La palabra “Esposa” quedo suspendida en el aire, entre ellos, como si no tuviera significado alguno. Hasta que finalmente, Castiel fue el primero en reaccionar.
—¡¿Esta demente?!—gruño desesperado Castiel, mientras sus ojos azules salían disparados, trazando la distancia entre Dimitri y Selene—¡No puedes cazarte con ella!
Dimitri lo ignoro en su totalidad, mientras se aproximaba a la cazadora, pasando junto a su hermano sin prestar demasiada importancia al asunto. Durante algunos segundos, Selene creyó que el alfa la regañaría por escapar, pero en realidad simplemente se coloco junto a ella, dispuesto a protegerla con su propio cuerpo de Castiel.
—¿No puedo porque es una cazadora? —respondió con palabras lentas el rey de los lobos.
—¡No puedes hacerlo porque es una pésima idea! —arremetió Castiel, mientras revolvía su cabello dorado como los rayos del sol—. Selene, no puedes estar tan demente como él.
Al oír la mención del nombre de la cazadora, Dimitri parpadeo, el entendimiento brillando en su mirada azul, gemela a la de su hermano un año menor.
—Sabes su nombre… ¿Cómo sabes su nombre? —arrastro las palabras Dimitri, mientras su voz se volvía más tensa y severa.
Castiel no dijo una sola palabra, simplemente sostuvo la mirada de su hermano.
Ambos lobos compartían una belleza única, sus rostros eran afilados y angulosos, con unas miradas intensas y penetrantes. Pero donde uno era el sol, el otro era su opuesto perfecto.
Dimitri tenia el cabello oscuro rizado y una rigidez atronadora, mientras que Castiel era poseedor de sonrisas fáciles que escondían cierta picardía.
Pero en aquel momento, no había calidez ni picardía en sus miradas, no cuando ambos hombres se estaban desafiando el uno al otro.
—Lo sabe, porque me estuvo rastreando para cazarme por asesinar a su pareja—dijo Selene con palabras lentas—, luego de que ella asesinara a mi… amigo.
Amigo. Ella no había llamado a Black de otro modo que no fuera amigo. Pero sin lugar a dudas, los sentimientos destructores que la habían empujado a darle caza a aquella loba fueron mas que los de una simple amistad.
Dimitri, deslizo la mirada hacia Selene, leyendo varias emociones secretas que ella reprimía día a día para no derrumbarse. El alfa no dijo nada, solo volvió a concentrar su atención en Castiel.
—Mientras Selene este aquí, ella será mi invitada y gozara los mismos beneficios que cualquier invitada—comenzó a decir el lobo con palabras lentas—. No te atrevas a tocar un solo pelo de su cabello.
Una sonrisa afloro en los labios de Castiel, mientras deslizaba una mirada depredadora hacia Selene.
—Intentare dejar mis manos quietas, pero no prometo nada de mi boca—ronroneo el—, o mi lengua.
La cazadora trago duro, mientras veía como Castiel pasaba la lengua por sus labios, humedeciéndolos de manera tentadora.
Dimitri gruño, una advertencia silenciosa dirigida directamente a su hermano.
—Castiel, no se te ocurra pasarte de la línea—advirtió el alfa, clavando su mirada en la de su hermano con severidad.
—Es una pena, yo amo pasar las líneas—canturreo Castiel con una sonrisa arrogante hacia Selene—, en especial cuando se trata de las de la ropa interior.
Un nuevo gruñido surgido de lo mas profundo de la garganta de Dimitri, consiguió que Castiel riera bajamente, antes de comenzar a alejarse de ellos con una actitud totalmente indiferente.
>—Sera mejor que vuelva al salón y encuentre alguna dama que caliente mi cama esta noche, dicen que será especialmente fría—canturreo Castiel mientras le obsequiaba un guiño de ojos a la cazadora—. Ten dulces sueños, cariño.
Tanto Selene como Dimitri observaron marcharse a Castiel hasta que se perdió en el final del pasillo.
—Maldito idiota—siseo la cazadora, mientras fruncia el ceño, volviéndose hacia Dimitri.
Pero el alfa ya la estaba mirando, de un modo que le decía que se venían problemas.
—Te escapaste de mi—escupió Dimitri con tono monótono, acortando la distancia que los separaba—. Cuando volví la mirada, tú ya no estabas ahí.
Dimitri la arrincono contra la pared del castillo. El frio de la piedra la recibía con sirvió placer, mientras su piel se calentaba debido a su sangre ardiente de deseo.
Selene podía negar cualquier cosa, menos la atracción física que sentía hacia Dimitri. Su cuerpo estaba imantado al de él, ante el mínimo contacto reaccionaba.
Ella sabia que aquello era culpa de los dones de belleza inigualables de los licántropos. Algo a lo que debía volverse inmune mas pronto que tarde si deseaba mantener su buen juicio en pie.
Dimitri coloco una mano en su cuello, mientras empujaba la barbilla de Selene hacia arriba con la punta de su pulgar.
Su otra mano se perdía a la altura de su cintura, aferrándola con fuerza, intentando contenerse a si mismo para no faltar a su palabra.
>—Te busque con la mirada entre todas, pero tú no estabas allí—continuó diciendo Dimitri, mientras arrastraba sus labios por el cuello de ella de forma lenta, alejando el frio con su cálido aliento—. Me volví loco.
—Yo-o lo lamento—respondió ella conteniendo un suspiro, mientras cerraba los ojos, intentando bloquear todas las sensaciones que la abordaban en ese preciso instante.
Dimitri pego su cuerpo mas al de ella, uniendo sus respiraciones casi en una. Con un simple movimiento, el alfa podría estar dentro de ella si tan solo lo deseaba o se lo proponía.
Pero Dimitri no iba a tomarla, no de aquella manera, no hasta que ella le suplicara que lo hiciera.
El se aparto ligeramente para ver su rostro colmado de un deseo muy difícil de contener.
—Abre los ojos, Selene—ordeno el alfa con severidad.
La cazadora obedeció, cegada y perdida por aquel embrujo que dominaba su cuerpo y corrompía sus sentidos por completo.
>—No arreglaras esto con una simple disculpa—continuó diciendo el, sosteniendo su mirada—. Me desobedeciste, y hacerlo tiene consecuencias.
—¿Consecuencias? —pregunto ella, sintiendo como su corazón se saltaba un latido.
—No saldrás impune de esto, conejita—ronroneo Dimitri mientras rozaba los labios de ella con su pulgar, en una caricia delicada—. Me hiciste sufrir, y ahora pagaras un precio por ello.
Selene trago duro, temerosa de apartar la mirada de los ojos del alfa un solo instante.
>—Ojo por ojo, conejita.
La hermosa cazadora había suspirado aliviada, al enterarse que la idea de Dimitri no era cobrar su venganza en la cama, sino obligándola a trabajar una semana en la servidumbre del castillo.Selene había asentido, intentando disimular su alivio inmenso por aquella labor encomendada. Si trabajaba como sirvienta en el castillo, ella tendría la oportunidad de conocer el lugar completamente e idear una forma de escapar de allí… logrando concretar su misión incluso.Porque incluso, a pesar de la atracción desmedida que ella sentía hacia Dimitri, no podía negar que el odio que sentía hacia su especie era mucho más fuerte.Como parte de su castigo, el alfa le había asignado una habitación recluida en la parte mas alta del castillo. No tenia muchos muebles y la iluminación era escasa, pero al menos estaba sola y gozaba de una preciosa vista de todo el castillo y sus alrededores.Sin embargo, cuando llego la media noche, ella comprendió que las palabras de Castiel no habían sido meramente fanf
Selene no sintió el más mínimo atisbo de frio en toda la noche, ella logro dormir plácidamente entre los brazos de Castiel, disfrutando del calor que su cuerpo emanaba. Incluso aunque su odio hacia el era demasiado grande para ser ignorado, el frio mortal que logro sentir en aquella ocasión pudo más.Sin embargo, cuando la hermosa cazadora abro los ojos con la llegada de un nuevo día, la ausencia de Castiel era evidente. El licántropo no se encontraba por ningún lugar, solo un lejano aroma de su piel desnuda se había quedado impregnada en su cuerpo.Molesta por no haber logrado percibir el momento exacto en el que el lobo abandonaba su habitación, ella salió de la cama y luego de higienizarse con un cubo con agua fría que encontró junto a la pequeña ventana, salió del cuarto.—Tienes que ser mas rápida, no me gusta que la servidumbre demore—escupió Dimitri con una mueca oscura en sus labios.Selene se detuvo abruptamente. Ella no esperaba encontrarse al rey de los licántropos allí, en
Todos tienen fortalezas y habilidades. Cada persona nace con las capacidades básicas necesarias para sobrevivir en el mundo, y Selene era extremadamente hábil en varias áreas. Sin embargo, lo que concernía a las labores de limpieza no resultaban ser su fuerte.La noche anterior, la cazadora había tenido la estúpida creencia de que se le obligaría a trabajar en el área de la cocina. Estúpido pensamiento. Como si Dimitri fuera tan tonto como para permitirle el libre acceso a un arsenal completo de armas.Solo el infierno sabio de lo que Selene seria capaz si colocaban tal armamento entre sus frías manos.No. A la bella cazadora se le había asignado otra clase de tareas, las de la limpieza. Precisamente el lavado de la ropa de cama de todos los cuartos del castillo, ya que aquello parecía ser lo único que no lograba arruinar por completo.Con el ceño ligeramente fruncido y los labios firmemente apretados, Selene se paseaba por los patios internos del castillo, haciendo un esfuerzo poco h
Con poco cuidado y delicadeza, Castiel coloco un collar con liebres muertas sobre los hombros de Selene, mientras aquella sonrisa radiante iluminaba su rostro con un gozo que generaba en la cazadora ganas de romper su nariz perfecta.—¿Quién diría que a la mejor cazadora de todos los tiempos le daría miedo un par de conejos muertos? —canturreo con arrogancia el lobo.—¿miedo? No conozco el significado de esa palabra—escupió ella con tono frio y seco—¿desagrado? Bueno… puedo reconocerlo con solo lanzarte una mirada.Las cejas de Castiel se alzaron en lo alto, antes de que este estallara en un ataque de risas. Sin embargo, antes de que la cazadora fuera capaz de notarlo, el lobo la sujeto con fuerza por la barbilla, elevando su mirada hacia el con firme determinación.Selene no intento apartar el rostro, tampoco lo deseaba. Debía admitir que admirar el bello rostro de Castiel no era ningún castigo.—Anoche no recuerdo oír que te quejaras por estar junto a un desagradable lobo… por el co
Selene estaba paseando por el bosque, en el área delimitada por Castiel. El temor que la había invadido poco tiempo atrás ahora se esfumaba, mientras movía en el aire el cuchillo que el lobo le había dado.Era precioso, rustico y simple, pero precioso de igual manera. Sin joyas ni fino metal que lo decorara. Tan diferente a los cuchillos que ella estaba habituada.>>Tan extraño como el propio Castiel y su mirada petrificante<< pensó la cazadora, y al instante, aquel recuerdo hizo que su piel se volviera de fuego ante el abrazador calor de ese pensamiento.Castiel era peligroso, cruel y despiadado. El al igual que Dimitri y el resto de personas que habitaban el castillo eran sus enemigos naturales. Ella debía acabar con todos y cada uno de ellos, no podía cometer el tonto error de caer ante los encantos de ese idiota.Tenia que aprender a bloquear la habilidad de Castiel, de lo contrario, tendría un gran problema a la vista.—Hola, cariño—dijo una gentil y dulce voz a sus espaldas.Al
Castiel se encontraba en la enorme sala vacía, con las piernas recostadas sobre una mesa baja, mientras observaba a través de una ventana del castillo. Dimitri lo encontró demasiado relajado bebiendo vino, algo que le molesto mas de lo que debía.—¿No es suficiente que te tomes atribuciones con mi invitada, también piensas hacerlo con mis bodegas? —dijo en tono áspero el rey, mientras ingresaba dando largas zancadas, solo para dejarse caer en el sillón frente a su hermano.Castiel alzo la mirada en su dirección. Un color de ojos gemelo al suyo, idénticos… pero con una leve diferencia.Dicen que los ojos son las ventanas del alma, entonces allí se podía notar la diferencia de ambos. Uno vivía preso del dolor, uno que ocultaba perfectamente detrás de sonrisas, mientras que el otro era esclavo de la desconfianza y paranoia, lo que lo llevaba a odiar a diestra y siniestra, sucumbiendo a sus propios instintos.Ambas almas coincidían en una misma cosa, un mismo sentido… estaban demasiado la
Selene abrió los ojos, la oscuridad tenue de la habitación era sofocada por los débiles destellos de luz que desprendían las velas depuestas en diferentes puntos del cuarto. Lentamente ella se incorporó, apoderándose de los recuerdos de lo ocurrido mientras intentaba comprender en donde estaba.El cuarto era extremadamente lujoso, por lo que solo había dos posibilidades. Era la habitación de Dimitri o Castiel.>>Mierda<< pensó ella, mientras salía de la cama, buscando con la mirada cualquier objeto que le permitiera defenderse, porque sin lugar a dudas lo mas probable era que aquella fuera la habitación del rey, quien a esas alturas estaría furioso por lo ocurrido.Necesitaba algo para defenderse, cualquier objeto.Sobre el escritorio, mas apartado de ella, encontró un pequeño abre cartas. Sin pensarlo dos veces, Selene lo tomo con fuerza entre sus manos, segundos antes de que la puerta principal se abriera.Dimitri ingreso a la habitación con la misma fuerza que una tormenta arrasa u
Rígida como una piedra, totalmente inmóvil, Selene se quedo de pie en el medio de la sala de baño, observando con la boca seca a Dimitri.El lobo, con una sonrisa arrogante, se había desnudado por completo para ella, deslizándose dentro de la tina llena. Los ojos de la cazadora habían saboreado la hermosa belleza que se desplegaba ante sus ojos, pero se sintió incapaz de perderse debajo del rastro que marcaba el abdomen plano y la V de su cadera.Selene no se sentía con la fuerza suficiente como para resistir aquella imagen.Para fortuna suya, no debió resistir demasiado la tentación, puesto que rápidamente medio cuerpo del lobo fue engullido por el agua refleta de burbujas.>>Benditas sean las burbujas<< pensó la cazadora, siendo dueña nuevamente de sus pensamientos.Sin embargo, el lobo tenía otros planes.—Te pusiste en peligro, me volviste loco… ahora debes pagar por eso, conejita—canturreo Dimitri, mientras arrojaba algo en su dirección.Por acto reflejo, Selene lo atrapo en el a