro del anciano llamado Víctor se puso tenso y pálido, mientras observaba a Dimitri como si hubiera perdido el buen juicio. La manada de lobos allí reunidos comenzó a murmurar en tono bajo y tenso, mientras observaban a Selene con total asombro.
Dimitri se puso de pie, haciendo que la cazadora siguiera sus movimientos, y con un pequeño empujón en su trasero, la invito a apartarse de allí, ubicándola unos pasos junto al trono.
Aquello iba a desencadenar en un posible combate, y Dimitri no quería que ella estuviera en el medio.
—¡¿Estás demente?!—escupió Víctor—¡Es una cazadora! Muchos de nosotros reconocemos su rostro, ella le arrebato la vida a varios de nuestros seres queridos.
La corte estallo en gritos de repudio y rabia, mientras todos pedían con gran fervor la expulsión de Selene del castillo, argumentando que Dimitri estaba loco.
Entre los gritos de la muchedumbre y la atención de toda puesta de el alfa, Selene retrocedió un par de pasos, preparada para tomar la primera oportunidad que se le presentara para escapar, huir del castillo. Y la encontró cuando el anciano Víctor se aproximo al trono, dispuesto a increpar al alfa.
Fue entonces cuando la cazadora puso en funcionamiento toda su habilidad para escapar. Escabulléndose e intentando pasar desapercibida, Selene salió de la sala del trono, sintiendo como su corazón se detenía en cada paso que daba.
Cuando finalmente estuvo fuera de la vista de todos los presentes, Selene comenzó a correr por los pasillos laberinticos del castillo, intentando advertir de una salida, pero conforme mas se adentraba en el castillo más desorientada se encontraba.
Por fortuna para ella, aquella zona se encontraba totalmente deshabitada, lo cual le permitió detenerse en un pasillo sin salida para recobrar el aire e intentar serenar su mente.
—¡Mierda! Necesito salir de aquí—dijo ella en voz alta, mientras se aproximaba a una ventana, sopesando la posibilidad de escapar por allí.
—En tu lugar no me atrevería a hacerlo—canturreo una voz masculina a sus espaldas—, estamos en un sexto piso. No creo que los humanos resistan una caída de esa magnitud.
Selene se volvió al instante en aquella dirección, reconociendo la voz del licántropo que se aproximaba a ella.
No era Dimitri quien estaba allí, sino su hermano menor, Castiel Blotch.
La cazadora se puso rígida al instante, mientras sus ojos verdes se fundían con el azul de la mirada de él.
—¿Y tú resistirás la caída? —respondió ella con los dientes apretados en su dirección. El odio y la rabia abriéndose paso en su interior mientras la herida de un viejo recuerdo destrozaba su frio corazón.
Castiel trago duro, mientras pasaba una mano por su lacio cabello rubio, retirándolo de su mirada.
—Hola, Selene—saludo el con tono sereno, pero estaba claro que estaba afectado—. ¿Viniste a matar a mi hermano?
—No. —dijo con autoridad la voz de Dimitri llegando desde la mitad del corredor, donde se encontraba firme, observando todo con total frialdad—. Ella vino aquí para convertirse en mi esposa.
La palabra “Esposa” quedo suspendida en el aire, entre ellos, como si no tuviera significado alguno. Hasta que finalmente, Castiel fue el primero en reaccionar.—¡¿Esta demente?!—gruño desesperado Castiel, mientras sus ojos azules salían disparados, trazando la distancia entre Dimitri y Selene—¡No puedes cazarte con ella!Dimitri lo ignoro en su totalidad, mientras se aproximaba a la cazadora, pasando junto a su hermano sin prestar demasiada importancia al asunto. Durante algunos segundos, Selene creyó que el alfa la regañaría por escapar, pero en realidad simplemente se coloco junto a ella, dispuesto a protegerla con su propio cuerpo de Castiel.—¿No puedo porque es una cazadora? —respondió con palabras lentas el rey de los lobos.—¡No puedes hacerlo porque es una pésima idea! —arremetió Castiel, mientras revolvía su cabello dorado como los rayos del sol—. Selene, no puedes estar tan demente como él.Al oír la mención del nombre de la cazadora, Dimitri parpadeo, el entendimiento bril
La hermosa cazadora había suspirado aliviada, al enterarse que la idea de Dimitri no era cobrar su venganza en la cama, sino obligándola a trabajar una semana en la servidumbre del castillo.Selene había asentido, intentando disimular su alivio inmenso por aquella labor encomendada. Si trabajaba como sirvienta en el castillo, ella tendría la oportunidad de conocer el lugar completamente e idear una forma de escapar de allí… logrando concretar su misión incluso.Porque incluso, a pesar de la atracción desmedida que ella sentía hacia Dimitri, no podía negar que el odio que sentía hacia su especie era mucho más fuerte.Como parte de su castigo, el alfa le había asignado una habitación recluida en la parte mas alta del castillo. No tenia muchos muebles y la iluminación era escasa, pero al menos estaba sola y gozaba de una preciosa vista de todo el castillo y sus alrededores.Sin embargo, cuando llego la media noche, ella comprendió que las palabras de Castiel no habían sido meramente fanf
Selene no sintió el más mínimo atisbo de frio en toda la noche, ella logro dormir plácidamente entre los brazos de Castiel, disfrutando del calor que su cuerpo emanaba. Incluso aunque su odio hacia el era demasiado grande para ser ignorado, el frio mortal que logro sentir en aquella ocasión pudo más.Sin embargo, cuando la hermosa cazadora abro los ojos con la llegada de un nuevo día, la ausencia de Castiel era evidente. El licántropo no se encontraba por ningún lugar, solo un lejano aroma de su piel desnuda se había quedado impregnada en su cuerpo.Molesta por no haber logrado percibir el momento exacto en el que el lobo abandonaba su habitación, ella salió de la cama y luego de higienizarse con un cubo con agua fría que encontró junto a la pequeña ventana, salió del cuarto.—Tienes que ser mas rápida, no me gusta que la servidumbre demore—escupió Dimitri con una mueca oscura en sus labios.Selene se detuvo abruptamente. Ella no esperaba encontrarse al rey de los licántropos allí, en
Todos tienen fortalezas y habilidades. Cada persona nace con las capacidades básicas necesarias para sobrevivir en el mundo, y Selene era extremadamente hábil en varias áreas. Sin embargo, lo que concernía a las labores de limpieza no resultaban ser su fuerte.La noche anterior, la cazadora había tenido la estúpida creencia de que se le obligaría a trabajar en el área de la cocina. Estúpido pensamiento. Como si Dimitri fuera tan tonto como para permitirle el libre acceso a un arsenal completo de armas.Solo el infierno sabio de lo que Selene seria capaz si colocaban tal armamento entre sus frías manos.No. A la bella cazadora se le había asignado otra clase de tareas, las de la limpieza. Precisamente el lavado de la ropa de cama de todos los cuartos del castillo, ya que aquello parecía ser lo único que no lograba arruinar por completo.Con el ceño ligeramente fruncido y los labios firmemente apretados, Selene se paseaba por los patios internos del castillo, haciendo un esfuerzo poco h
Con poco cuidado y delicadeza, Castiel coloco un collar con liebres muertas sobre los hombros de Selene, mientras aquella sonrisa radiante iluminaba su rostro con un gozo que generaba en la cazadora ganas de romper su nariz perfecta.—¿Quién diría que a la mejor cazadora de todos los tiempos le daría miedo un par de conejos muertos? —canturreo con arrogancia el lobo.—¿miedo? No conozco el significado de esa palabra—escupió ella con tono frio y seco—¿desagrado? Bueno… puedo reconocerlo con solo lanzarte una mirada.Las cejas de Castiel se alzaron en lo alto, antes de que este estallara en un ataque de risas. Sin embargo, antes de que la cazadora fuera capaz de notarlo, el lobo la sujeto con fuerza por la barbilla, elevando su mirada hacia el con firme determinación.Selene no intento apartar el rostro, tampoco lo deseaba. Debía admitir que admirar el bello rostro de Castiel no era ningún castigo.—Anoche no recuerdo oír que te quejaras por estar junto a un desagradable lobo… por el co
Selene estaba paseando por el bosque, en el área delimitada por Castiel. El temor que la había invadido poco tiempo atrás ahora se esfumaba, mientras movía en el aire el cuchillo que el lobo le había dado.Era precioso, rustico y simple, pero precioso de igual manera. Sin joyas ni fino metal que lo decorara. Tan diferente a los cuchillos que ella estaba habituada.>>Tan extraño como el propio Castiel y su mirada petrificante<< pensó la cazadora, y al instante, aquel recuerdo hizo que su piel se volviera de fuego ante el abrazador calor de ese pensamiento.Castiel era peligroso, cruel y despiadado. El al igual que Dimitri y el resto de personas que habitaban el castillo eran sus enemigos naturales. Ella debía acabar con todos y cada uno de ellos, no podía cometer el tonto error de caer ante los encantos de ese idiota.Tenia que aprender a bloquear la habilidad de Castiel, de lo contrario, tendría un gran problema a la vista.—Hola, cariño—dijo una gentil y dulce voz a sus espaldas.Al
Castiel se encontraba en la enorme sala vacía, con las piernas recostadas sobre una mesa baja, mientras observaba a través de una ventana del castillo. Dimitri lo encontró demasiado relajado bebiendo vino, algo que le molesto mas de lo que debía.—¿No es suficiente que te tomes atribuciones con mi invitada, también piensas hacerlo con mis bodegas? —dijo en tono áspero el rey, mientras ingresaba dando largas zancadas, solo para dejarse caer en el sillón frente a su hermano.Castiel alzo la mirada en su dirección. Un color de ojos gemelo al suyo, idénticos… pero con una leve diferencia.Dicen que los ojos son las ventanas del alma, entonces allí se podía notar la diferencia de ambos. Uno vivía preso del dolor, uno que ocultaba perfectamente detrás de sonrisas, mientras que el otro era esclavo de la desconfianza y paranoia, lo que lo llevaba a odiar a diestra y siniestra, sucumbiendo a sus propios instintos.Ambas almas coincidían en una misma cosa, un mismo sentido… estaban demasiado la
Selene abrió los ojos, la oscuridad tenue de la habitación era sofocada por los débiles destellos de luz que desprendían las velas depuestas en diferentes puntos del cuarto. Lentamente ella se incorporó, apoderándose de los recuerdos de lo ocurrido mientras intentaba comprender en donde estaba.El cuarto era extremadamente lujoso, por lo que solo había dos posibilidades. Era la habitación de Dimitri o Castiel.>>Mierda<< pensó ella, mientras salía de la cama, buscando con la mirada cualquier objeto que le permitiera defenderse, porque sin lugar a dudas lo mas probable era que aquella fuera la habitación del rey, quien a esas alturas estaría furioso por lo ocurrido.Necesitaba algo para defenderse, cualquier objeto.Sobre el escritorio, mas apartado de ella, encontró un pequeño abre cartas. Sin pensarlo dos veces, Selene lo tomo con fuerza entre sus manos, segundos antes de que la puerta principal se abriera.Dimitri ingreso a la habitación con la misma fuerza que una tormenta arrasa u