POV FABIOMe encontraba en la cocina preparando café. Desperté muy temprano y no pude dormir más, de hecho, pasé mala noche, no podía conciliar el sueño y sabía claramente el porqué.Tomé una taza de café y un pan tostado, lo coloqué en una charola y lo llevé hasta la habitación de mi princesa, lo sé, la maldita culpa me carcome.—Princesa —susurré en su oído y comencé a repartir besitos por todo su lindo rostro.—Mmmmmggrrr —adoraba cuando hacía esos sonidos somnolientos.—Arriba flojita. Te traje café y debo irme, ya es algo tarde —seguí con mi cometido, de reparto de besos.Poco a poco comenzó a abrir sus bellos ojos. Adoraba esa carita, no me importa que sea recién levantada. Tenía unos mechones de cabello en la cara, suavemente se los retiré y los coloqué detrás de su oreja.Se incorporó hasta quedar sentada regalándome una de sus sonrisas que me derriten, le pasé la taza de café y el pan, puse la charola sobre la mesita de noche.—Muchas gracias Fabio —dándole un sorbo a su café
POV EMILY—¡¿Es en serio?! —fue lo único que atiné a pronunciar. Iba llegando al “Bianchi” para hablar con Fabio, no quería verle la cara de cul0 a Eva, pero necesitaba saber la razón por la que no le había dicho nada a mi amiga. Además, me dejó demasiado inquieta con la noticia de que el imbéc1l de Óscar estuvo en su casa.La muy perr@ miró perfectamente cuando entré. Lo supe por la maldit@ sonrisa maliciosa que puso. Ni tarda ni perezosa, se pegó a Fabio, ¿piensa que soy estúpida@? Sé la clase de mosca muerta que es.Pero eso no justifica a ese chefcito que, aunque no debería de pedirle, me dará la explicación a esto y a todas las preguntas que le tengo preparadas.—Em, buenas tardes… no es lo que piensas —Fabio miró al techo y resopló. Despacio fue retirando a la arrastrada de su cuerpo.—Yo no pienso nada. Juzgo lo que veo —y aunque sé perfectamente, que es lo que está pasando aquí, no seré blanda con él.—Pues si estás viendo, ¿para qué te detienes a hacer tus comentarios estupid
POV FABIOEl ambiente durante la tarde se sentía tenso, aun cuando Em ha cumplido por lo menos hoy, lo que me prometió y no ha cruzado palabra con Eva.Busco mi celular por todos lados, estaba seguro de que lo tenía esta mañana. Necesito hablar con Andrea y estar seguro de que está bien.Busqué en mis bolsillos, en el baño, hasta en las estaciones de la cocina y nada. Aunque, sería imposible que esté ahí, ya que está prohibido para todos. El único lugar que me falta es en la oficinita, pero recuerdo cuando estuve con Em y no lo vi.Voy hasta ahí y lo primero que veo es el bendito celular sobre el escritorio. No recordaba haberlo puesto ahí, pero me alegra encontrarlo.Marqué inmediatamente a mi madre. Me ha regañado, porque dice que ya no la visito como antes, diario la llamo, pero si he dejado de ir a su casa. Le conté de Andrea y quiere conocerla, pero no sé cómo lo tomará mi princesa.La llamada con ella es rápida, prácticamente para saber cómo está y avisarle, que esta noche la vi
POV ANDREAHoy me asusté mucho. Hacía tiempo que no llegaba una emergencia tan impactante como esta. Y aunque mi puesto de trabajo, está en la parte de enfrente del hospital y no en urgencias, pasaron algunas camillas justo por esta área.Al parecer, fue un accidente múltiple en carretera. Por lo que pude darme cuenta, había muchos heridos y sobrepasaba al personal del hospital. Todo era una locura y aunque yo no sabía un comino de enfermería, me pidieron apoyo para limpiar algunas heridas leves, de las personas que se encontraban en la sala de espera.—¡Andrea! —escuché mi nombre y giré inmediatamente hasta la persona que me llamaba, era el doctor Serrano, me hizo señas para que fuera hasta él.—Sí, dígame doctor —estaba entrando con una camilla, que obviamente llevaba a alguien herido.—¡Necesito que te encargues de algo, es muy importante! —sus gritos desesperados y apresurados, se escuchaban por toda la sala de espera. Sé que su intención no era gritarme, en sí — ¡Epinefrina! ¡Ráp
Por la tarde llegó Fabio, traía un ramo de gerberas y rosas. Me encantan los colores vivos de esas flores y me imagino, quien pudo haberle dicho que esas eran mis favoritas.—Están hermosas, ¡me encantan! ¡Gracias! —le dije contenta y las fui a poner en un florero. Las coloqué en la sala, donde lucirán y alegrarán el lugar.—No tanto como tú, mi princesita. Junto a ti, se opacan. Solo quería darte un detalle, para compensar estos días de ausencia y preocupaciones —solo me lancé a su cuello y lo besé. Cada detalle que tenía hacia mí, me estaba enamorando. Sí, enamorando. Estaba comenzando a admitir, lo que desde el principio me negaba a hacer.Lo de hoy me dejó una enseñanza. No tenemos la vida comprada y solo existe una oportunidad de vivirla, de disfrutarla y de amar. Ahora, yo no perdería tiempo para vivir cada una de esas cosas.De repente, escuchamos unos chirridos de neumáticos en la calle, eso me sacó de mis pensamientos. Por curiosidad salimos, solo esperábamos que no hubiera p
Hoy cumplimos cuatro meses de novios. Quise sorprender a Fabio, con una pequeña velada, era algo muy sencillo, además de que nunca podría competir con su comida. Preparé un corte que ya me lo vendieron sazonado. Lo sé, es hacer trampa, pero quería que estuviera delicioso y no confío en mis habilidades para esas cosas. Además, hice un puré de papa y vegetales. Y para acompañar, una botella de vino tinto.Puse la mesa con un mantel y velas. Traté de hacer un ambiente romántico, ya estaba en los últimos detalles, cuando escuché la puerta abrirse. El inconfundible tono de su voz llamándome por el apodo que me puso, “princesa”, hizo que me encaminara hasta donde él se encontraba. Me di cuenta de que yo no tenía un apodo para él. No era por falta de cariño, solamente que soy algo agria en ese aspecto.Llegué frente a él, me quedé embobada al verlo. Traía un pantalón de mezclilla negro y una camisa del mismo color con lunares blancos, se veía guapísimo, su sonrisa como siempre adornando s
—Trajo consigo un buen ahorro, con el cual compró este terreno. La casa tenía unas pequeñas bardas ya hechas, con el resto de su ahorro, terminó de construirla.—Mi madre le reclamó el hecho de que no le había enviado ese dinero a ella y que, de ser así, ya estuviera viviendo en algo mejor desde hace tiempo y no en la pocilga en la que rentábamos. Sinceramente —suspiré —, dudo esa parte, se hubiera gastado el dinero en más bebida.—Mi padre, no le dio una gran explicación. Solo le dijo que ya estaba el terreno y la casa para vivir felices. Mi madre puso el grito en el cielo, al enterarse de que me había puesto la casa a mi nombre y él cómo albacea claro. Por supuesto que ella se sentía excluida, siempre reemplazada por mí.—Yo, en ese tiempo, no entendía de todas estas cosas de adultos. No sabía de envidia, ni odio o recelo, aunque sabía que la manera en que mi madre me trataba no era normal. En el fondo, tenía esperanza de que todo mejoraría para mí, a partir de ese momento en el que
—El tipo se abalanzó sobre mí. Yo estaba del otro lado de la cama y él, al tratar de alcanzarme, se subió a esta para acortar la distancia. Gracias a lo borracho que ya estaba, su pie se enredó con la sábana y cayó sobre la cama. Yo la rodeé a toda velocidad y me dirigí a la puerta, la abrí y no me detuve hasta que salí a la calle.—Pude sentir la mirada de mi madre y de su acompañante, al verme salir hecha un rayo al atravesar el pasillo. Corrí como nunca, llegué hasta un parque en medio de la noche, ahí estuve hasta que amaneció. No sabía dónde estaba, solo comencé a caminar sin rumbo. Estaba asustada, por lo que había pasado por la noche, pero también lo estaba por estar sola sin saber a dónde ir. Ya casi por la noche del siguiente día, decidí buscar el camino de regreso a casa.—Necesitaba tomar algunas cosas e irme lejos. Había decidido no regresar al lado de esa mujer. Después de todo lo que me había hecho pasar, ni siquiera la podía llamar madre. De cualquier manera, yo era aut