Levanto las caderas para que me quite los pantalones y al erguirse, él también se quita los suyos y se queda en calzoncillos. También quiero ser más valiente así que empiezo por quitarme la camiseta y estamos a la par en ropa interior. Se encorva sobre mi cuerpo, sus labios se aplastan contra mi escote y me dejan un rastro de besos por todo el cuerpo. No sabía que esto podía sentirse tan bien.
Me doy unas palmaditas en la espalda por haberme depilado ayer porque estoy lisa cuando sus manos me tocan, cuando sus dedos se enredan en la tela de mi ropa interior y me la hacen a un lado para tocarme. Es la primera vez que gimo. A veces he intentado tocarme en la soledad de mi habitación, pero nunca he sentido mucho.
—¿Te has tocado alguna vez?
—Sí. Me parece que logro sorprenderlo.
Sonríe y me muerde la piel del pecho.
—¿Te has metido los dedos?
Su dedo se empuja dentro de mi, es mucho más grueso que el mío y se siente mucho más diferente, mucho m
Por la noche es cuando tengo más tiempo de pensar. Su casa tiene dos habitaciones pero estamos en la suya y cuando se tumba a mi lado y el colchón se hunde, me deslizo hasta quedar pegada a él. Siento como sus dedos me acarician el costado y doy media vuelta para mirarlo. En la noche, tumbados en su cama, Killian es oscurso y misterioso, y muy guapo.—No quiero volver a la mansión.—No vas a volver allí.—Pero dijiste...—No importa. No vas a volver.—¿Y si no te dan el dinero?—Lo harán —asegura. Me aparta el pelo de la cara y me empuja sobre él. Usarlo como almohada es mejor de lo creía que era dormir con un chico—. No tienes que preocuparte de estas cosas, yo lo resuelvo.¿Y cuando lo resuelva qué va a pasar?Suspiro y me intento relajar. Estoy tan cansada que no tardo en quedarme dormida y será por eso que me levanto la primera. Se le ve tan relajado que parece que no tiene problemas. Me siento en el colchón junto a él frot
Por la tarde Killian me lleva a la consulta del doctor y alllí me hacen una revisión ocular. Salgo con unas gafas nuevas y viendo el mundo completamente diferente.—¿Cuántos años tienes? —le pregunto a mitad de camino.No sé casi nada de él y es raro. Es como si me estuviera enamorando de una sombra.—¿A qué viene eso? —duda.—Curosidad.Me mira y vuelve a la carretera.Vamos demasiado rápido, como siempre.—Veintinueve.¡¿Veintinueve?! Wow.—Pensaba que eras más joven.—¿Me estás llamando viejo? —bromea y me aprieta la rodilla haciéndome reír.—¡No! —me río—. Los llevas bien.Verlo sonreír es algo que pasa pocas veces y me gusta disfrutarlo.En el club está Roy, he hablado con él casi todos los días aunque por pocos minutos y no sé muy bien qué hacer cuando nos encontramos. Killian nos deja solos porque tiene cosas que hacer de la banda y nosotros nos hacemos en la cocina para hablar a una distancia
No me separo de Killian y Roy se queda con nosotros cuando los tenemos delante.—Todavía no he visto mi dinero —replica Killian.Carl y él se replican algunas cosas más pero yo no dejo de mirar a mi madre y a mi hermana.—Te has quitado el tinte —comenta mi madre.—Sí.—Tienes el pelo muy maltratado —dice Jess y nuestra madre le regaña.—Ya es tarde para eso, ya es una malcriada —digo. Yo jamaś les hubiera hablado así antes.—¿Podemos hablar a solas?Killian responde por mi con una rotunda negación y afianza más su mano a la mía. Pero no estoy toda la noche con él aunque gran parte de las horas nos encontramos con gente y él habla de sus cosas, de drogas y armas y de territorios, y yo solo estoy de florero.—Primera vez que traes a una mujer contigo —comenta un hombre y la mujer a su lado me mira tan mal que me mata—. Y muy guapa. ¿Cobra?¿Que si qué?—Es mi mujer —dice Killian con voz dura—. No es una puta como la tuya.Eso pasa tres veces en toda la noche y ya estoy harta de esa ins
Me despierto en una cama y no estoy sola. De un salto casi me caigo de boca al suelo y Jess me mira con los ojos bien abiertos y llorosos. Mierda.—¿Dónde estamos? —me pregunta.La habitación se parece a la del club pero sé que no estoy allí. Se siente diferente y cuando tiro del pomo estamos encerradas. El bolso de Jess no está y no creo que lleve un teléfono bajo el vestido. Esto no es como lo de Killian, a Killian lo conocía.Y no tengo mis documentos salvavidas.Me duele la cabeza y cuando respiro, las fosas nasales me queman.—¿Dónde estamos? —repite.Tengo la cabezsa tan llena de cosas que me caigo de culo en la cama. No puedo escuchar más a Jess, es insoportable y sus quejidos hacen que quiera llorar. Y lloro. ¿Por qué? Yo estaba perfecta con Killian, era parte de algo y sabía dónde tenía los pies.La puerta se abre con tanta fuerza que rebota contra la pared y la silueta de un hombre se descubre con la poca luz del amanecer que se cuela por la ventana. Jess se arrincona contra
Me despierto cuando todavía es de noche y la tormenta parece nunca terminar. Su lado de la cama está vacío y frío, y solo queda rastro de nuestra ropa tirada por el suelo.—¿Killian?Me siento y me cubro la desnudez con la sábana. Ni siquiera sé que horas es. Por lo volver a ponerme el vestido que está echo una bola en el suelo junto con mi ropa interior, saco del armario de Killian una sudadera y unos calcetines que me quedan gigantes. La calefacción sigue puesta así que no me muero de frío cuando me asomo por la entreplanta para encontrarlo, pero todo está vacío y en silencio.Debería estar más cansada de lo que estoy pero no puedo volver a la cama y termino haciendo un montón de nuestra ropa húmeda y asquerosa para poner una lavadora. No tengo otra cosa que hacer que no sea esperar, así que me siento en el sofá a esperar haciendo zapping.---Abro los ojos y me topo de lleno con los ojos oscuros y brillantes de Killian. Del susto me levanto y casi le golpeo sin querer. Se ha duchad
Un par de días después tengo ya gafas nuevas y una maleta por llenar. He estado durmiendo con Killian pero no he movido mis cosas y ahora me enfrento a una pequeña mudanza yo sola. No sé por dónde empezar a guardar y no tengo a Andrea para que me ayude porque está trabjando en una fiesta en el bar. Allí están todos. Mientras, yo me como la cabeza para intentar meter todo en una maleta que me parece tan pequeña.—Deberías bajar a la fiesta.Sonrío y echo la cabeza hacia atrás.—Me dijiste que lo tuviera todo preparado para mañana a primera hora y no he empezado.Sus brazos tatuados se ensanchan cuando los cruza y tengo que hacer fuerza para apartar los pensamientos lujuriosos.—Lo haremos mañana. Ahora quiero que vengas conmigo.—Nunca he estado en una fiesta —admito.—No tienes que quedarte toda la noche. Quiero la banda vea bien a mi mujer antes de que dejemos de vivir aquí. Y hay muchos que no te conocen, tienen que hacerlo para saber respetarte y protegerte si yo no estoy.¿Si él n
Killian no aparece en toda la noche y Roy se queda a dormir en la habitación de invitados mientras yo me como las uñas en el sofá. Son las cuatro de la madrugada cuando escucho su deportivo crujir contra la grava y el sonido de la lluvia. Hace que me levante de un salto y corro hasta la puerta de entrada abriéndola de par en par. Se me moja un poco el pijama y me abrazo a mí misma conteniendo las ganas que tengo de correr a él.Viene hundido en su sudadera empapándose de pies a cabeza y aunque estamos a oscuras yo puedo ver con claridad como el pelo mojado se le pega a la cara y como sus manos grandes y tatuadas tienen heridas. No me importa mojarme, le aparto el pelo de la cara y descubro la sangre que tiene en la ceja (seguramente rota) y un pequeño corte en el labio.—Killian —susurro.—Estoy bien —dice y me aparta las manos de él.—No me alejes —me quejo y vuelvo a tocarlo. No puede esconderse de mi ni en la completa oscuridad de casa—. Ven...Mañana limpiaré todo el desastre del
KILLIANAhora con todo lo que sé va estar todo bien para mi banda, para mi, para Dana.—¿Lo tenemos?—Lo tenemos —afirmo—. Organiza una reunión en mi oficina.—¿Para ahora?—Sí, cuanto antes.—Vale, presidente. Nos vemos en un rato.Cuando me quite toda esta mierda de encima todo irá mejor. ¿Cómo coño confié en ese gilipollas para llevar tratos?—¿Te vas? —Su voz llena la cocina casi en un susurro.A veces me parece que va a romperse. No tiene ni idea del mundo aunque ella crea que sí, me gustaría mantenerla en la ignorancia.—Nos vamos los dos al club, todavía no me fio de dejarte aquí sola.Porque me daría algo si vuelve a pasarle algo. La quiero, joder si lo hago. Su pelo rubio se balancea largo por su espalda mientras subimos las escaleras y quiero enredármelo entre los dedos y follarla en mitad del pasillo, lo haré esta noche aunque me cuesta contenerme cuando se desviste delante de mi para ponerse ropa abrigada de calle. Si hubiera sabido que esta mujer iba a ser tan mía la hubi