11

Me despierto en una cama y no estoy sola. De un salto casi me caigo de boca al suelo y Jess me mira con los ojos bien abiertos y llorosos. Mierda.

—¿Dónde estamos? —me pregunta.

La habitación se parece a la del club pero sé que no estoy allí. Se siente diferente y cuando tiro del pomo estamos encerradas. El bolso de Jess no está y no creo que lleve un teléfono bajo el vestido. Esto no es como lo de Killian, a Killian lo conocía.Y no tengo mis documentos salvavidas.

Me duele la cabeza y cuando respiro, las fosas nasales me queman.

—¿Dónde estamos? —repite.

Tengo la cabezsa tan llena de cosas que me caigo de culo en la cama. No puedo escuchar más a Jess, es insoportable y sus quejidos hacen que quiera llorar. Y lloro. ¿Por qué? Yo estaba perfecta con Killian, era parte de algo y sabía dónde tenía los pies.

La puerta se abre con tanta fuerza que rebota contra la pared y la silueta de un hombre se descubre con la poca luz del amanecer que se cuela por la ventana. Jess se arrincona contra
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