CAPÍTULO 46: PRISIÓN DE OROSavannahEstoy gritando como loca para evitar que mi padre me empuje al auto, golpeo el asiento con ambas manos y lanzo maldiciones al aire mientras él me fuerza a entrar y por más que pateo la puerta, su físico me sobrepasa. Logra cerrarla y el chofer pone los seguros automáticos para evitar que me escape de nuevo. Mi cabeza está llena de ira y confusión, juro que estoy al borde del colapso. Pero entre grito y grito, algo me hace detenerme. Una sensación extraña a mis espaldas. Giro la cabeza hacia atrás y ahí está. William.Mi corazón se detiene un segundo, antes de comenzar a latir con fuerza.—¡William! —exclamo—, ¡Déjame ir, por favor!Él no responde. Antes de que pueda seguir gritando o hacer algo, su mano se lanza hacia mí con una rapidez que no esperaba y acto seguido siento un dolor agudo en mi cuello.—¡William, qué…! —comienzo a gritar, pero las palabras se me escapan cuando una pesadez insoportable comienza a invadirme.Mis brazos pierden fuerza
CAPÍTULO 47: UNA NOCHE EN LA CÁRCELLoganEstoy sentado en una silla de metal fría, en una habitación aún más fría, con las manos esposadas frente a mí. Los oficiales entran y salen, me hacen preguntas que no respondo. Mi mente está en otro lado: Savannah. ¿Qué le estará haciendo ese desgraciado de su padre? Se la llevó antes de que pudiera arreglar las cosas con ella, pero sé muy bien que, a pesar de que esté enojada conmigo, lo último que desea es estar sometida bajo el yugo del dictador que es Richard Davenport.Cuando uno de los oficiales me empuja hacia el mostrador para procesarme, pienso en cómo llegué aquí. No debería haber pasado. Savannah subió a ese caballo por su propia voluntad, porque no quería casarse con el imbécil de William, y mucho menos iba a permitirlo después de haber escuchado lo que escuché. Pero ahora estoy metido hasta el cuello en problemas.De repente, la puerta principal de la comisaría se abre y entra Melanie acompañada de Tristan Veiga. Sonrío en automát
CAPÍTULO 48: GRITOS DE AUXILIOSavannahMe quedo en silencio procesando las palabras que acaba de decir William. Pensé que era un amigo, que me entendería o que podría contar con él, pero ahora me doy cuenta de que no. De nuevo me precipité a asumir una idea de su persona solo por cómo se ve y su posición económica.—¿De verdad quieres casarte conmigo después de lo que pasó?—Estoy dispuesto a asumir el problema, si te casas conmigo puedo protegerte Savannah.—No, eso es una locura. No puedo… no quiero casarme contigo. Te lo dije desde un principio William, lo sabías. Es mejor dejar las cosas así.William suspira, se frota las sienes, pero luego voltea y me sonríe.—No te obligaré a nada, Savannah. Pero sin tu compromiso, no puedo convencer a tu padre de que te deje salir de ahí.—Esto es un chantaje —murmuro.—No lo es. Al menos, no de mi parte. Te lo aseguro. Solo intento salvarte Savannah, confía en mí. Si cambias de opinión estaré esperándote arriba.El sonido de los pasos de Will
CAPÍTULO 49: ENFRENTARME A TODA SU FAMILIALoganEl sol ya se encuentra en su apogeo cuando me acerco a la mansión de los Davenport con el corazón latiendo como un tambor de guerra. El día está en calma, pero mi mente no lo está. En algún lugar dentro de esas paredes está Savannah, y no me iré sin ella.Empujo las pesadas puertas de la mansión de los Davenport con fuerza, tanto que retumban contra las paredes. Mi voz resuena por los pasillos como un rugido.—¡Savannah!La elegancia del lugar, con sus candelabros brillando sobre mármol impecable no me intimida. Estoy ardiendo de ira y no me importa quién esté mirando.De inmediato los empleados comienzan a aparecer, algunos desde las puertas laterales, otros bajan apresuradamente por la gran escalera central. Todos lucen desconcertados, pero uno de ellos, un hombre de mediana edad con un aire de autoridad da un paso adelante.—No tiene derecho a estar aquí —dice con voz grave, pero contenida.Lo ignoro por completo y alzo la voz aún má
CAPÍTULO 50: INTERÉSSavannahPuedo escuchar los gritos a través de la pared del sótano, pero las palabras no llegan claras. Mi corazón late tan rápido que siento que va a salirse de mi pecho. Me acerco a la puerta de madera gruesa, pegando mi oreja contra ella, intentando captar algo más que murmullos distorsionados. ¿Qué está pasando allá arriba? ¿Quién está gritando? El tiempo parece estirarse como una cuerda a punto de romperse.Después de unos minutos que se sienten como una eternidad, el silencio regresa. Esa calma, lejos de tranquilizarme, me llena de una ansiedad nueva. ¿Qué significa? ¿Es bueno o malo? Mi mente salta de una posibilidad a otra, pero no llego a ninguna conclusión que me dé algo de paz.Por un momento tengo la esperanza de que Logan abriera esa puerta y me sacase de aquí, pero transcurren cinco, luego diez, veinte minutos y eso no sucede…—No puedo quedarme aquí esperando —digo para mí misma.Esa certeza se instala en mi pecho, como un fuego lento. Logan podría
CAPÍTULO 1: EL DÍA QUE TODO CAMBIÓSavannahVoy sentada en el asiento trasero de mi auto, mirando mi reflejo en el espejo de mano mientras mi chofer conduce en silencio. El sol de Texas brilla a través de las ventanas y me hace entrecerrar los ojos. Llevo unos lentes de sol enormes, por supuesto, pero incluso eso no basta para contrarrestar el brillo molesto de este día interminable.—¡Ey tú! ¿Puedes acelerar un poco? —le digo. Estoy harta de este viaje. Apenas puedo concentrarme en revisar mi cuenta de 1nstagram con tantos baches y vibraciones.—Estamos yendo a la velocidad máxima permitida, señorita Davenport —responde Robert con esa calma irritante que me saca de quicio.—¡Ay, por Dios! No puede ser tan difícil ir un poquito más rápido, ¿o sí? Además, el aire acondicionado está demasiado bajo. ¿Quieres que me derrita aquí? —me quejo.Robert no responde, pero puedo ver sus nudillos apretándose en el volante. Por supuesto que no va a contestarme, sabe que tengo razón. Siempre la teng
CAPÍTULO 2: UN TRATO INTERESANTELoganEstoy de pie junto a mi camioneta, mirando la abolladura que esa mocosa le hizo al chocar su auto contra el mío. Mi mandíbula está tan apretada que siento los dientes rechinar. La camioneta es una de las pocas cosas que me quedan de mi padre, y verla así, maltratada por culpa de una niña rica, me llena de rabia. No puedo creer la falta de respeto con la que me trató, como si yo fuera un insecto bajo sus pies. Y luego se va riendo, como si todo esto fuera una broma.Respiro hondo, intentando calmarme. Podría seguirla y hacer que pague por el daño, pero sería perder mi tiempo y, francamente, no tengo paciencia para tratar con alguien como ella. Tengo cosas más importantes en qué pensar. Justo cuando estoy por subirme a la camioneta para ir a casa, mi celular suena en el bolsillo.—¿Qué? —respondo de forma cortante, sin siquiera mirar la pantalla.—¿Es Logan Carter? —pregunta una voz formal al otro lado de la línea.—Sí, ¿quién lo pregunta?—Richard
CAPÍTULO 3: ENTRE LA ESPADA Y LA PAREDSavannahCamino de un lado a otro en el pasillo fuera de la oficina de mi padre con el corazón acelerado. Pero eso no es lo que más me molesta en este momento. No, lo que me tiene al borde de un ataque de nervios es ese hombre. ¡El maldito hombre con el que choqué esta mañana!, no tengo duda de que vino a acusarme por lo del choque. ¿Cómo se atreve? Nadie me había confrontado nunca por algo tan insignificante, y menos alguien que no puede permitirse arreglar su destartalada camioneta.¿Qué le habrá dicho a papá? ¿Habrá intentado hacerme quedar mal? Estoy segura de que lo hizo. Y lo peor es que mi padre seguramente le dará la razón, como siempre hace con todos, excepto conmigo. Maldigo entre dientes y sigo caminando de un lado a otro, sin atreverme a entrar.Veo la puerta de la oficina abrirse, y él sale. Me paralizo por un momento, intentando no hacer ruido, y me escondo tras una columna antes de que me vea. Su paso firme y relajado me irrita. ¿Q