Por la tarde Killian me lleva a la consulta del doctor y alllí me hacen una revisión ocular. Salgo con unas gafas nuevas y viendo el mundo completamente diferente.
—¿Cuántos años tienes? —le pregunto a mitad de camino.
No sé casi nada de él y es raro. Es como si me estuviera enamorando de una sombra.
—¿A qué viene eso? —duda.
—Curosidad.
Me mira y vuelve a la carretera.Vamos demasiado rápido, como siempre.
—Veintinueve.
¡¿Veintinueve?! Wow.
—Pensaba que eras más joven.
—¿Me estás llamando viejo? —bromea y me aprieta la rodilla haciéndome reír.
—¡No! —me río—. Los llevas bien.
Verlo sonreír es algo que pasa pocas veces y me gusta disfrutarlo.
En el club está Roy, he hablado con él casi todos los días aunque por pocos minutos y no sé muy bien qué hacer cuando nos encontramos. Killian nos deja solos porque tiene cosas que hacer de la banda y nosotros nos hacemos en la cocina para hablar a una distancia
No me separo de Killian y Roy se queda con nosotros cuando los tenemos delante.—Todavía no he visto mi dinero —replica Killian.Carl y él se replican algunas cosas más pero yo no dejo de mirar a mi madre y a mi hermana.—Te has quitado el tinte —comenta mi madre.—Sí.—Tienes el pelo muy maltratado —dice Jess y nuestra madre le regaña.—Ya es tarde para eso, ya es una malcriada —digo. Yo jamaś les hubiera hablado así antes.—¿Podemos hablar a solas?Killian responde por mi con una rotunda negación y afianza más su mano a la mía. Pero no estoy toda la noche con él aunque gran parte de las horas nos encontramos con gente y él habla de sus cosas, de drogas y armas y de territorios, y yo solo estoy de florero.—Primera vez que traes a una mujer contigo —comenta un hombre y la mujer a su lado me mira tan mal que me mata—. Y muy guapa. ¿Cobra?¿Que si qué?—Es mi mujer —dice Killian con voz dura—. No es una puta como la tuya.Eso pasa tres veces en toda la noche y ya estoy harta de esa ins
Me despierto en una cama y no estoy sola. De un salto casi me caigo de boca al suelo y Jess me mira con los ojos bien abiertos y llorosos. Mierda.—¿Dónde estamos? —me pregunta.La habitación se parece a la del club pero sé que no estoy allí. Se siente diferente y cuando tiro del pomo estamos encerradas. El bolso de Jess no está y no creo que lleve un teléfono bajo el vestido. Esto no es como lo de Killian, a Killian lo conocía.Y no tengo mis documentos salvavidas.Me duele la cabeza y cuando respiro, las fosas nasales me queman.—¿Dónde estamos? —repite.Tengo la cabezsa tan llena de cosas que me caigo de culo en la cama. No puedo escuchar más a Jess, es insoportable y sus quejidos hacen que quiera llorar. Y lloro. ¿Por qué? Yo estaba perfecta con Killian, era parte de algo y sabía dónde tenía los pies.La puerta se abre con tanta fuerza que rebota contra la pared y la silueta de un hombre se descubre con la poca luz del amanecer que se cuela por la ventana. Jess se arrincona contra
Me despierto cuando todavía es de noche y la tormenta parece nunca terminar. Su lado de la cama está vacío y frío, y solo queda rastro de nuestra ropa tirada por el suelo.—¿Killian?Me siento y me cubro la desnudez con la sábana. Ni siquiera sé que horas es. Por lo volver a ponerme el vestido que está echo una bola en el suelo junto con mi ropa interior, saco del armario de Killian una sudadera y unos calcetines que me quedan gigantes. La calefacción sigue puesta así que no me muero de frío cuando me asomo por la entreplanta para encontrarlo, pero todo está vacío y en silencio.Debería estar más cansada de lo que estoy pero no puedo volver a la cama y termino haciendo un montón de nuestra ropa húmeda y asquerosa para poner una lavadora. No tengo otra cosa que hacer que no sea esperar, así que me siento en el sofá a esperar haciendo zapping.---Abro los ojos y me topo de lleno con los ojos oscuros y brillantes de Killian. Del susto me levanto y casi le golpeo sin querer. Se ha duchad
Un par de días después tengo ya gafas nuevas y una maleta por llenar. He estado durmiendo con Killian pero no he movido mis cosas y ahora me enfrento a una pequeña mudanza yo sola. No sé por dónde empezar a guardar y no tengo a Andrea para que me ayude porque está trabjando en una fiesta en el bar. Allí están todos. Mientras, yo me como la cabeza para intentar meter todo en una maleta que me parece tan pequeña.—Deberías bajar a la fiesta.Sonrío y echo la cabeza hacia atrás.—Me dijiste que lo tuviera todo preparado para mañana a primera hora y no he empezado.Sus brazos tatuados se ensanchan cuando los cruza y tengo que hacer fuerza para apartar los pensamientos lujuriosos.—Lo haremos mañana. Ahora quiero que vengas conmigo.—Nunca he estado en una fiesta —admito.—No tienes que quedarte toda la noche. Quiero la banda vea bien a mi mujer antes de que dejemos de vivir aquí. Y hay muchos que no te conocen, tienen que hacerlo para saber respetarte y protegerte si yo no estoy.¿Si él n
Killian no aparece en toda la noche y Roy se queda a dormir en la habitación de invitados mientras yo me como las uñas en el sofá. Son las cuatro de la madrugada cuando escucho su deportivo crujir contra la grava y el sonido de la lluvia. Hace que me levante de un salto y corro hasta la puerta de entrada abriéndola de par en par. Se me moja un poco el pijama y me abrazo a mí misma conteniendo las ganas que tengo de correr a él.Viene hundido en su sudadera empapándose de pies a cabeza y aunque estamos a oscuras yo puedo ver con claridad como el pelo mojado se le pega a la cara y como sus manos grandes y tatuadas tienen heridas. No me importa mojarme, le aparto el pelo de la cara y descubro la sangre que tiene en la ceja (seguramente rota) y un pequeño corte en el labio.—Killian —susurro.—Estoy bien —dice y me aparta las manos de él.—No me alejes —me quejo y vuelvo a tocarlo. No puede esconderse de mi ni en la completa oscuridad de casa—. Ven...Mañana limpiaré todo el desastre del
—Tráeme agua, inutil.Resoplando me arrastro hasta la cocina para complacer a mi hermana, Jess, es lo mejor para no discutir. De todas formas cuando discutimos yo nunca tengo la razón para nadie salvo para mi misma. Nuestros padres me odian y siempre están de su lado. Para lo poco que me queda aquí prefiero pasar desapercibida.Cojo un vaso del armario y lo lleno con agua del grifo reservándome los pensamientos de echarle sal, azucar o algo por el estilo para que le sepa la boca mal todo el día. Le llevo el agua y me encuentro en el salón con nuestros padres, serios, rectos, sin fingir que son perfectos aunque se lo crean. Me arrebata el vaso de las manos y casi moja el suelo, menos mal que no porque me hubiera tocado secarlo a mi.—Tenemos una reunión en dos horas, van a venir unos socios. Ya sabéis lo que hacer.Sí. Jess tiene que ponerse guapa para ver si consigue ligarse a alguno de esos "socios" y sacarles el máximo partido y yo tengo que encerrarme en mi habitación. Yo siempre s
Casi no he dormido. Por la mañana yo ya debería estar lejos de la ciudad, de la familia que no me quiere, de todo este embrollo. Bien sabiendo que esto era algo que podía pasarme, algo más tranquila me deja saber que es Killian y que lo conozco. Sigo mirando al techo cuando abren la puerta y una chica sonriente me saluda.—Buenos días —dice y se ríe. ¿Está loca?—. Killian me ha pedido que te traiga esto. Yo me llamo Andrea, me parece que me va a tocar vigilarte mientras estés en el club —bromea.¡Mi mochila! He tenido que dormir con la ropa puesta y menos mal que llevo un chándal. Me levanto de un salto de la cama y se la quito de las manos. Dios. Se ha quedado mis papeles, mi dinero.—Gracias —musito de todas formas—. Yo soy Dana.—Oh, lo sé. Ya lo sabemos todos. Eres la hija prófuga de los Bennet. Te están buscando.Me buscan por lo que sé. Porque solo les da miedo quedarse sin sus lujos, que los clientes de la empresa se enteren de que han sido estafados, que toda esa gente que con
Andrea me trae comida, cosas para entretenerme y pasa un par de horas hablando conmigo por la noche cuando vuelve de su trabajo en el bar. Puedo dormir un poco esta noche aunque me levanto cuando aún es de noche porque la corriente de aire frío que entra me hace estremecer.Me levanto para cerrar la puerta. Espera... ¡Está abierta! Con la poca valentía que tengo camino descalza hasta las escaleras, y después a la cocina. La nevera está repleta de cosas y me cuesta encontrar el cartón de leche tras bolsas de carne y unas cuantas cervezas.—¿Quién coño te ha dado permiso para salir de tu habitación?Doy un salto y me clavo el borde de la encimera en la cadera. Siseo y dejo el vaso y la leche. Ay Dios santo. Pero qué hombre...—Yo... umm... La puerta estaba abierta y solo he bajado a por un vaso de leche.No puedo apartar la mirada de su cuerpo perfecto. Los tatuajes le cubren toda la piel desde el cuello hasta los dedos y hasta perderse en la goma elástica de su pantalón del pijama. Es