Escuchaba la voz de mi madre orar, y era consciente de que no podía hacerle esto a ella, ya había sufrido por la muerte de mi hermano, además debía conocer a mi hijo… ya tenía un hijo, y no estuve ahí por marica. Todo el cuerpo me dolía, intenté moverme, pero no pude. Pero debía intentarlo, estoy aquí madre.—Tú nos haces pasar el valle del dolor, creí haberlo pasado con la muerte de Emiliano, por favor, Jesús, no te lleves a mi otro hijo. Llévame a mí, sabes que vivo solo por José Eduardo. Papá Dios, yo pago cualquier penitencia, cualquier ofrenda, pero no te lo lleves. Mira que él debe de conocer a Eduardo José. —El corazón palpitó, así me duela, el cuerpo debía moverme—. También debe conocer…—¡Katy se está moviendo! —Ese era papá.—¡Bendita eres virgencita del Carmen!Era la voz de tía Elsa, abrí mis ojos, pero no veía nada, tenía algo en los ojos o todo estaba oscuro.—¡Llamemos al médico! —gritó papá.—Hijo, cálmate, ¡gloria a Dios reaccionaste! ¿Sabes quién soy mi amor? ¿Puedes
Ya me había cambiado, me encontraba nerviosa, pero muy decidida, esperaba a la enfermera o a los doctores para que me ingresaran al quirófano. Recordé la conversación con el padre esta mañana, él lo llamé porque quería contarle sobre mi decisión, necesitaba hacerle una pregunta.—Hola, Patricia.—Hola, Padre. Perdón, por llamarlo a esta hora, debe encontrarse ocupado.—No lo suficiente, siempre tengo tiempo de entablar una conversación con una gran amiga. —Gracias. Necesito hacerle una pregunta.—Siempre tendrás una respuesta.Sonreí, íbamos para la clínica, me encontraba en la parte trasera de la camioneta, Alejo y don Efraín iban adelante.—¿Uno se puede arrepentir de dar? —hubo un pequeño silencio de su parte.—Si das, entregas o compartes con la intención de recibir algo a cambio, siempre te vas a arrepentir. Porque jamás la gente, el trabajo, la familia, una sociedad llenará tu perspectiva personal. En cambio, sí das, entregas o compartes sin esperar nada a cambio, solo porque n
Había pasado una semana, desde la cirugía no había vuelto a ver a José Eduardo, ayer fui por consulta para chequeo de cómo iba mi evolución. Mi ex ya se encontraba consciente, le dio muy duro saber de la muerte de Óscar, eso lo tenía desde ayer en silencio, eso me dijeron anoche. La señora Katy pasa la mañana con él y en la tarde lo hacía la señora Elsa, mientras tanto Carlos ya tenía permiso legal de su parte para representarlo en los juicios por lo del accidente y se encontraba ejerciendo su trabajo.Tenía varios temas legales internacionales y desde que llegó no había dejado de trabajar en mi caso, eso sí, todos los días lo visitaba un par de horas, entre las mentiras a medias que le dijeron a José para justificar tantos días en Chile, fue aparte de ser su representante en el juicio, vino a trabajar en unas adopciones, y como Beatriz no tenía el permiso en su tarjeta profesional para litigar y realizar trámites fuera de Colombia.Lo cierto era que lo había visto trasnochar leyendo
Carlos ingresó a la casona con don Efraín, Elsa, don Federico y la señora Katy, cada uno tenía regalos en la mano. Mis niñas: una intentaba gatear con la ayuda de Arelis y María Paula caminaba y fortalecía sus piernitas aún medio temblorosas, Emmanuel se levantó de donde estaba jugando y yo tenía a Eduardo José en brazos.—Dice así. —El corazón latió a mil, pero ya lo sabía, el abogado leyó una retahíla, a mí lo único que me importaba era—. Se otorga la tutela legal a Patricia de las Mercedes L’Charme Novoa y José Eduardo Villalobos Daza de los menores Emmanuel Villalobos L’Charme y Eugenia María Villalobos L’Charme.—Eso quiere decir que son mis hijos legalmente, ¿cierto?—Absolutamente, ¡te lo dije! Además, esa mujer está en la cárcel.—Quiero que mi nieto mayor me abrace. —exclamó el señor Federico y Emmanuel me miró.—Dales muchos besos a tus abuelos.«Si das sin recibir nada a cambio, la vida te devuelve lo que tú necesitas».Mi alma necesitaba a estos niños, el padre Castro lo d
Estos meses que habían pasado solo había recibido bendiciones, había días en los que me ponía a trabajar con este par de señores mayores que tenían más vitalidad que yo, por eso les decía chiquillos. Mi familia ya los conocía, ellos pensaban que eran jóvenes y se burlaron mucho de mí al conocerlos. Ese par de señores a mí me estaban han enseñado infinitamente.Habían sufrido a lo largo de los años y verlos reír porque se sentían tranquilos, ahora en su vejez no tenía precio. Los otros que me enseñan a diario eran mis hijos. Eduardo José, cada vez más gordo, dejó el seno hace un mes, él solito, como ya no le salía suficiente leche para atarugarse, porque era lo que le gusta a mi bebé; atragantarse al comer como si su vida dependiera de ello. Al no salirme como le gustaba me dio un mordisco que me hizo ver estrellitas y desde ahí no quiso pegarse, se lo ponía y torcía la cara.Mis dos princesas habían compaginado como si en verdad fueran hermanas, jugaban todo el tiempo con sus muñecas,
Estaba como loca corriendo de un lado al otro, con la organización de la fiesta del cumpleaños de mis dos princesas, ayer dejé organizado el lugar, el jardín de la casa de Maju quedó precioso. Ahora andaba en la maratónica sesión de arreglar a mis hijas, quedé de llegar con tiempo, mis padres y mis exsuegros quedaron en pasar por nosotros. Por eso mis padres ya se habían ido a la casa de Maju con Emmanuel y Eduardo José a los dos los arreglé muy rápido. Hace unos veinte minutos se fueron.Me quedé con la señora Katy, Elsa, Efraín y don Federico, ellos esperaban en la sala mientras yo terminaba de arreglar a mis muñecas, ya había aprendido a hacer tremendos peinados. Pero hoy deseaba verlas con sus cabelleras al natural, como yo. Que ellas lucieran su lindo cabello.Les compré un vestido con el mismo diseño, pero diferentes colores, María Paula era blanca, a ella los pasteles la hacían ver muy pálida, su cabello era de gajitos negros y lo tenía muy largo, le había hecho una trenza en m
La gente comenzó a llegar, los recibí en la puerta de la entrada, había dejado a mi hijo en los brazos de su abuela Katy, los primeros en llegar fueron los Katsaros, saludé a Blanca, a Deacon, Egan y Adara, al ver a los niños crecer era cuando uno decía que nos estábamos poniendo viejo; las dos bolsas de regalo en manos de los menores, Blanca como siempre de linda, sencilla y eso sí, con su labial fuerte, Deacon todo un caballero.—Sigan están en su casa, las cumplimentadas andan por ahí corriendo, solo espero que, al momento de las fotos, los peinados los sigan conservando.Blanca sonrió. No alcancé a cerrar la puerta cuando llegaba mi prima Socorro y su familia; los Kozlov venían con dos osos de peluches, Alexey también se había convertido en el gran amiguito de mi hijo Emmanuel, lo aceptaron muy bien y eso me gustaba mucho. Todos ellos eran contemporáneos en edades, siendo Alexey el menor de ese grupo de niños.Teníamos una cosecha de niños y no sabíamos qué hacer cuando se reunían
Las pizzas por fin habían llegado, Santos y Guillermo me ayudaron a dejarlas en la cocina. En eso escuché el llanto de María Paula, y sin pensarlo corrí a ver lo que le había pasado. Me daba un terror enorme que se golpearan o lastimaran, eso no lo había superado, no me gustaba ver a ninguno de mis hijos con heridas.Mis padres me dicen que non los sobreproteja y mis suegros que en cualquier momento ellos se darán algunos golpes porque hacen parte de su crecimiento. Hasta mi hermana me ha recordado las veces que yo me di de porrazos en la finca. Pero una cosa era yo, otra mis hijos. —resulté ser demasiado sobre protectora—. Al llegar a su encuentro mi hija lloraba porque se había regado el helado en su bello vestido y verla con su carita de tristeza me conmovió demasiado.—¡Cielo no llores! Ven, vamos a limpiarte.El alboroto de los niños en el patio era la revolución, corrían de un lado al otro por todas partes, adultos riendo. Me agradaba que el ambiente fuera ideal para la celebra