—¡DILIA! —escuchamos el grito de Patricia—. ¡Llama a urgencias, por favor! —Dilia ingresó corriendo, la seguí, pero me quedé afuera de mi habitación, escuchando—. Le llegó a cuarenta, —decía Patricia al borde del llanto—. Mi amor, por favor chiquita, no asuste a mami.Toda la piel se me erizó, yo podía ser el causante de ese estado. Mi tía me dijo que María Paula pasaba con mi todo por todos lados. Que era admirable el cómo la niña me quería sin que me conociera.» Comenzó a delirar, llama a urgencias, voy a meterla debajo de la ducha, llama a su pediatra Dilia, por favor. —decía desesperada. Las manos me temblaban. La nana salió.—Señor, la niña lo necesita a usted. Ella lo adora de una manera extraña, Eugenia también, pero ahora que la niña sepa que usted la está cargando, va a mejorar, por favor.Ingresé a la que fue mi recámara y estaba intacta salvo por la cuna, me acerqué y ahí estaba mi hijo, mi hijo. Mi bebé. Contrólate, José Eduardo, era cachetón como me dijo mamá, dormía pro
—¡Jamás!El niño sonrió y por un impulso me abrazó por las piernas, esta vez no cometeré el mismo error que con María Paula. Lo cargué, y se prendó a mí como un koala.—Gracias, señor. Ahora si puedo dormir, he estado despierto, mi mamá siempre ha hablado con la nana, le dice que temía que usted no nos acepte y se enoje por llevar su apellido, pensaba que cuando usted llegara nos iba a devolver, no quiero pasar hambre otra vez, desde que ella nos encontró no me han vuelto a pegar.Si algo no toleraba en la vida era el maltrato a un niño, por eso era tan sobreprotector con Ernesto y cuando vi las marcas dejadas por Sandra aquella vez, puse en alerta a Alejandro. Con cada minuto descubría a una Patricia distinta, aunque a ella los niños siempre le había gustado.—Debes dormir, mañana hay un viaje.—¿Usted va a ir?—Esa es la idea.Lo dejé en su cama, su habitación estaba decorada con motivos de Iron Man. Le puse su cobija y antes de salir escuché a Patricia hablar o más bien implorar co
Llegué en medias a la casa de mis padres, los zapatos se quedaron mojados en el baño de la habitación principal. Eran las cuatro y media de la madrugada, tenía el tiempo justo para ir a donde quería y necesitaba ir. Olga se encontraba preparando el desayuno, mis padres acostumbran a tomarse un café a las cinco juntos en la sala echando tertulia como dice mi viejo. Ingresé al cuarto, abrí la maleta. —Necesitaba una maleta más pequeña, vamos a la playa, debía llevar bermudas y camisetas.No traje muchas, no iba a regresar a Chile a menos que sea con toda mi familia. Tocará comprar ropa en Coveñas. Como sea metí lo que encontré acorde, camisetas, un jean más que me llevaré puesto, chanclas y sandalias, bóxeres, mis artículos de aseo personal. — Después de tener todo desordenado en la maleta, fui al baño. Al salir arreglado mi madre sonreía y cerraba la maleta que había arreglado hace unos minutos.—Listo, ya dejó de ser un nido de pájaro. —sonreí—. No viniste a dormir…Ahí estaba su curi
—Te voy a hablar en modo sacerdote. Si eres creyente tú y Patricia siguen casados, no te puedes casar por la iglesia con ninguna otra persona a menos que seas viudo y no es solo en la iglesia católica, es una regla en todo el ámbito religioso. Tú te casas ante Dios una sola vez, así la sociedad dictamine lo que quiera dictaminar. Esa es la razón por la cual ya el matrimonio se ha convertido en una utopía, cada vez las personas le huyen al compromiso y por ende estamos generando una sociedad débil.» Mira tu convicción, te carcome el alma al pensar en tu divorcio y tienes hijos que en tu mente solo se concebían bajo el matrimonio, sea religioso o civil, todo eso es por el ejemplo recibido. Tus padres llevan treinta y tantos años casados. El ejemplo vale mil veces más que mil palabras, ahora eres padre, debes de tenerlo presente, así tú les dices a tus hijos «a tu pareja no se le pega», pero te ven pegándole… ¿Qué harán ellos al crecer?» Tú sigues casado por la iglesia, ahora debes es
El corazón me latía a mil desde que iba de copiloto en la camioneta, las niñas se durmieron al igual que Eduardo, les puse su manta de princesas, quien iba despierto y mirando todo era Emmanuel, pareciera estar grabándose el lugar. Todo esto era nuevo en su mundo. Si había viajado a las fincas con sus abuelos en Melgar, había disfrutado de la piscina, la primera vez casi no lo saco de ella.Julián y Samuel le estuvieron enseñando todos los días y practicaba hasta tarde. José Eduardo no dejaba de mirarme, lo hizo de manera constante, anhelante, parecía sublime el momento, era tangible la sensación. No hemos vuelto a hablar desde el ingreso al auto. Mi mente no dejaba de enviarme maneras para romper el silencio, pero me acobardaba en el último instante. El que me haya dicho que volvería a conquistarme me tenía en la atmósfera y con el pulso a mil por hora. —Hijo, ¿conoces el mar? —habló.Su voz me encantaba, tenía un tono grueso, jodidamente varonil, estábamos saliendo de Bogotá, paga
Solté una sonora carcajada al verlo afectado porque no comían como se debía, además fue permisivo y ellas se la montaron.—Dicen que las madres son magas, ahora comprendo el origen de eso. —cargué a Eduardo para cambiarlo, tomé su pañalera—. Cuidado con los niños, voy a cambiar al bebé.Se acercó al niño y lo besó. Quedamos tan cerca, nuestro aliento se chocó y al mirarnos, me sonrojé, di un paso atrás y fui al área de bebé, mi gordito estaba muy orinado. Lo dejé reluciente, salí a mirar cómo iba José Eduardo.Verlo detrás de una y luego de la otra me hizo reír. Las niñas corrían una persiguiendo a la otra, Emmanuel riendo como pocas veces lo había visto, ¿será por qué veía una figura paterna o por lo que habló con él? Tal vez sean ideas mías, sin embargo, debía prestar atención para comentarle a Maju quièn era una de su psicóloga. Le dejé a Eduardo.Sentía el amor entre nosotros, eso no se había perdido, de hecho, creía que había aumentado. —Calma, Patricia, calma. Deja que todo fluy
Tomé de manera rápida una toalla y lo ayudé a secar, escuchaba a José en el baño.—El señor José dijo que debíamos bañarnos, tú ya te bañaste, él está bañando a mi hermanito. —Lo ayudé a vestir, le di un beso en la mejilla.—Emmanuel ve a cuidar a tus hermanitas, toma la llave.—Si señora.—Yo arreglo el cuarto. —salió, arreglé el cuarto, luego toqué la puerta.—¡Emmanuel se me quedó la toalla! —ahí estaba pintado.—Soy Patricia. —tenía la toalla en la mano.—Estoy en paños menores.Me reí. Una obscena imagen realizándole sexo oral llegó a mi mente, ¡contrólate! Deja de pensar en tu exmarido de esa manera, lo había bloqueado para evitar que el deseo me invadiera, pero con solo verlo, sentía un deseo por mi marido, más no era ese desespero que sufría antes.—¿Qué quieres que haga entonces? —dije.—Si no te da pena, ingresa.Me reta, no me iba a amedrentar, pero… al ingresar no pude evitar no repararlo de pies a cabeza, al hacerlo él se percató, estaba con esa sonrisita llena de lujuria
No sé cómo sentirme, tenía una alegría interna porque Patricia no me había mandado a comer mierda. Sin embargo, hasta el momento solo era decencia, cada vez que ha tenido la oportunidad ha dejado en claro que no se quería acostar conmigo por ahora. Y estaba seguro de que tenía mucho que ver mi comportamiento para con ella en el baño de la discoteca de mi primo. Si de algo me arrepiento en la vida fue de haber cometido esa bajeza. Esa fue la razón principal por la cual hui. Nos habíamos cambiado de ropa, los niños querían ir a la playa, además necesitaba tomarme varias fotos, ¡quiero estar en esa pared con mis hijos!—Señor José, ya estoy listo.Emmanuel asomó su carita por mi habitación, cada uno tenía su cuarto y a mí me mandaron al cuarto de huéspedes. Patricia con una decencia me dijo: «¡Está amplio el cuarto donde dormirás estos días!, espero te guste». Y sin duda me lo merezco, cuando me quede solo sonreí ante su muy decente manera de decirme, ni sueñes con dormir conmigo. Por es