POV FABIO
Hoy tuvimos muchos clientes por la mañana, bastantes desayunos se ofrecieron, creo que era un grupo de turistas, porque abarrotaron el lugar en un momento y casi al mismo tiempo se retiraron todos juntos.
En un momento en el que no había mucho trabajo, fui a ver si aún estaba el auto de Andrea en el estacionamiento.
Si ayer tuve suerte, hoy no aparecía por ningún lado. Ya no estaba, había perdido la oportunidad de verla nuevamente.
Regresé a la cocina con los ánimos bajos, parece que soy bastante transparente a sentimientos se refiere, porque no faltó el gracioso comentario de Alonso.
—Ya no está el coche ¿verdad? —me dijo, al tiempo que yo solo moví la cabeza negándolo —No te preocupes, le gusta mucho nuestra comida, ya ha estado aquí antes.
—¿Cuándo? —le pregunté, con algo de sorpresa.
—Fechas exactas no sé, pero yo la he visto varias veces antes, ha estado acompañada en otras ocasiones —su comentario me puso a pensar si ¿sería la misma compañía que esperaba ayer?
Ya solo me podría resignar a que hoy no la vería, aunque tengo un consuelo... sé dónde vive.
Aunque parecería un loco acosador si me presentara en su casa. Por lo pronto a trabajar que las cuentas y los sueños no se pagan solos.
Llamé a mamá durante el día, no me siento bien si no lo hago. Desde que falleció mi padre, me sentí con la responsabilidad de estar más al pendiente de ella, eran un matrimonio muy unido.
Se conocieron aquí en la Ciudad de México, mi padre había hecho un intercambio de estudiantes cuando estudiaba la universidad, la conoció un día que los compañeros de mi padre le mostraban la ciudad.
Llegaron al zócalo, mi padre quedó fascinado por todo lo que veía, era muy hermoso decía. Pero lo que más le gustó, fue esa chica, estaba tomando fotografías del lugar, cada que me contaba cómo conoció a mi madre, me quedaba embobado imaginándome todo, recordarlo me transportaba a esos días en los que él aún vivía.
POV LEONARDO BIANCHI (desde los recuerdos de Fabio)
Ahí estaba ella, traía un vestido amarillo, corte A con una línea negra desde su cuello, hasta la orilla del vestido que le llegaba arriba de las rodillas, traía un pequeño sombrerito que se le veía gracioso.
Traía su cámara colgada al cuello, tomaba fotos a los edificios y a la gente que pasaba. Me acerqué hasta ella, quedando frente a su lente, siempre me ha causado risa la expresión que puso al verme a través de su cámara, entre disgusto y sorpresa.
—Puedo ser tu modelo si quieres —le dije, según yo era un gran galán. Ella simplemente me ignoró y apuntó su lente a otro lado.
Me quedé ahí parado como idi0ta, pero esto no podía quedarse así. Me coloqué a un lado de ella, mirando que era lo que capturaba, ahí sin decir nada ninguno de los dos.
—Es muy bella tu ciudad —le comenté para romper el hielo y seguir insistiendo a que me hablara.
—Eres persistente eh, como diríamos aquí, eres muy terco —me dijo con una sonrisita coqueta.
—Así soy cuando algo me interesa —lo cual no era mentira, cuando algo se me metía en la cabeza, insistía hasta que lo lograba.
—Leonardo Bianchi, mucho gusto —le extendí mi mano para presentarme.
—Rosa María Muñoz, el gusto es mío, eres italiano ¿eh? —me dijo con cierta curiosidad.
—¿Se nota mucho? —dije con algo de risa —. Vengo a un intercambio de estudiantes para conocer la gastronomía de tu país ¿Aceptarías ir a tomar un café? —Espero que acepte.
—Tu acento te delata —me dijo divertida —¿Y tus amigos? —no recordaba que no andaba solo.
—Ve con ella —me dijo uno de mis compañeros al darse cuenta de la situación —ya sabes cómo regresar y si no tomas un taxi —pero que salvada me ha dado este amico. Ya solo faltaba que aceptara la invitación esta bella signorina.
—¿Qué dices? ¿Vamos? —insistí.
—No aceptas un “no” por respuesta ¿verdad? —contestó sonriendo, tocando el listón de la cámara que colgaba de su cuello.
—Me encantaría que aceptaras, pero si no quieres lo entenderé —era insistente, pero sabía retroceder.
—Está bien, vamos, pero solo tengo treinta minutos —me sentí ¡molto felice! así que fuimos a un café que estaba cerca, ella me guio, yo no conocía el lugar.
Ahí comenzó todo, le conté de mí y ella me contó de su vida, yo tenía apenas dos meses de estar en la ciudad y pasaría todo el año aquí, así que nos frecuentamos, salimos y nos enamoramos.
Pasado el año de intercambio con la escuela, tendría que regresar a Italia, no quería dejarla, la amaba mucho y estar lejos sé que me mataría de tristeza.
—Ven conmigo —le dije unos días antes de mi regreso.
—¿Estás loco? —mis ánimos se fueron al suelo, ella no quería venir conmigo y yo no podía separarme de ella.
—Si querer estar siempre contigo, es estar loco, entonces lo estoy, estoy loco por ti —mi semblante era de súplica —. Tú dime ¿qué hacemos?, lo haremos a tu manera, pero ven conmigo, no quiero estar más lejos de ti, “sono pazzo di te”.
—Habla con mis padres de esto, no quiero irme así nada más, te amo y lo sabes, pero también quiero que ellos sepan y no se preocupen —su mirada me decía que todo era cierto ella quería estar conmigo tanto como yo con ella.
—¿Solo es eso? Amore mío, eso es fácile, por la tarde iré a tu casa para hablar con tuyos padres —estaba más que feliz.
Por la tarde fui a casa de Rosa María, hable con sus padres, no se lo tomaron de la mejor manera, sobre todo su padre, pero al final se dieron cuenta que de cualquier manera la llevaría conmigo.
Los preparativos del viaje fueron algo apresurados, quedaba muy poco para partir, arreglamos toda la documentación necesaria y nos fuimos de regreso a mi país.
Mis padres estaban más que contentos, mi amada y ellos congeniaron muy bien, yo terminé la escuela y busqué trabajo para poder salir de la casa de mis padres y así poder tener nuestra propia casa.
Trabaje un par de años en un restaurante con dos estrellas Michelin, quiere decir que, en calidad regular, ahorre un poco pero no alcanzaba para dar el enganche de una casa.
Un día al regresar a casa, mi padre se dio cuenta de la manera pensativa en que estaba, habló conmigo de la situación, le expliqué lo que quería hacer y me dio una idea.
—¡Amore mío! ¿Dónde estás? —buscaba a mi esposa para contarle.
—Por aquí —me contestó desde el jardín.
—Amore mío, tenemos que hablar, es algo importante y quiero saber tu opinión —salimos a caminar por las calles de mi ciudad natal, Verona.
—Sabes que tengo un pequeño ahorro para nuestra casa, pero mi padre me ha dado una idea y quiero que me digas tu opinión —ella estaba atenta a cada palabra que decía.
—Anda, ya dime —insistió con curiosidad.
—Me dijo que él tenía un pequeño ahorro que podría prestarnos, pero que le gustaría que lo usáramos para abrir un negocio, que al fin a ellos les gustaba mucho tenernos en su casa —le dije entusiasmado.
Se le iluminó la cara de felicidad, pero aun no terminaba —yo no quiero abrirlo aquí, ya bastantes hay, me gustaría abrirlo en tu ciudad —le dije y ella hizo un alto total a nuestra caminata.
Yo había avanzado un par de pasos cuando me di cuenta de que se quedó estática ante la propuesta, giré hacia ella y la observé apacible.
De pronto avanzó rápido y se colgó en mi cuello, estaba llorando, pero estaba feliz, le encantó la idea.
—No sabes lo feliz que me haces al pensar en eso, tengo muchas ganas de regresar a México y con este proyecto sé que nos irá muy bien, pero, ¿y tus padres? —Me dijo deslizándose para quedarse de pie nuevamente.
—También se lo comenté a papá, me dijo que los hijos tienen que volar y que le encantaría que yo triunfara que en lo que me apasionaba, no importaba donde fuera o si estaba lejos de ellos, además, quedaron de visitarnos cada vez que pudieran al igual nosotros a ellos. —terminé por decirle.
Caminamos un rato más, iba a extrañar esta ciudad, pero mientras el amore mío estuviera cerca, no me importaba donde viviera.
Tras unos meses de preparativos, al fin pudimos regresar a México, mis suegros eran los más felices, nos acogieron en su casa mientras solucionamos varias cosas.
Ya teníamos listo el lugar y el mobiliario, comenzaríamos poco a poco, decoraciones sencillas, pero eso sí, la comida con la mejor calidad.
Un día al regresar de ver varios pendientes, encontré al amore mío en la cama de nuestra habitación muy pensativa, a punto de llorar.
—¿Qué pasó mía vita? —le dije preocupado. Comenzó a sollozar, yo entré en pánico ¿qué le pasó? ¿Alguien le hizo daño? —dime per favore, me estas asustando amore.
—Creo… creo que estoy embarazada —soltó al tiempo que se abalanzó a mis brazos, yo quedé en shock, no sabía cómo reaccionar, hasta que volvió a hablar ella —¿Estás molesto?
Pero ¿qué pregunta era esa?, la tomé en mis brazos y la giré por toda la habitación, mis gritos de felicidad se escucharon tan fuerte, que mis suegros no tardaron en llegar hasta nosotros.
Llegaron muy asustados, preguntando qué es lo que pasaba, yo aún estaba pegando gritos de felicidad.
—¡Uno bambino! ¡Uno bambino! —les decía emocionado, tomando de los hombros a mi suegro y sacudiéndolo ligeramente.
No entendían nada, hasta que mi amada les comunicó la noticia, estaban tan felices como nosotros. Ya por la noche comencé a platicar con ella con más calma.
—¿Por qué creíste que me molestaría la llegada de este regalo de dios? —comencé diciéndole calmadamente.
—Con todo lo que estamos gastando en lo del restaurante, pensé que al ser un gasto más te molestaría —me dijo algo nerviosa.
—Vita mía, eso nunca podría pasar, yo soy el más feliz con esto —le dije tocando su vientre, ilusionándome con la vida que estaba creciendo en él.
Inauguramos el restaurante un par de meses después, fue algo sencillo entre la familia y los empleados que trabajarían con nosotros y comenzamos a trabajar, primero con poca clientela, pero poco a poco fue creciendo el “Bianchi”
Llegó el día del nacimiento de mi pequeño o pequeña, estaba muy nervioso, solo caminaba de un lado a otro en la sala de espera del hospital, después de unas horas salió el doctor para informarnos que había sido un niño muy sano, que los dos estaban bien y que podíamos pasar a verlos.
Era lo más bello que había visto en mi vida, era tan pequeño y frágil, lo amaríamos mucho y lo haríamos un hombre de bien.
Mi vida es perfecta, con una familia hermosa, una esposa que me ama y mi negocio prosperando a gran velocidad, no podía pedir más.
POV FABIO
Recordar a mi padre me reconfortaba de alguna manera y cuando me contaba toda su historia de amor con mi madre, me hacía desear la misma suerte que él tuvo al encontrarse con su verdadero amor.
Le agradecería infinitamente, porque gracias a todo lo que él y mi madre vivieron, ahora yo tengo un lugar de trabajo estable, y la solvencia económica para abrir diez más, pero aun no me sentía preparado.
La hora de salida llegó, fui directo a mi departamento, estaba bastante cansado, los sábados son el día más pesado de todo el fin de semana. La pasión por mi profesión era demasiada como para dejarla y contratar empleados.
Tomé un baño rápido para quitarme el olor a comida, me fui directo a la cama, mañana será un nuevo día y debo continuar en lo que me gusta.
POV ANDREALas semanas transcurrieron, yo me sentía traicionada y triste, pero, también me sentía libre. Pareciera que, aunque vivo de la misma manera (sin salir ni tener s3x0), era un peso menos el saber que no tenía novio, y menos un patán como Óscar, creo que no me merecía eso, yo pude haber hecho lo mismo, pero no lo hice por respeto a él.El siguiente sábado, después de descubrir a Oscar, me desperté tarde como era costumbre en esos días, fui a la cocina por café y luego fui a la puerta de entrada a ver cómo estaba la mañana, encontré en la entrada un ramo de rosas con una nota en ellas:“No sé cómo lo haré, te amo y recuperaré tu confianza” … Oscar.Me sentí extraña, no sentía alegría al ver el detalle, me parecía más bien como un último recurso. Cuando éramos novios nunca tenía este tipo de detalles, así que ahora me parecían inútiles, pero las flores no tenían la culpa, tomé un florero,las puse en agua y las deje en la cocina.No tenía ganas de estar en casa ese día. Cada fin
Cerca de las tres de la tarde, estábamos sobre una manta debajo de un gran árbol en aquel inmenso parque. Yo estaba sentada mirando el panorama y ella tirada boca arriba mirando las ramas y la luz que se colaba a través de las hojas.No sé cómo no le gusta estar así, tan relajada, sin preocupaciones. Aunque es entendible, de cualquier manera, a ella nunca le preocupa nada.Estuvimos un largo rato platicando, yo le hablaba sobre mi carrera, ya solo me faltaba un año para terminar. Ella me decía que nunca le gustó la escuela. Siempre me causó gracia como lo decía, y aunque no estoy de acuerdo con eso, respeto su postura ya que no todos aspiramos a las mismas cosas.—Ya casi son las cinco de la tarde, ya vámonos de aquí —dijo al quitarse la baba de la comisura de sus labios, se había quedado dormida un buen rato, yo aproveche para leer un poco en aquella tranquilidad.—Está bien, vamos, pero ¿de qué te quejas? Si desde que llegamos te dormiste —le solté y pegué una carcajada que se escuc
POV FABIOLa vi girarse hacia mí, su vestido dio un pequeño vuelo al dar media vuelta, me miró con asombro, no sé si por saber que soy el chef o por el hecho de verme, igual ambas cosas me gustaron.—¿Así que eres el chef eh? —al fin pronunció con un hilo de voz.—Así es, solo que hemos estado cortos de personal y ayudo en lo que puedo —sonreí al contestarle, de verdad me pone de buen humor.—¿Así que eres el salvavidas de mi amiga? —me dijo la chica que la acompañaba.—Oh perdón, Fabio Bianchi, un gusto —me presente ante la acompañante de Andrea, extendiendo mi mano para saludarla.—Emily Vázquez, que gusto de conocerte al fin. Mi amiga me habló de ti y de cómo la ayudaste el otro día —desvié la mirada hacia esos ojos hermosos que tiene Andrea, la vi sonrojarse ligeramente ante el comentario de Emily.—¿Te habló de mí? —sostuve una sonrisa de satisfacción al escuchar eso — Solo hice lo que cualquiera haría —. Conteste amable y sincero, igual si no hubiera sido ella, hubiera ayudado a
Teníamos cinco cocineros, dos en cada turno y el de repostería que solo asistía por la mañana, lo justo era ascender a uno de ellos, pero el de repostería queda descartado. Así que nos quedan cuatro opciones.—¿A quién propones? Eres quien está más cerca de ellos día a día —le dije dándole prácticamente la oportunidad de elegir.—Estoy entre Josué y Violeta, ambos son buenos en lo que hacen, responsables, trabajadores y con una sazón muy buena —me quedé pensando en lo que me dijo, pero yo quería que él eligiera y no por quitarme esa responsabilidad, sino porque necesitaba que practicara para futuras ocasiones.—Sí, ambos son también mis favoritos —ya estábamos avanzando en nuestra tarea— Pero dime a quién elegirías y ¿por qué?—Definitivamente, a Violeta y es fácil decirlo, tiene su propia sazón, sigue una receta sí, pero le gusta mucho estar probando la comida hasta que cree que así debe saber, y por otra razón, es madre soltera y le vendría muy bien el dinero extra —definitivamente
POV FABIOEstaba algo ansioso, por no decir nervioso, al saber que estaría cerca de Andrea. Solo que esta vez de una manera más personal, quería conocerla más, pero, ¿ella querría lo mismo? Las dudas me abordaban y no podía evitar sentirme así.Cerramos el lugar y ya todos se fueron a sus casas, solo quedamos Isaac y yo esperando a las chicas en el estacionamiento.—¿Qué no debería ser al revés? —le pregunté a Isaac.—¿A qué te refieres? —contestó al instante.—Ya sabes, al hecho de que nosotros deberíamos ser quien va por ellas a su casa y no al revés —creo que eso nos hace ver un poco mal, pensé.—Yo no tengo auto y, además, ambos venimos en moto, así que no queda de otra. Por lo menos en esta ocasión —dijo encogiéndose de hombros, muy despreocupado.Mientras esperábamos fui al fondo del estacionamiento donde estaba mi bebé. “Pero, ¿qué m1erda?” Pensé al ver las dos llantas vacías, esto debe ser una j0dida broma.—¡Isaac! —lo llamé y fue de inmediato —mira, ¿y ahora que voy a hacer?
POV ANDREAEntramos todos al lugar. De verdad mi amiga tenía buen gusto con esto, era color beige con detalles en café, al lado derecho estaba la barra hecha de madera, al igual que los bancos frente a esta, detrás de ella adornaban en unos estantes color café obscuro con muchas botellas, de muchos tipos de licores, un chico alto y delgado despachaba los tragos.Frente a la barra había unas cuantas mesitas donde había snacks. A la izquierda estaba la rockola, donde podías poner música o hasta hacer karaoke. Frente a esta, estaba un espacio para poder sacar tus mejores pasos de baile.Nos dirigimos a una de las mesas cerca de la rockola, el ambiente era muy bueno, ya varias personas estaban en el lugar, unos en la barra, algunos otros en las mesas, ya se escuchaba la música a un volumen moderado, donde podíamos platicar a gusto.—¿Qué quieren tomar? —nos preguntó Isaac en general.Necesitaba algo fuerte que me quitara esta tonta sensación de inseguridad y ansiedad. Fabio ya no había pr
—No te preocupes, es algo que he sabido llevar. Nunca lo olvidaré, pero he aprendido a vivir con ello —dijo un tanto melancólico —. Mejor háblame de ti —cambió de tema y yo di gracias por eso. No quería incomodar nuevamente, sé perfectamente que el tema de los padres es delicado.—No hay mucho que saber. Trabajo en un hospital como recepcionista, aún estoy estudiando, lo hago en línea ya que, es la única manera en que pude hacerlo, ya solo me falta un año —definitivamente debía tener una botella de este tequila en mi casa, otro en el coche y una más en el hospital, porque sí que me desinhibe.—Lo bueno es que logres lo que quieres, eso es lo importante, el hecho de que lo hagas por ti misma, creo que es aún más satisfactorio —nos quedamos en silencio tras esas palabras, su rostro me transmitía confianza, sus palabras taladraban mi cabeza. Nadie me había dicho eso. No. Ni mi ex, nadie nunca antes a excepción de Emily, había apoyado algo de mi vida, en ningún aspecto.Por un momento me
POV FABIOArranqué el coche con dirección a casa de Andrea, sabía que al beber así de rápido pronto la noquearía el tequila. Justo por eso ya no quise beber más, sabía que necesitaría un chofer. Casi al instante en que subimos al coche, ella se quedó dormida, pero balbuceaba cosas sin sentido.—¿Por qué? Yo no lo merecía. Pero me gusta mucho esta música. No, Emily estás loca —nada de lo que decía parecía ser una idea coherente. Gimoteó un poco, parecía que lloraría —. ¡Eres un maldito! pero tú eres tan atento —giró hacia mí, pero la verdad no creo que las primeras palabras fueran para mí.Llegamos a su casa, no sabía dónde estaban las llaves, le hablé y le di unas palmaditas en las mejillas, pero no me respondía. Necesitaba saber dónde tenía las llaves para poder entrar, pero no quería hurgar en su bolso.Bajé e intenté abrir con unas que traía junto con las llaves del coche, pero no tuve suerte, no había de otras más que buscar dentro del bolso. Regresé al coche, ella seguía diciendo