Gary tuvo que sentarse para no caer al piso, mientras un nudo enorme se le formaba en el estómago y subía por su garganta. La presión fue asfixiante para Gary, sus ojos se llenaron de lágrimas y un alarido salió de sus labios. A su mente acudieron todas las cosas que le había hecho a Brooke en las últimas semanas, la forma ruin de obligarlo a arrodillarse y hacerle una felación o el día que lo golpeó.Gary se haló de los cabellos, asustando a Cecilia que no sabía qué hacer.—Señor…—Déjame solo —le pidió sin verla. Gary no quería testigos de sus lamentaciones. Había cometido un error, un terrible error con Brooke. Uno que dudaba mucho le fuese perdonado y él tendría toda la maldita razón para no querer volver a verlo.Un sollozo desgarró su garganta y le quemó el alma, se levantó con cierta dificultad y tambaleándose, se acercó hasta el escritorio, tomó la botella de whisky y bebió una cantidad considerable, sin embargo, nada pudo aplacar el fuego que sentía en su corazón, la rabia qu
«Brooke.»Richard se arrodilló delante del cuerpo del muchacho, por un momento estuvo a punto de cometer una imprudencia, pero recordó que no podía tocarlo.La impotencia llenó el cuerpo de Richard, la rabia corrió como veneno por sus venas y tuvo que ahogar el alarido de dolor que amenazó con salir de sus labios. Cuando escuchó las sirenas de otras patrullas acercarse, él llamó al 911 y se alejó lo suficiente como para darle tiempo a Benjamín de llegar, lo había escuchado maldecir por el radio.Richard estuvo escondido detrás de una columna de concreto y cuando ya no pudo más, salió. Ya no era el agente preocupado, ahora parecía un hombre desinteresado, pero era el maldito papel que le había tocado jugar en la historia, y, aunque moría por tomar a Brooke entre sus brazos y sostenerlo contra su pecho, no podía.—¿Tienes el hombre de la víctima? —se obligó a preguntar cuando llegó al lado de su jefe.Él lo miró con cierto enfado, aun así, le respondió.—Sí, su nombre es Brooke Gibson y
«El paciente, Brooke Gibson ha desaparecido de su habitación.»Richard se levantó de la silla abruptamente, haciendo que esta se estrellara en el piso. Su corazón se aceleró y sus latidos zumbaban como enjambres en sus oídos. Se había involucrado demasiado con Brooke, y ahora todo, lo que sucedía con él, le pesaba como loza sobre los hombros.—¿A dónde vas? —la pregunta de su compañero de turno se escuchó lejana, Richard ni siquiera fue consciente del momento en el que corrió a la puerta, hasta que se fijó en que su mano estaba fija sobre el marco.—Llama a Benjamín, dile que es urgente. El paciente, Brooke Gibson ha desaparecido de la habitación en el Hospital General —le instruyó con prisa, antes de salir apresurado de la Estación.Richard manejó como si el mismísimo diablo le pisara los talones, se saltó varios semáforos en rojo, haciendo que más de un auto le bocinara por su imprudencia, sin embargo, nada de eso le importaba. Sus pensamientos estaban únicamente con Brooke y en lo
Brooke tenía clavada la mirada en un punto fijo, estaba vivo, pero era como si no lo estuviera. Las lágrimas se derramaron de sus preciosos ojos, esos ojos que habían perdido su brillo. Bien decían que los ojos eran el espejo del alma…, y en ellos ya no había nada.«Esto, esto también debes agradecerlo a Gary, pequeño caracol».Las palabras de Yeremi se repetían en su cabeza, mientras laceraban su destrozado corazón. ¡Qué caro había pagado darle una oportunidad a Gary! ¡Había sido un idiota por creer que luego de abusarlo las cosas iban a ser distintas! Era su culpa, si hubiese tenido un poco más de orgullo, un poco más de valor y no tener a su madre enferma, jamás lo habría buscado.Un sollozo salió de su garganta, fue doloroso, pero nada comparado con lo que ya había vivido en los últimos días. Las manos de Brooke se apretaron con fuerza sobre las sábanas.—Ojalá no te hubiese conocido —murmuró, cerrando los ojos con fuerza y abriéndolos abruptamente cuando la imagen de los hermanos
Gary permaneció en el estacionamiento del hospital, esperando a Benjamín. No había querido discutir delante de Brooke y ponerlo peor, así que, se recargó sobre el capó y esperó a que su examigo hiciera acto de presencia, tenía que dejarle las cosas claras de una buena vez y por todas…Él se preparó cuando vio venir al agente, sabía que esta conversación no volvería a tener lugar de nuevo.—Muévete —ordenó Benjamín, acercándose a él junto a la patrulla.—Tenemos que hablar.—No hay nada que decirnos, Astor, si tienes algún problema legal, búscame en la oficina de la estación. Si el tema es personal, no me interesa hablar contigo —espetó con molestia.Gary se apartó del auto y lo enfrentó.—¿Crees que no sé qué sospechas de mí? —le cuestionó.—Soy policía, sospecho de todo y de todos, pero si me lo preguntas es porque la conciencia seguramente te remuerde —lo acusó el oficial.Gary apretó los puños con fuerza, su mandíbula se tensó.—Yo no le hice esto a Brooke.—No lo sé, lastimosament
Brooke jadeó, el dolor y el efecto de la medicina estaban haciendo estragos en su cuerpo, pero su instinto lo obligó a mantenerse despierto. Tenía que llegar a la casa de Benjamín, si quería confiar en alguien, ese tenía que ser el jefe de la policía. Con dificultad, tomó la bolsa que Richard le había dejado, la aferró a su pecho y caminó por la calle, mirando a todos lados de vez en vez. Temía que alguien lo siguiera.Él ni siquiera sabía cómo es que había conseguido escapar del hospital, pero tenía la sospecha de que también era obra de Gary, si pretendía llevárselo a casa aun teniendo una restricción para acercarse a él, lo más probable era que necesitara tener los pasillos libres mientras eso sucedía. Era eso lo que le había permitido escapar sin llamar la atención.Brooke casi sonrió, pero no lo hizo, el dolor de sus costillas y la zona baja de su espalda le hacían cada vez más difícil caminar. Con la vista nublada le echó otra mirada a la tarjeta que el oficial le había dejado,
Brooke estuvo en completo silencio, deseaba estar en cualquier otro lugar, menos en el departamento de Caleb, pero no tenía más opciones que quedarse, aunque tenía dinero, no podía permitirse el lujo de malgastarlo. Todo lo que había tomado de allí, había sido para pagar el servicio del taxi mientras huía del hospital, eso le hizo pensar en Richard, y, si para ese momento él ya tenía conocimiento de su desaparición. ¿Estaría preocupado? ¿Lo echaría de menos o simplemente…?—Será mejor que vayamos a dormir —habló Nick, sacándolo de sus cuestionamientos. Quizá para Richard era un alivio haberlo perdido de vista. Brooke no tenía idea de la preocupación que carcomía el corazón del oficial.(…)—¿Cómo que ha desaparecido? —preguntó, levantándose de la silla. Su turno no terminaba sino hasta dentro de cuatro horas, lo que era una eternidad.—Es todo lo que sé, Benjamín se negó a darme mayor información, Richard, no sé lo que le sucede al jefe, últimamente —comentó el agente, sentándose fren
Gary escuchó atento todo lo que se decía en la sala privada, no podía creer que este tipo de negocios tuviera lugar en su discoteca, aunque, en una ocasión había sido advertido, jamás creyó que Paul fuera capaz de tanto.Los puños de Gary se apretaron con fuerza y sus ojos se llenaron de lágrimas mientras escuchaba cada maldita palabra que se decía. No tenía idea de quién se había encargado de hacer llegar el audio y no le interesaba, en ese momento solo quería escuchar la verdad, que, de una u otra manera, se había negado a aceptar.—¿Qué decías de Darío?—Cierto, te decía que llamó la atención de la persona menos indicada y, pues, fue inevitable que sucedieran las cosas. Negarse a los deseos del jefe fue la peor decisión que pudo tomar.—Ve al grano, papá —urgió Benjamín, mientras su corazón latía acelerado por la presencia de Nick en la discoteca.—Pensé que no estabas interesado.—Deja de jugar conmigo —gruñó Benjamín.—El jefe tomó lo que se le negó y Darío no lo soportó; así que