Nicki sentía pequeños besos en la mejilla, en el cuello. Intentó abrir los ojos, pero estaba tan relajada que solo quería disfrutar del calor y placer que le estaban dando. Aspiró y sintió un aroma masculino, se acurrucó, atraída por su toque. Quería disfrutar de ese maravilloso sueño, aunque solo fuera eso, un sueño.Escuchó que ese delicioso espécimen le murmuraba algo en el oído, y le mordía, dicho sea de paso. No entendió, ni quiso hacerlo. Solo sonrió y a tientas, se encontró besando y deleitándose del sabor de Dylan. Si era un sueño, podía hacer lo que deseara. Comenzó a gemir, ansiosa por el. Segundos después, la luz que entraba por la ventana le obligó a abrir los ojos y se dio cuenta de algo. No era un sueño. Estaba en su habitación y Dylan estaba a su lado, sosteniendo su cintura y hundiendo el rostro en su cuello. Jadeó, sorprendida y asustada por encontrarse allí, arrimada y anhelante por el.—Mmm italiana… estas bonita hasta cuando despiertas— continuó el con su acometid
Nicki salió de la casa, dejó mas o menos organizado lo que quería que los de la mudanza se llevasen. Era raro mudarse, hace tan poco había comenzado a vivir allí, a acostumbrarse al lugar, que ahora nuevamente debería adaptarse a otro. Bueno, solo serían tres meses, pero ya era algo. Sería un cambio, tanto para ella como para Lapita. Dylan le convenció al decirle que había un gran patio para Lapita. Lapita era como un hijo para ella. Lo adoraba, en el poco tiempo que estaban juntos no podía imaginarse una vida sin él. Por eso mismo, cada vez le costaba mas salir de la casa y dejarlo solo. Tendría que ir a algún refugio y adoptar un hermanito para Lapita. Es más, en ese mismo instante, lo llevaba en el coche, mientras los de la mudanza llevaban todo. Tal vez, sin querer podrían dejarlo salir. No resistiría si algo le pasase. Lo primero que hizo fue ir con su moto al garaje donde tenía su auto y luego volver y buscar a Lapita. Llegaron a la casa de Alina. Tocó el timbre y una vez que
Ya habían pasado unos días, en tan solo unas horas sería la boda de Gina y Ryan.Dylan estaba con su hermana, en la habitación de ella. Gina se veía hermosa, sus ojos brillaban de la emoción. El también lo estaba, su hermana pequeña se casaría, y con su mejor amigo, no la confiaría a ningún otro hombre. Ryan la amaba a ella y a los niños por sobre todas las cosas. Maia dormía plácidamente en la habitación de al lado, Marco, por otro lado, seguía a su madre, mirándolo embobado. Ese niño era una bendición para la pareja.El se levantó y agarró al pequeño, le hizo carantoñas en la barriguita y disfrutó su melodiosa risa.—¡Tío! ¡tío! ¡no más! ¡pipí! ¡me hago pipí! — se revolvió en sus brazos Marco—No queremos que suceda eso. Estás hecho un galán como para que estropeemos tu ropa— dijo el, alagando lo formal que vestía. Llevaba un smoking que le quedaba precioso. Sería él quien llevaría los anillos. Marco le sonrió y lo abrazó fuerte. Ese niño era la dulzura personificada. Había perdido
Dylan se tocó el labio, este sangraba debido al puñetazo recibido. Miró furioso al hombre que se atrevió a golpearlo. Con una vez era suficiente, no esperó y le devolvió el golpe. Cayeron al piso enzarzados en una pelea, solo se oían gruñidos y maldiciones.Nicki y Lío quedaron mirando estupefactos al par de hombres. Por mas que Nicki trató de separarlos, Lío la detuvo y la arrastró hacia atrás. Quitandola del camino de los otros y evitando así un posible daño.—Déjalos, ambos necesitaban eso. Tenían ganas de golpearse desde que se vieron en la boda— parecía tranquilo. Ella no tanto. No aguantó y se acercó mueble bar y agarró lo primero que encontró. Le quitó la tapa a una botella y vertió el contenido sobre ambos hombres. Éstos se dispersaron y se levantaron, sacudiéndose la bebida. Ahora apestaban a whisky, tanto que a Nicki le dio arcadas, el olor era demasiado fuerte. —¿Qué te pasa Nicki? ¿por qué lo hiciste? — le barbotó Lucca a su amiga, aproximándose con prisa a ella.—No te a
Nicki se estaba preparando, en unas horas sería la cena de beneficencia. Habían pasado ya tres días de la boda de sus amigos. Buscó en su joyero unos pendientes y el collar a juego. Se los colocó y se miró al espejo. Ella era fanática de las joyas, tenía varios estuches con diferentes diseños y uno más llamativo y delicado que otro. El que llevaría puesto ese día se lo había regalado Alina y Dante cuando ella cumplió veintiuno. Era precioso, estaba engarzado con amatistas y turquesas, y un delicado broche de plata.Sintió mas que vio el aroma masculino y electrizante de Dylan. Se estaba colocando los gemelos y de paso se la comía con la mirada. Estaba enamorándose de el, eso le daba un poco de miedo, pero prefería disfrutar del momento y dejarse llevar. Nicki le sonrió y se sentó en la cama para colocarse los zapatos. Eran de color plateado y combinaba con su vestido, el cual abrazaba perfectamente sus curvas. Se aplicó un poco de perfume y se acercó a Dylan. Le toqueteó la corbata, e
Nicki despertó primero, miró hacia el otro lado de la cama y vio dormir profundamente a su esposo. Se arrimó a el y comenzó a acariciarlo, pasó sus suaves manos por encima del bello de su pecho, acariciando su piel tan pálida, su rostro se veía tan relajado… se subió en el, quedándose a horcajadas. Bajó dándole pequeños besos en la mejilla, en el cuello. Metió sus dedos en el cabello masculino y esperó paciente a que su hombre se despertara. Vio el momento exacto en que Dylan abría los ojos y la reconocía con placer. Éste le sonrió y reclamó que bajara la cabeza para invitarla a un dulce beso. A veces le sorprendía lo tierno y delicado que podía ser Dylan. El beso terminó siendo intenso, precioso y hambriento. Dylan le fue quitando la ropa sin prisa, aumentando la necesidad de satisfacción…Luego de un rato, abrazados y entrelazados Dylan le dijo—Eres tan sexy… ¿qué crees que hubiese pasado si no conocíamos en otras circunstancias? No lo se… tu como amiga de mi hermana y yo, precisa
Nicki la miró nerviosa, no quería pedírselo, tampoco quería contarle la verdad. En fin, tendría que ser creativa y esperar que él le creyera.—Yo…— no sabía cómo encarar la situación.—Dime, trataré de ayudarte como pueda— parecía tan conciliador —Bueno, yo, mmm… tendré que hacer un viaje. — ya estaba, lo había dicho—¿Un viaje? ¿y eso? ¿a dónde? — inquirió visiblemente confundido—A Sudamérica. Tengo un cliente allí. Se adelantaron sus planes así que debo ir antes. Tenía pensado comentártelo en unos días.—¿Quieres que te acompañe? Si me das uno o dos días puedo arreglarlo todo aquí, podemos pasar por EE.UU inclusive, de paso, adelanto lo mío también.—No no. Al contrario. Necesito que te quedes aquí. — le suplicó con la mirada. No quería alterar sus planes, pero prefería que el se quedara en Italia.—¿Por? — se sentó derecho, no le agradaba que ella quisiera estar lejos de el.—Mira— se estrujó las manos— tengo a Lapita desde hace poco, ha pasado por grandes cambios de repente. Pri
Dylan no dijo nada, se abrió paso entre la gente e ingresó a su casa. No entendía nada ¿Nicki había sido golpeada? ¿un amante? Descartó inmediatamente eso. Si estaba seguro de algo, era de que ella solo estaba con el. Buscó su celular para llamarla y asegurarse de que estaba bien. La prensa era exagerada. Si no sabían algo lo inventaban para poder vender. Sin embargo, vio que tenía más de quince llamadas perdidas, todos del mismo número. Cuando iba a marcar, volvió a sonar su móvil y el contestó.—Aquí Dylan Steptlon…—Dylan… soy yo— parecía la voz de Lucca, escuchó murmullos atrás y la respiración entrecortada del hombre. Se preocupó— Te llamo desde el hospital. Nicki… está mal.—¿Qué pasó? ¿es verdad lo que están diciendo? ¿alguien la golpeó? — sintió la sangre hirviendo ¿cómo alguien se atrevía a ponerle una mano encima?—No. Ven aquí, te lo contaremos todo. Trata de evitar a los periodistas. No puedo lidiar con ellos. No ahora. — Lucca le dio la dirección y Dylan prometió llegar e