El Alfa y Su luna, estaban en la oficina, Eva caminaba de un lado a otro. Silas veía su andar. - Detente mujer, abrirás un hueco al piso. - Tengo miedo. - Confesó entonces, tomando por sorpresa a su esposo. - ¿De qué? - Aún lo preguntas? Para que crees que Tadeo quiera vernos? - No lo sé, Pero no todo puede ser malo. - No digo que todo lo sea, Pero tengo algo por dentro que me dice que algo anda mal. - Trata de calmarte. - No puedo, has visto la actitud de Alana? Parece un zombie, camina de aquí para allá y sin hablarle a nadie, ni siquiera a sus amigas, no me gusta a dónde va esto. - Ya le di un ultimátum. - ¿ Qué ? ¿Un ultimátum sobre qué? - Bueno, ese chico Gastón tiene hasta mañana para venir a hablar con nosotros, si no lo hace Alana tendrá que Rechazarlo. - Te volviste loco? Cómo puedes pedirle algo así? La harás sufrir. - La haré sufrir yo? Eva, de verdad? La hará sufrir el mismo, que no la ha tomado en serio. Esto es algo serio y que me preocupa mucho, no le veo
Alana caminaba con prisa dentro del bosque, ese día hacía un frío espantoso, deseaba tanto que pasara rápido el invierno. Cada día era más frío que el anterior. Sus labios que habían sido pintados con un delicado brillo rosa, amenazaban con resecarse debido a la brisa. Sus botas se hundían en la nieve con cada paso que daba. Caminaba por el camino que creyó era el correcto, siempre veía a Gastón alejarse por ese lado, no sabía que tanto iba a caminar, pero por lo menos haría el esfuerzo. Estaba segura de que Gastón tenía una razón justificable para no haber vuelto a la manada. Y si era miedo? Pensó, también era valido, a cualquiera le daría miedo lo desconocido. Llevaba al menos una media hora caminando, lamentaba no haberse puesto uns bufanda, la necesitaba, estaba segura que sus mejillas estaban rojas cuál tomate debido al frío. Siguió caminado hasta que sintió que se había alejado mucho de la manada y no parecía llegar a ningún lado. Comenzó a preocuparse y si se perdí
Bosque - ¿Que haces aquí? Estás muy lejos de tu hogar - Vine a buscarte, pero la verdad acabo de arrepentirme, no pareces pero ni un poco feliz de verme. Su voz fue mordaz, algo que no le gustó a Gastón, porque no aceptaba que nadie lo tratara de esa forma, el único al que se lo permitía era Isan y sólo por sus planes. La miró y trató de tragar todo aquello que de verdad quería decirles. - ¿ Qué hablas? Es sólo que esto por aquí es peligroso y está sólo Alana dudó que así fuera, cuando su mirada se cruzó con la de ella después de la caída, el le dió la mirada más fría que alguien pudo haberle dado nunca. - Creo que me iré mejor, sólo quería decirte que, si no hablamos hoy o a más tardar mañana con mi familia, lo nuestro se acaba. Al Vampiro no le gustaron las palabras que salieron de la boca de la loba, no podía alejarse, no todavía. - Yo iba a eso, hacia tu casa. - Pensé que no te importaba esto. - Alana, yo te dije que tenía cosas que hacer. - No dijiste que
Los ojos de Gabriel eran fuego puro, como si el mismo infierno se encontrara en su mirada, los miró a los dos, pero la mirada que le dió a la loba fue fugaz y casi imperceptible, sintió las venas de su frente tensarse de sólo tenerlo frente a él, había algo más de ese chico que no le agradaba y no, no era sólo el hecho de que estuviera con Alana y aceptaba para si mismo que si, estaba celoso. Celoso y arrepentido de haberse dado cuenta tan tarde, porque bastó tocarla una vez, sentir su piel una vez, sentir sus labios, sentir el calor de su cuerpo, el olor que emanaba, ese brillo cautivador en su mirada, la forma en como le hablaba, como se mantenía cerca de él, como si su cuerpo buscara el suyo. Lo había sentido tantas veces, tuvo muchas oportunidades, oportunidades que la misma loba le había dado y que el se encargaba de rechazar, le dolía ser el culpable de haberlo perdido, pero lo que más le dolía era verla junto a otro, ese día de su cumpleaños la sintió suya, sintió la conexió
Caos... - Y bien? Preguntó el Alfa a Gastón, empezará a hablar usted o lo haré yo. El vampiro guardó silencio por unos segundos y luego se aclaró la garganta - Yo, eh, bueno vengo por mi relación con Alana, todo esto es nuevo para mí, pero haré lo posible por apegarme a sus leyes. Alian sintió su sangre hervir, al escucharlo hablar. No era posible que no hubiera nadie en la manada que le cayera bien este chico, sólo a Alana. No, no, es que Alian tenía el presentimiento de que ese hombre de ahí escondía algo y que la que saldría más afectada era Alana y no lo iba a permitir, así tuviera que arrancarle la cabeza de un jodido mordisco. Decidió no mirarlo y tratar de concentrar su mente en otra cosa, porque si dejaba que su instinto tomara el control la cosa se iba a poner fea. - Bueno, lo primero es que debes olvidarte de tu mundo, Alana es hija de un Alfa, no saldrá de esta manada a menos que tú fueras un lobo, pero en vista de que no - El Alfa se tomó unos segundos para seguir
Los primeros en salir fueron Alana y Gastón, Alana caminaba tan rápido cómo si necesitara salir de allí lo más rápido posible, Gastón hacía lo propio. Pero estaba molesto, esos lobos querían ser una piedra en el Zapato y el no lo iba a permitir sobre todo ese fulano beta, que no le quitó la mirada de encima ni por un segundo, también lo vió mirar de vez en cuando a Alana, pero las miradas que le daban a él, eran dagas unas dagas que amenazaban con traspasarlo en cualquier momento. Sin darse cuenta caminaron juntos hasta el bosque, cuando se dieron cuenta ya estaban en el sitio donde siempre se veían, Alana por instinto miró a su alrededor para asegurarse que nadie los vigilara. Aún sentía como su corazón latía desbocado, estaba dolida y molesta. No podía creer que su propia familia le hiciera esto, como eran capaces de interponerse entre Gastón y yo pensó Alana, sobre todo Alian, el era el que menos derecho tenía para decirle algo. Bufó molesta. No se dió cuenta en qué momento Ga
Después de aquel extraño encuentro en el bosque, Gastón había quedado pensativo y rápidamente las preguntas comenzaron a aparecer en su mente. Había algo en Alana, claro, pero. ¿Por qué lo ocultaban tanto? Cuál era la razón? ¿ Por qué nadie debía saber? Y Alana? ¿ Ella sabía algo? Estaba seguro de que ella tampoco sabía nada, pero eso podría ser bueno. No conocía a esa persona, pero pudo notar el desprecio que sentía por la loba, sus palabras salieron de su boca con desdén y sus ojos reflejaban odio. Al principio lo había dudado pero conforme sintió lo que esa persona transmitía estuvo seguro de que no le mentían. Por lo menos esa conversación lo ayudo a drenar un poco la rabia que sentía, debía pensar muy bien que iba a hacer de ahora en adelante y como tenía que actuar con Alana. (...) Después de que Alian le hubiera pedido regresar al bosque con Alana se vio entre la espada y la pared, sentía como si tuviera una bomba encima a punto de explotar, se puso tan pálida, que Ali
La mente de Ziara no dejaba de dar vueltas, la cena fue una tortura. No porque la comida estuviera maluca, sino que la culpa la invadió por completo, las palabras de Eva hicieron mella en su mente. Se expresó muy bien de ella y no lo merecía. Apenas y probó bocado, pero se le había ido el apetito. La tensión en la mesa era palpable y agradeció por ello porque no se dieron cuenta de que no había podido levantar la mirada de la mesa. Reaccionó cuándo Alian le preguntó que si se sentía bien, odiaba mentir, cada día eran más y más mentiras. Le dijo que estaba resfriada y que se sentía mal. Alian le pido que comiera un poco pero no pudo, era como si su boca y estómago se hubieran cerrado y no recibieran nada, el lobo la miró con preocupación, ella le preguntó que si podía subir a la habitación y el asintió. Pidió disculpas por retirarse y se levanto. Eva la vio alejarse y luego miró su plato, estaba todo revuelto pero aún así la comida estaba completa en el plato. - Alian, ¿ Qué le