Ya íbamos de regreso a Bogotá, miraba por el retrovisor a mis hijos dormir, a mi lado Patricia también iba profunda. Esta semana en el recorrido de estar uno o dos días en algunos pueblos de la costa entre Coveñas y Montería fue gratificante. Era un nuevo mundo lleno de responsabilidades, tener hijos era principalmente eso. Tener una carga enorme de responsabilidad porque amor tenían de sobra.Nos la pasamos detrás de dos corredoras que no veían el peligro y fue una tarea titánica, eso me gustaba que mis hijas serán hermana y las mejores amigas, al menos eso espero. También me di cuenta de que Emmanuel comenzó a imitarme, en la manera de actuar, vestir y comportarme, eso me llenó de orgullo y Patricia también lo notó. Dicen que el ejemplo no son las meras palabras, esas solo se hacen fuerte cuando las respalda lo que en verdad educa y es el ejemplo.Quería quedarme más tiempo, pero era imposible, los compromisos, los abuelos, y mi padre ya necesitaba descansar, no tenía por qué seguir
Sonreí, lo que había hecho activó todas mis alarmas. Tal vez ella necesitaba algo más y le daba pena decírmelo. Antes de que se alejara la tomé de la mano y la senté sobre mis piernas. Nos miramos, ella estaba al inicio desconcertada y luego sus ojos brillaron.—¿Quieres jugar?Se movió sobre mi endurecido miembro. Su mirada era una invitación, su cuerpo un llamado. Debe de tener necesidad de hacer el amor, puede que su enfermedad se active, desde hace quince días estábamos incrementando el deseo, aparte de que teníamos meses de no tener sexo. Arrugué la frente.» ¿Qué pasa?—Patricia, ¿necesitas sexo? —Me miró por un segundo—. No quiero ofenderte, Diosa, pero este juego a lo mejor reactiva… —puso su dedo en mis labios.—Tranquilo, ten la seguridad que si llego a sentir que no puedo soportar el calor que genera la enfermedad, corro a violarte y retomaré el medicamento.El morbo había pasado, le acaricié el cabello. Había amor y ahora sentía que teníamos diálogo, sabía lo que le pasaba
Llegamos a la iglesia, ingresó conmigo tomados de la mano, al otro lado tenía a Emmanuel que anda de un amor con su padre, y no lo juzgo, José Eduardo es un amor de ser humano, aunque ya le conocí su lado oscuro. Nos encontramos a David.—¡Qué alegría verlos! —Me dio un beso en la mejilla—. No pensé encontrármelos, los hacía aun paseando.—No alcancé a llegar a misa en la mañana como acostumbro con Maju y mis padres. Pero ya me salté dos domingos.En esto sí era un poco reglamentaria. A mí me gustaba mucho esta parte de mi comunión con el de arriba, no obligo a nadie a asistir, pero en mi rutina de vida el congregarme es importante.—Sí, todos vienen a misa de las siete. Yo prefiero el anonimato. —Ya iba a comenzar.—David te invito a cenar a nuestra casa. —Le dijo José Eduardo.—¡Claro! Detesto cocinar para mí solo. Guillermo se fue el fin de semana a Bucaramanga a pasar unos días con la familia de Santos. Llega mañana a primera hora.El niño quedó en medio de los dos, y David a mi l
Regresamos a la casa, David aparcó su carro, desde el regreso de la misa Patricia y yo no hemos hablado, mantuve su mano entre la mía, y antes de bajarnos hablé.—Te amo Patricia, aún no sé lo que voy a hacer, pero sanaré la cicatriz dejada esa noche en el baño de la discoteca.Sonrió y me dio un beso en la comisura de mis labios. Sí, ella no esperaba de mí el ofenderla como una prostituta. Hasta el tema del acto sexual me lo hubiera perdonado, en nuestra intimidad hacer el amor de manera salvaje era contemplado, pero los billetes que le di fue mi propia tumba ahora. Ingresé con David al despacho.—¿Por qué presiento que vas a pedirme muchos favores? —sonreí.—Más o menos. Pero la verdadera razón es para agradecerte el cuidarla en esa ocasión, aunque no fuera nada mío en ese entonces. Ni siguiera nos conocíamos.—Me alegra que hayan hablado y estén en el plan de reconciliarse. Para quien no los conocen, actúan como una pareja normal.—Aún no lo estamos del todo. Por los niños tengo pe
No tenía idea lo que se traía José Eduardo entre manos. En la mañana desayunamos, llevó a Emmanuel al colegio y no sé quién iba más feliz, si el hijo o el padre. Hoy confirme lo que suelen decir mis amigas; que nosotras no tenemos los hijos que tenemos, sino que se nos endosa un hijo más grande y ese era el marido.Y ya me di cuenta de que tendré uno más grande. No me confirmó si iba a venir a almorzar, me dijo que pasaría por el niño al colegio, y estaría el resto de la tarde con su padre. Debía recibir de nuevo las riendas de los restaurantes, ese era su deber, devolverle la tranquilidad a su padre y que siga disfrutando de la jubilación. Luego se iba a reunión con Alejo en la oficina de Arqui Diseño para hacer algo. Eso sí, me pidió los planos de la casa.Hace una hora llegaron mis coequiperos en la jardinería, los dejaría que continuaran con la siembra de azucenas que no era tan fácil, había estado leyendo al respecto. Pero ahora debía ir a mirar las fundaciones y luego quedarme c
Estábamos todos arreglados para la reunión de Eduardo José. —Estas tres semanas se había pasado muy rápido: los niños, el evento del cumpleaños, el trabajo, el colegio, la construcción, que se tardó una semana más porque los dos arquitectos debieron viajar de urgencia con César y Fernanda a ver algo que se presentó de última hora en el hotel que estaban construyendo en Jamaica y David lideraba.Llegaron hace unos días y retomaron lo que fuera que estuvieran haciendo. Por eso se atrasó la entrega, pero a mi parecer ya debieron de haber terminado, porque no hay trabajadores. Luego se unió con el cumpleaños de nuestro hijo y nos enfocamos en la celebración del primer año. —miré a los invitados—. Nuestra casa se encontraba llena, los niños corrían en el patio, la organizadora hizo lo que deseaba; sencillo y hermoso. Mientras supervisaba la entrega de helados. Recordé cuando ingresamos en el concesionario.Sí, una de las sorpresas de José Eduardo era regalarme un carro, su camioneta volvió
En la vida había tenido tanto susto a la espera de una respuesta para que aceptara de mi propuesta, ni cuando le pedí que fuera mi esposa la primera vez. No me atrevía ni a tocarla, permanecí a una considerable distancia, para no presionarla, sin embargo, ella lloraba y ya me estaba preocupando. Apenas logró calmarse miró una vez más el invernadero. Luego pasó por mi lado…No fue suficiente. Veo que debía seguir intentándolo, suspiré frustrado. No se sintió nada bien, yo tenía la esperanza… hasta traje una colchoneta y cobijas. Dilia no demora en irse con los niños a donde mis padres. La idea era quedarnos solos…—José Eduardo, acepto. —Me giré apenas la escuché—. La puerta estaba abierta y ahora tenemos niños en la casa.Patricia se quitó su pijama, la misma que le había puesto anoche y ante mí quedó con esa increíble ropa interior, mi pene reaccionó en automático. Verla caminar hacia mí, derrochando esa sensualidad que me volvía mierda.» Acepto, te amo.Mi boca se apoderó de la suy
Estaba muerta del hambre, pero el deseo ganaba la partida, ya que descansábamos unos segundos y volvíamos al rin. El deseo ganaba, la necesidad de tenerlo dentro de mi cuerpo venció el cansancio y el hambre. No obstante, ya estaba agotada. Lo abracé contra mi pecho mientras descansamos de una larga y deliciosa sesión de sexo anal, acariciaba mi espalda, mientras yo quería meterme dentro de su piel para fundirme en su pecho.—Tengo hambre, Diosa, —solté una carcajada—. Mucha hambre, si no como voy a desmayarme. —Estaba igual.Habíamos pasado cuatro horas en donde solo nos poníamos al día de la abstinencia. Nos pedíamos perdón y reiniciábamos el placer. —Ingresemos a la casa. Yo también tengo hambre.—No quiero alejarte, —volví a reír—. No entiendo qué me pasa.—Esta clase de comida, —señalé nuestros cuerpos desnudos—. No quita el hambre. Al contrario, ocasiona más. Y al ritmo que vamos, quedaremos embarazados muy pronto, aún sigo asimilando el tener cinco hijos. —No tengo problemas