Estos meses que habían pasado solo había recibido bendiciones, había días en los que me ponía a trabajar con este par de señores mayores que tenían más vitalidad que yo, por eso les decía chiquillos. Mi familia ya los conocía, ellos pensaban que eran jóvenes y se burlaron mucho de mí al conocerlos. Ese par de señores a mí me estaban han enseñado infinitamente.Habían sufrido a lo largo de los años y verlos reír porque se sentían tranquilos, ahora en su vejez no tenía precio. Los otros que me enseñan a diario eran mis hijos. Eduardo José, cada vez más gordo, dejó el seno hace un mes, él solito, como ya no le salía suficiente leche para atarugarse, porque era lo que le gusta a mi bebé; atragantarse al comer como si su vida dependiera de ello. Al no salirme como le gustaba me dio un mordisco que me hizo ver estrellitas y desde ahí no quiso pegarse, se lo ponía y torcía la cara.Mis dos princesas habían compaginado como si en verdad fueran hermanas, jugaban todo el tiempo con sus muñecas,
Estaba como loca corriendo de un lado al otro, con la organización de la fiesta del cumpleaños de mis dos princesas, ayer dejé organizado el lugar, el jardín de la casa de Maju quedó precioso. Ahora andaba en la maratónica sesión de arreglar a mis hijas, quedé de llegar con tiempo, mis padres y mis exsuegros quedaron en pasar por nosotros. Por eso mis padres ya se habían ido a la casa de Maju con Emmanuel y Eduardo José a los dos los arreglé muy rápido. Hace unos veinte minutos se fueron.Me quedé con la señora Katy, Elsa, Efraín y don Federico, ellos esperaban en la sala mientras yo terminaba de arreglar a mis muñecas, ya había aprendido a hacer tremendos peinados. Pero hoy deseaba verlas con sus cabelleras al natural, como yo. Que ellas lucieran su lindo cabello.Les compré un vestido con el mismo diseño, pero diferentes colores, María Paula era blanca, a ella los pasteles la hacían ver muy pálida, su cabello era de gajitos negros y lo tenía muy largo, le había hecho una trenza en m
La gente comenzó a llegar, los recibí en la puerta de la entrada, había dejado a mi hijo en los brazos de su abuela Katy, los primeros en llegar fueron los Katsaros, saludé a Blanca, a Deacon, Egan y Adara, al ver a los niños crecer era cuando uno decía que nos estábamos poniendo viejo; las dos bolsas de regalo en manos de los menores, Blanca como siempre de linda, sencilla y eso sí, con su labial fuerte, Deacon todo un caballero.—Sigan están en su casa, las cumplimentadas andan por ahí corriendo, solo espero que, al momento de las fotos, los peinados los sigan conservando.Blanca sonrió. No alcancé a cerrar la puerta cuando llegaba mi prima Socorro y su familia; los Kozlov venían con dos osos de peluches, Alexey también se había convertido en el gran amiguito de mi hijo Emmanuel, lo aceptaron muy bien y eso me gustaba mucho. Todos ellos eran contemporáneos en edades, siendo Alexey el menor de ese grupo de niños.Teníamos una cosecha de niños y no sabíamos qué hacer cuando se reunían
Las pizzas por fin habían llegado, Santos y Guillermo me ayudaron a dejarlas en la cocina. En eso escuché el llanto de María Paula, y sin pensarlo corrí a ver lo que le había pasado. Me daba un terror enorme que se golpearan o lastimaran, eso no lo había superado, no me gustaba ver a ninguno de mis hijos con heridas.Mis padres me dicen que non los sobreproteja y mis suegros que en cualquier momento ellos se darán algunos golpes porque hacen parte de su crecimiento. Hasta mi hermana me ha recordado las veces que yo me di de porrazos en la finca. Pero una cosa era yo, otra mis hijos. —resulté ser demasiado sobre protectora—. Al llegar a su encuentro mi hija lloraba porque se había regado el helado en su bello vestido y verla con su carita de tristeza me conmovió demasiado.—¡Cielo no llores! Ven, vamos a limpiarte.El alboroto de los niños en el patio era la revolución, corrían de un lado al otro por todas partes, adultos riendo. Me agradaba que el ambiente fuera ideal para la celebra
Si antes me caía muy mal, ahora detestaba a esta mujer. Y si no fuera por Fernanda, me habría comportado con Manuela como un demente. Porque tenía ganas de sacarla de mi vista a como diera lugar. —No te preocupes, José Eduardo. Los agravios de mujer a mujer no suelen verse como maltrato.De la nada Fernanda se puso al frente de ella y le dio una cachetada a Manuela, tal fue el impacto que los papeles que traía en su mano se le cayeron y mi tío los recogió, no habíamos terminado de reaccionar cuando su rostro fue girado de nuevo al otro lado por la segunda cachetada.» ¿Sabes lo que acabas de hacer? Patricia se ha mantenido firme a la espera de que este tarado reaccionara y se diera cuenta la calidad de mujer que tenía a su lado. Ahora se encuentra sufriendo por tu mordaz comentario. ¿Qué ganabas con decir qué eras su novia? ¡Eres una perra desgraciada! La cuál mendiga atención cual sanguijuela. —La agarró del cabello, pero mi tío la detuvo.—Preciosa dama, si al momento de presentar
Sabía que mi madre tenía razón, y el resto de las personas presente me miraban con ese deseo de que los escuchara. —De manera humilde afirmé. Y César continúo hablando.—David llegó a esa operación porque se encontraba a mi lado el día que pasó todo. Al escuchar a Patricia llorando por haber vuelto a recibir amenazas, le dije que era el momento de meter a ese tipo detrás de las rejas. Le pedí ayuda a David, el cual utilizó sus contactos.» Para hacerte corto el tema, luego de detenerlo ese mismo día que tú viste una mentira, Carlos se encargó de ponerle una demanda por extorsión y posteriormente fue el abogado que le consiguió a Patricia la liberación total de ese degenerado. El cual no solo extorsionaba a mi cuñada, sino a muchas más. Carlos no llegó a ese operativo, se mantuvo bajo perfil para no incomodar a Patricia.—Yo no sabía el pasado, solo me dijeron que la estaban extorsionando. —intervino Carlos. Dios me estaba sintiendo como el propio imbécil.—Esa fue toda mi intervención
No quiero pensar, no le voy a dar mente, como me ha enseñado el padre Castro.«Si sientes que la situación descontrolará todas tus emociones, respira las veces necesarias hasta que tu mente se enfríe un poco y luego escoge si puedes darle rienda suelta a ese sentimiento abrumador o si quieres deja enfriar tu mente completamente para poder pensar. Siempre eres tú quien tiene el control.»Escogí pensar después, mis hijos dependían de mí, Emmanuel no deja de mirarme, me seguía a cualquier parte de la casa desde que llegamos. María Paula se había quedado achicopalada, yo había llorado más por ella. Al fin y al cabo, José Eduardo no me debía fidelidad.La tarde había pasado y desde las seis de la tarde Mapa había presentado fiebre y creo que se debía al desplante de su papá, Dios si él no quería tener una hija adoptada, ¿cómo reaccionará cuando legalmente se entere de que era padre de cuatro? —La fiebre, había bajado un poco y la dejé dormidita en mi cama—. De mi parte, por momentos me cal
—¡DILIA! —escuchamos el grito de Patricia—. ¡Llama a urgencias, por favor! —Dilia ingresó corriendo, la seguí, pero me quedé afuera de mi habitación, escuchando—. Le llegó a cuarenta, —decía Patricia al borde del llanto—. Mi amor, por favor chiquita, no asuste a mami.Toda la piel se me erizó, yo podía ser el causante de ese estado. Mi tía me dijo que María Paula pasaba con mi todo por todos lados. Que era admirable el cómo la niña me quería sin que me conociera.» Comenzó a delirar, llama a urgencias, voy a meterla debajo de la ducha, llama a su pediatra Dilia, por favor. —decía desesperada. Las manos me temblaban. La nana salió.—Señor, la niña lo necesita a usted. Ella lo adora de una manera extraña, Eugenia también, pero ahora que la niña sepa que usted la está cargando, va a mejorar, por favor.Ingresé a la que fue mi recámara y estaba intacta salvo por la cuna, me acerqué y ahí estaba mi hijo, mi hijo. Mi bebé. Contrólate, José Eduardo, era cachetón como me dijo mamá, dormía pro