Mientras esperábamos en la sala de espera me di cuenta de que Eduardo José había sido un soporte fundamental para la señora Katy, me lo entregaba para darle el seno, del resto se aferra a ese cuerpecito gordito, no debía de ser fácil para ella, pasar de nuevo por una situación igual. Esto era traerle malos recuerdos ante la muerte de su otro hijo.Como me lo había dicho siempre, si por ella fuera no quisiera que su hijo condujera. Por otro lado, María Paula no se había despertado, seguía en los brazos de su abuelo y cuando se cansaba, porque era otra preciosa gordita, Alejo lo relevaba. Pronto abordaremos, nadie había hablado más de lo necesario. Yo no había dejado de hacer el rosario mentalmente, me aferraba a pedirle al único que lo podía todo. Mi celular sonó, al mirar era el padre Castro.—Padre.—Hola, Patricia.—¿Ya se enteró?—César y yo tenemos buena comunicación.—¿Usted cree que sea justo? ¿Faltaban cuatro días para su regreso y ahora pasa esto? Ni salada que estuviera, padr
Todos estaban de acuerdo en que yo no me quedara en la clínica por los dos bebés que tenía.—En un hotel no me gustaría por los niños, sin embargo, debemos estar cerca, hasta que salga de cuidados intensivos, sé lo traumático que es todo esto, solo nos dejan verlo una hora en la mañana y una en la tarde. —Me acarició el rostro—. Esperemos a ver cómo evoluciona.—Yo los dejo, debo hacerme cargo del cuerpo de Óscar y buscar a su o sus hijos.—Tío te acompaño, pero déjame hablar primero con la esposa de Manuel, no puedo estar aquí esperando noticias de mi hijo, me vuelvo loco.—Patricia, los niños no se pueden quedar todo el tiempo aquí en una clínica. Estás de acuerdo con eso, ¿cierto? —miré a Alejandro y afirmé.—En la viña está Arelis, ella podría cuidarlos, creo que es mejor que todos nos quedemos en la viña. —comentó la señora Elsa—. Queda a una hora del pueblo, apenas salga de cuidados intensivos, se podría trasladar al hospital del pueblo, esa es una opción. —Por ahora debemos e
Amaba este lugar, siempre le dije a José Eduardo que nos viniéramos a vivir a Chile, reconozco que lo quería por un acto egoísta, para dejar el pasado atrás. Hacía mucho frío, por más que la calefacción se encuentre encendida, miré a mis dos hijos, dormían plácidamente. Puse almohadas en los dos lados y corrí a bañarme; me daba pavor que se despertaran y se cayeran de la cama. Al salir, María Paula estaba despierta, la cargué y bajamos al comedor. Todos se encontraban arreglados, había una cuna de madera a un lado de las escaleras. Debía regresar por el niño.—Me acordé de que nunca botamos la cuna de José Eduardo, ya Arelis la limpió y arregló y como pasamos más tiempo en la planta baja podemos tener ahí a los bebés, es bastante grande.—¡Muchas gracias! —Le pedí el favor a Arelis para que bajara a mi hijo, lo metió en la cuna, seguía dormido.—Patricia, nosotros vamos en horas de la mañana y tú vas con Alejo en la tarde. ¿Te parece?—Claro, así los niños no se quedan solos.—Después
Escuchaba la voz de mi madre orar, y era consciente de que no podía hacerle esto a ella, ya había sufrido por la muerte de mi hermano, además debía conocer a mi hijo… ya tenía un hijo, y no estuve ahí por marica. Todo el cuerpo me dolía, intenté moverme, pero no pude. Pero debía intentarlo, estoy aquí madre.—Tú nos haces pasar el valle del dolor, creí haberlo pasado con la muerte de Emiliano, por favor, Jesús, no te lleves a mi otro hijo. Llévame a mí, sabes que vivo solo por José Eduardo. Papá Dios, yo pago cualquier penitencia, cualquier ofrenda, pero no te lo lleves. Mira que él debe de conocer a Eduardo José. —El corazón palpitó, así me duela, el cuerpo debía moverme—. También debe conocer…—¡Katy se está moviendo! —Ese era papá.—¡Bendita eres virgencita del Carmen!Era la voz de tía Elsa, abrí mis ojos, pero no veía nada, tenía algo en los ojos o todo estaba oscuro.—¡Llamemos al médico! —gritó papá.—Hijo, cálmate, ¡gloria a Dios reaccionaste! ¿Sabes quién soy mi amor? ¿Puedes
Ya me había cambiado, me encontraba nerviosa, pero muy decidida, esperaba a la enfermera o a los doctores para que me ingresaran al quirófano. Recordé la conversación con el padre esta mañana, él lo llamé porque quería contarle sobre mi decisión, necesitaba hacerle una pregunta.—Hola, Patricia.—Hola, Padre. Perdón, por llamarlo a esta hora, debe encontrarse ocupado.—No lo suficiente, siempre tengo tiempo de entablar una conversación con una gran amiga. —Gracias. Necesito hacerle una pregunta.—Siempre tendrás una respuesta.Sonreí, íbamos para la clínica, me encontraba en la parte trasera de la camioneta, Alejo y don Efraín iban adelante.—¿Uno se puede arrepentir de dar? —hubo un pequeño silencio de su parte.—Si das, entregas o compartes con la intención de recibir algo a cambio, siempre te vas a arrepentir. Porque jamás la gente, el trabajo, la familia, una sociedad llenará tu perspectiva personal. En cambio, sí das, entregas o compartes sin esperar nada a cambio, solo porque n
Había pasado una semana, desde la cirugía no había vuelto a ver a José Eduardo, ayer fui por consulta para chequeo de cómo iba mi evolución. Mi ex ya se encontraba consciente, le dio muy duro saber de la muerte de Óscar, eso lo tenía desde ayer en silencio, eso me dijeron anoche. La señora Katy pasa la mañana con él y en la tarde lo hacía la señora Elsa, mientras tanto Carlos ya tenía permiso legal de su parte para representarlo en los juicios por lo del accidente y se encontraba ejerciendo su trabajo.Tenía varios temas legales internacionales y desde que llegó no había dejado de trabajar en mi caso, eso sí, todos los días lo visitaba un par de horas, entre las mentiras a medias que le dijeron a José para justificar tantos días en Chile, fue aparte de ser su representante en el juicio, vino a trabajar en unas adopciones, y como Beatriz no tenía el permiso en su tarjeta profesional para litigar y realizar trámites fuera de Colombia.Lo cierto era que lo había visto trasnochar leyendo
Carlos ingresó a la casona con don Efraín, Elsa, don Federico y la señora Katy, cada uno tenía regalos en la mano. Mis niñas: una intentaba gatear con la ayuda de Arelis y María Paula caminaba y fortalecía sus piernitas aún medio temblorosas, Emmanuel se levantó de donde estaba jugando y yo tenía a Eduardo José en brazos.—Dice así. —El corazón latió a mil, pero ya lo sabía, el abogado leyó una retahíla, a mí lo único que me importaba era—. Se otorga la tutela legal a Patricia de las Mercedes L’Charme Novoa y José Eduardo Villalobos Daza de los menores Emmanuel Villalobos L’Charme y Eugenia María Villalobos L’Charme.—Eso quiere decir que son mis hijos legalmente, ¿cierto?—Absolutamente, ¡te lo dije! Además, esa mujer está en la cárcel.—Quiero que mi nieto mayor me abrace. —exclamó el señor Federico y Emmanuel me miró.—Dales muchos besos a tus abuelos.«Si das sin recibir nada a cambio, la vida te devuelve lo que tú necesitas».Mi alma necesitaba a estos niños, el padre Castro lo d
Estos meses que habían pasado solo había recibido bendiciones, había días en los que me ponía a trabajar con este par de señores mayores que tenían más vitalidad que yo, por eso les decía chiquillos. Mi familia ya los conocía, ellos pensaban que eran jóvenes y se burlaron mucho de mí al conocerlos. Ese par de señores a mí me estaban han enseñado infinitamente.Habían sufrido a lo largo de los años y verlos reír porque se sentían tranquilos, ahora en su vejez no tenía precio. Los otros que me enseñan a diario eran mis hijos. Eduardo José, cada vez más gordo, dejó el seno hace un mes, él solito, como ya no le salía suficiente leche para atarugarse, porque era lo que le gusta a mi bebé; atragantarse al comer como si su vida dependiera de ello. Al no salirme como le gustaba me dio un mordisco que me hizo ver estrellitas y desde ahí no quiso pegarse, se lo ponía y torcía la cara.Mis dos princesas habían compaginado como si en verdad fueran hermanas, jugaban todo el tiempo con sus muñecas,