Capítulo 7. Equivocado

Paul Raymond miró al joven rubio alejarse y sonrió; se giró para dirigirse al antro, pero terminó encontrándose cara a cara con Gary.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Gary. Había un matiz de enojo y rencor en su voz, pero Paul no se amedrentó.

—¿No estás feliz de verme, querido sobrino? —preguntó Paul, cerrando la distancia entre ellos.

—No tengo motivos para estar feliz de verte —le espetó con cierta rabia.

Paul suspiró.

—Te vi llegar con un apuesto rubio, ¿tuyo? —cuestionó, y Gary no pudo evitar el escalofrío que le recorrió el cuerpo; su columna se estremeció y tensó como la cuerda de un violín.

—Mi asistente —espetó, trató de sonar desinteresado.

—¿Qué es lo que le has hecho que se ha marchado llorando? ¿Es que nunca vas a aprender a tratar a las personas?

Gary adivinó la burla en su tono de voz, apretó los puños con fuerza y trató de no pensar en Brooke.

—Él es únicamente mi asistente, si no le gusta el trabajo, puede largarse.

Paul sonrió.

—Me alegra escucharlo, pensé que las cosas v
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