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Frío, mucho frío, fue lo que comenzó a sentir mientras sus pupilas se dilataban tanto que perdió el enfoque de todo a su alrededor. Sus manos y piernas se entumecieron y eso no pronosticaba nada bueno. Su cuerpo estaba rechazando la mezcla de las esencias de los dos lobos en su interior. Y sentía que la conciencia lo iba a abandonado, flotando al borde de la muerte.

Ryan apretaba cada vez más incrustando toda su esencia por sus colmillos mientras sus manos se desplazaban por la cadera de él, tocando su piel. Ya Aidan ni siquiera lo sentía. Su corazón comenzó a palpitar tan rápido que lo oía en sus oídos. Su celo disparado por todo el estímulo irregular en su interior llenó la cueva de sus feromonas. Iba a ser marcado, apartado de Lucian y maldecido toda su vida y él no podía mover un solo dedo para impedirlo.

Quería levantarse, pelear, usar algunos de sus poderes, pero con solo pensarlo el dolor era tan grande que dejaba de respirar. Las toxinas de los dos lobos dentro de su cuerpo ya
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