Capítulo 85

Sostenía su mano, miraba esa unión como si nada más existiera. Quería aferrarme a eso, a la idea de que su mano y la mía volverían a encontrarse siempre que lo deseara. Cuando más lo necesitara.

Mi verdad era otra, una que estaba matando lo más hermoso de mi vida. Los doctores me lo habían dicho, que mi mano no podría seguir sosteniendo la suya por mucho tiempo más. No una semana. Quizás solo un día.

—No llores —su voz era cansada, apenas audible—. Yo soy feliz.

Quise gritar.

¿Cómo podía ser feliz?

Se estaba alejando de mí, pronto no iba a estar. Iba a desaparecer.

Frías lágrimas se resbalaron por mi rostro.

—¿Cómo no voy a llorar? —acerqué su mano a mi rostro, ella estaba cálida—. Te estás yendo y no puedo hacer nada pa

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