Marcus
Desde mi despacho escucho el inconfundible sonido de un disparo. Todo el mundo sabe que en mi propiedad está prohibido disparar a no ser que sea un asunto de vida o muerte.
Salgo corriendo hacia la calle. Voy directamente hacia Mía, necesito comprobar que no está herida. En cuanto veo que está bien me fijo en todo lo demás, la chica asustada pegada al coche que lleva una mano escayolada, el hombre con pinta de alcohólico que tiene una pistola en la mano y la mirada culpable de mi querida mujer.
Una vez más ha decidido hacer las cosas por su cuenta. Admiro su valor y su tenacidad, pero cualquier día se va a meter en un problema y me da pánico pensar que cuando llegue ese día, tal vez llegue tarde.
- ¿Quién cojones se ha atrevido a venir a mi casa pegando tiros? - Doy un paso hacia el tipo que ha disparado.
Ahora tiene que rendir cuentas ante mi. No lo sabe todavía,
MarcusMe siento sobre la silla que me ofrece Ares, evidentemente no es su nombre real, es un apodo que él mismo se puso para acojonar a los novatos. Se creen que es el Dios de la guerra, invencible y todas esas mierdas.- ¿Qué te trae por aquí? - Pregunta sentándose frente a mi.- Como sabrás hay alguien que me está jodiendo. Explico un poco por encima - Quería saber si te has enterado de algo.Lo que más me interesa es observar su reacción. Tengo que descartar sospechosos y es difícil engañarme. Tiene muy trabajada su cara de poker, ni un solo movimiento fuera de lo normal. Este tío es bueno, pero no tanto como yo.- No he escuchado nada, lo siento - Se levanta y camina hacia la puerta.¿Me está echando? Amablemente me está pidiendo que me largue. Aprieto la mandíbula, o es muy listo o muy tonto. No se donde encasillarlo todavía, aunque tampoco es que sea nece
MíaSalgo de trabajar de buen humor. Marcus y yo nos llevamos mejor que antes. Parece que ha comprendido que no puede tratarme como si fuera un súbdito suyo.Cada vez se parece más al Marcus del que me enamoré, el que convertía mi pecho en mil mariposas revoloteando. Poco a poco voy olvidando la mañana que me dejó y todo mi cuento de hadas se vino abajo como un castillo de naipes- ¡Joder! - Dice Dante mirando por el retrovisor.Me giro sobre mi misma para mirar por el cristal, hay un coche azul pegado a nosotros. Frena un poco para acto seguido acelerar. Su morro choca contra nuestro coche. La fuerza del impacto me impulsa hacia atrás.- ¿Quién es? ¿Qué quiere? - Pregunto nerviosa sin perder de vista el coche.Dante quita una mano del volante y llama con el manos libres.Marcus contesta al otro lado del teléfono.- Te
MíaCorro hacia la puerta y la golpeo con el puño cerrado. No puedo creer que vuelva a ser el mismo cavernícola que antes, creía que había empezado a respetarme, pero no, Marcus solo sabe imponerse y obligar a los demás a que hagan lo que él quiere.- ¡MARCUS! ¡ÁBREME! - grito sin dejar de golpearla - ¿¡NO ME ESCUCHAS!? ¡ABRE LA PUERTA!Se va a enterar de lo que es bueno. No pienso permitir que me encierre. Entro al baño y abro un cajón, rebusco dentro hasta que encuentro una horquilla. Vuelvo a la puerta de la habitación.Abro la horquilla completamente y la introduzco en la cerradura. Voy haciendo movimientos hasta que escucho el click característico, entonces la giro y ¡magia! Abro la puerta sin problema.Bajo las escaleras dando grandes zancadas. Pocas veces he estado realmente enfadada con Marcus, me dolió cuando me traicionó, cuando me trataba como si no importara nada, p
MarcusDeseo hacerla feliz a toda costa, pero esto no puedo hacerlo por ella, aunque me lo pida con los ojos llenos de lágrimas, aunque después de disparar se me quede grabado a fuego la decepción que he visto en su rostro, es imposible que pueda darle lo que quiere.Este hombre es un asesino. Ha maltratado a su esposa infinidad de veces, intentó matar a mi propia mujer y tiene unos cuantos cadáveres escondidos en lugares oscuros donde la policía no daría con ellos ni en un millón de años, pero yo no soy la policía y el camino de este hombre ha llegado hasta aquí.Les doy instrucciones a mis hombres sobre lo que deben hacer con el cuerpo y después salgo para buscar a Mía.En la entrada están Lea y Dante charlando.- ¿Habeis visto a Mía? - Pregunto.Ellos se miran como diciendo... Ya se han peleado otra vez ¿desde cuando Dante se ha tomado estas atribuciones? Nos
MíaLos días pasan tranquilos. Dante cada vez está mejor, aunque la herida parecía aparatosa, sacaron la bala y con un cabestrillo estaba como nuevo. Marcus tenía razón, tuvimos suerte de que todo quedara en un susto.Hoy han llegado un montón de vestidos de noche. Son impresionantes, los hay de todos los colores y de todos los tejidos. Lea y yo los miramos embobadas, nos hemos hecho grandes amigas.- ¿Cuál te gusta? - Pregunto pasando los dedos por la falda de todos.Saca una percha y la coloca delante de su cuerpo. Es color crema, muy elegante, con bordados a la altura del pecho.- ¿Qué te parece este?Hay momentos en lo que vuelve a ser la Lea asustada que conocí, mira al infinito y se queda pensativa, es inevitable. Todo lo que vivimos a lo largo de nuestra vida nos deja una cicatriz, para bien o para mal nos moldea, aunque estoy segura de que poco a
MíaMi padre no parece enfadado, pero he aprendido a la fuerza que no puedo fiarme de él. Salimos del baño, pero no podemos avanzar mucho más, hay ocho enormes hombres con las pistolas en las manos apuntándo a mi padre.Uno de los hombres de Marcus se hace a un lado y aparece mi marido junto con los tres hombres con los que hablaba en la mesa. Todos llevan pistolas ¿Es qué aquí no hay nadie normal? ¿Todos pertenecen al mismo gremio?- Querido suegro ¿quieres morir? - Marcus llega hasta nosotros y arranca el agarre de mi padre de un tirón - No la toques con tus asquerosas manos.Me llevo la mano al antebrazo, lo tengo dolorido por la fuerza con la que mi padre tiraba de mi.- Solo quiero hablar con mi hija ¿desde cuando eso es un delito?Me quedo petrificada observando a mi padre ¿puede que esté arrepentido? Si es así, es la mejor noticia que me podrí
MíaSuena el despertador. Anoche se me olvidó apagarlo. Hoy es sábado y no trabajo así que me desperezo y vuelvo a acomodarme en la cama.Marcus se ha debido de levantar hace bastante rato porque su lado de la cama está frío.Escucho la puerta abrirse. Mi marido aparece tan increíble como siempre. Con unos vaqueros que marcan sus fuertes piernas y una camisa negra que se acomoda a la perfección a sus anchos hombros. Me quedo como una boba mirándolo.Trae una bandeja entre las manos con el desayuno. Me siento esperando a que la deje sobre la cama. Mi estómago ruge, necesito urgentemente lo que sea que haya traido.- Ya estás despierta - coloca la bandeja sobre mis piernas - He pensado que tendrias hambre.No puedo quitar los ojos de la comida. Huevos revueltos, tostadas, un par de fresas y un zumo de naranja. Todo me encanta.- Has pensado bien. E
MíaPulso el botón rojo para colgar la llamada. Marcus me va a matar.Las chicas me miran divertidas, no entienden que mi marido no es alguien normal, es el tipo de persona que si me quedo en casa de una amiga, contrata un ejército para que nos proteja.Respiro profundo armándome de valor y vuelvo a marca el número de Marcus. Al segundo tono de llamada descuelga.- Dime - Contesta sabiendo que soy yo - ¿os lo estáis pasando bien?- Genial - Trago saliva nerviosa - Solo te llamaba para decirte una cosilla...Las risas suenan de fondo. Hasta Lea se tapa la boca intentando contenerla, traidora....- ¿En qué pensabas para dejar cinco mujeres con mojitos rodeadas por hombres tan guapos como los que habéis contratado? - Lo suelto rápido, se me traba la lengua un par de veces, pero aún así, continúo.Las chicas rompen a reír con todas su