Brooke se limpió el sudor de las manos. Estaba nervioso, pero no había querido esperar más tiempo para reunirse con sus hermanos y apenas Nick fue dado de alta, le pidió a Richard que lo acompañara a visitarlo a su casa.Él nunca había estado en casa de Benjamín y Nick, era muy lujosa y también muy cálida, se respiraba amor.—¿Estás seguro de que quieres hacerlo ahora? —preguntó Richard mientras esperaban sentados en la sala a que Benjamín volviera.—Sí, no hay motivos para continuar retrasando las cosas, aunque aún no puedo creer que tenga hermanos, me siento muy feliz —susurró empleando un tono muy bajo para que Nick no los escuchara.—Enrique viene para acá, dijo que no empezaras sin él —comentó Richard, tomando su mano y acariciándole el dorso.Brooke asintió, Enrique se había enterado antes de que eran hermanos, de hecho, ya se lo había mencionado y también le dijo lo feliz que sería si llegaban a confirmar su parentesco, por ese lado no tenía de qué preocuparse. El menor lo acep
Luego de hablar con el médico a cargo de la salud de su madre, Brooke se pasó las siguientes semanas con Molly, quien disfrutó de tener esos momentos especiales con su hijo. No preguntó los motivos, ella conocía mejor su cuerpo que nadie y sabía que el final estaba llegando. Cada día se sentía más cansada que le era imposible permanecer sentada en la cama. Aun así, no se quejó y disfrutó de aquellos momentos que sabían que eran los últimos.—Entonces, ¿Nick sigue molesto? —preguntó Molly esa mañana, se veía más cansada que de costumbre, pero hoy era un día especial. El más especial de todos.—No, ya no —respondió Brooke, arreglándole el turbante que le cubría la cabeza a Molly—. Hablé con él ayer y me prometió que hoy vendría a verte —agregó, tomando la paleta de sombras de un pequeño estuche.El día anterior, Brooke arrastró a Richard por el centro comercial, preguntando por maquillaje y aunque más de una persona lo miró raro, le importó poco. Hoy era el cumpleaños de su madre y quer
Con semblante serio, Brooke miró a Gary; no había sabido nada de él desde que lo dejó herido en su apartamento. Sabía que estuvo hospitalizado, pero fue algo que Richard le platicó y no indagó más sobre el tema. Sinceramente, él esperaba no volver a encontrarse con Gary, verlo solo le hacía pensar en todo lo que vivió en el pasado.El hombre se alzó como su principal verdugo, de una u otra manera fue el responsable de todas sus desgracias, aunque, no quitaba su culpa. Brooke era consciente de que su error había sido buscarlo, pero estaba desesperado, sin dinero, sin trabajo y con una cuota mensual sobre los hombros.Brooke respiró profundo y se obligó a tranquilizarse.—¿Qué haces aquí? —preguntó sin moverse de la puerta. Estaba solo en casa y dejarlo entrar era una locura que no pensaba cometer.—Necesitaba verte, Brooke.—Creo que hemos dejado las cosas muy claras desde hace mucho tiempo, Gary —espetó.—¿Puedo entrar?—No. Lo que tengas que decirme lo harás aquí o será mejor que te
Meses después.Richard y Brooke llegaron con dos horas de demora, ninguno de sus amigos dijo nada. Tampoco mencionaron lo bien que Brooke se veía, sus ojos tenían un brillo muy especial y solo quienes estaban enamorados con la misma intensidad que ellos podían adivinar los motivos. —Creí que no llegaban —se quejó Enrique, el muchacho que ni siquiera debería estar allí y que consiguió escabullirse gracias a la ayuda de Benjamín. Había cumplido la mayoría de edad el día anterior y aún no tenía el carnet para presentarse como un adulto.—Lo importante es que llegamos —repuso Brooke, sentándose junto a su hermano menor.—Eso no te lo discuto, además, Richard llamó para avisarnos que se demoraban un poco. ¿Cómo fue que rompiste la tubería del cuarto de baño? —cuestionó Enrique, tratando de imaginarse algunos escenarios, pero ninguno cerca de la realidad.—¿La tubería? —susurró, mirando a Richard con ojos achicados. De todas las cosas que Richard pudo inventar para justificar su retraso, ¿
Richard se recargó al marco de la puerta, se cruzó de brazos y miró a su esposo.—Voy a desgastarme si me miras así todos los días —murmuró él, viéndolo a través del espejo. Acomodando su cabello rubio.—¿Y cómo es qué te veo? —preguntó él, moviéndose, acercándose a Brooke y tomándolo por la cintura.—Como si quisieras devorarme —respondió, echando la cabeza a un lado para darle acceso a la piel de su cuello.Richard mordió ligeramente sobre su yugular, haciendo que el cuerpo del rubio se estremeciera y empujara las nalgas hacia su pelvis.—Lo he hecho esta mañana, sin embargo, nunca tengo suficiente —gruñó, mordiendo ligeramente la piel del hombre.Brooke dejó escapar una risita ahogada. Estaba seguro de que, si le diera un solo minuto de duda, Richard le haría el amor allí mismo, pero… no podían llegar tarde. Sebastián y Oliver Cooper les habían extendido una cordial invitación para el cumpleaños de la pequeña Sasha, la hija de la pareja, quien cumplía sus primeros cuatro años de vi
Brooke suspiró, estaba cansado, ocuparse del trabajo de Caleb no era tarea fácil, pero ante su ausencia no tenía otra opción que atender las cosas pendientes y evitar que el trabajo se le acumulara a su regreso. Así estuviera enojado con él, no podía mezclar sus asuntos personales con los laborales.—¿Te vas?Brooke levantó la mirada de los documentos que revisaba para encontrarse con el rostro sonriente de Gustavo.—Aún no, estoy retrasado con esto —dijo, señalando los documentos, sobre el escritorio.—Si puedo ayudarte, solo tienes que decírmelo —se ofreció el hombre.—Está bien, son cosas confidenciales del señor Belmont —pronunció, estuvo a nada de llamar a Caleb por su nombre, un descuido que debía evitar a toda costa.—Has estado trabajando mucho y te has quedado hasta tarde desde que el señor Belmont se ha ido, ¿por qué no vienes conmigo a tomar una copa?—No lo sé, Gustavo —dijo, viendo el diseño que resguardaba, tenía que llevarlo a casa, tal como Caleb se lo había solicitado
Brooke respiró profundo antes de llamar a la puerta de la oficina de Caleb. Las cosas entre los dos eran tensas luego de lo ocurrido con Gary Astor, su relación había terminado en el momento que Caleb miró las fotos de él y Gary juntos, aunque no fue consensuado, para Caleb fue una infidelidad que no pudo perdonarle. Además, no se atrevió a denunciar el robo, para evitar que el señor Belmont se enterara de su relación y le había permitido seguir en el trabajo, debido a que necesitaba pagar el tratamiento de su madre. Caleb no era malo, solo no pudo perdonarlo. Su orgullo fue mucho más grande que su amor.—Adelante —escuchó la voz serena y fría de Caleb al otro lado de la puerta, ni siquiera había sido consciente del momento que había llamado, sumergido en sus pensamientos y en los amargos recuerdos.Caleb levantó la mirada para encontrarse con Brooke, fue breve antes de volver su atención a los documentos que revisaba.—¿Qué es lo que quieres? —preguntó con brusquedad.—Sebastián Coop
Luego de aquel inoportuno escándalo en la sala de juntas de Belmont S.A., las cosas fueron a peor, Caleb no se paró a preguntarle cómo estaba su herida, si le había dolido el puñetazo de Sebastián. Ahora actuaba extraño y hacía cosas que, no lo había visto hacer nunca. Cómo dejarse fotografiar con Sebastián Cooper y un chico joven, saliendo de una discoteca. Sin duda, ese no era el Caleb que él conocía, no era el hombre que a él le había demostrado ser.Su relación había sido un secreto, una relación ilícita que, si bien había aceptado, era porque tenía la esperanza que, en un futuro, Caleb lo gritara a los cuatro vientos, cosa que no sucedió y no sucedería.—¿Bebiendo solo? —Brooke levantó la mirada para encontrarse con los ojos fríos de Gary, no había tenido la “dicha” de volver a verlo desde que salió de su oficina aquel día.—¿Qué es lo que quieres, Gary? —preguntó, no deseaba conocer la respuesta, pero no tenía nada mejor que hacer.—¿Puedo sentarme?—¿Necesitas permiso? —le cues