Mía
Los días pasan tranquilos. Dante cada vez está mejor, aunque la herida parecía aparatosa, sacaron la bala y con un cabestrillo estaba como nuevo. Marcus tenía razón, tuvimos suerte de que todo quedara en un susto.
Hoy han llegado un montón de vestidos de noche. Son impresionantes, los hay de todos los colores y de todos los tejidos. Lea y yo los miramos embobadas, nos hemos hecho grandes amigas.
- ¿Cuál te gusta? - Pregunto pasando los dedos por la falda de todos.
Saca una percha y la coloca delante de su cuerpo. Es color crema, muy elegante, con bordados a la altura del pecho.
- ¿Qué te parece este?
Hay momentos en lo que vuelve a ser la Lea asustada que conocí, mira al infinito y se queda pensativa, es inevitable. Todo lo que vivimos a lo largo de nuestra vida nos deja una cicatriz, para bien o para mal nos moldea, aunque estoy segura de que poco a
MíaMi padre no parece enfadado, pero he aprendido a la fuerza que no puedo fiarme de él. Salimos del baño, pero no podemos avanzar mucho más, hay ocho enormes hombres con las pistolas en las manos apuntándo a mi padre.Uno de los hombres de Marcus se hace a un lado y aparece mi marido junto con los tres hombres con los que hablaba en la mesa. Todos llevan pistolas ¿Es qué aquí no hay nadie normal? ¿Todos pertenecen al mismo gremio?- Querido suegro ¿quieres morir? - Marcus llega hasta nosotros y arranca el agarre de mi padre de un tirón - No la toques con tus asquerosas manos.Me llevo la mano al antebrazo, lo tengo dolorido por la fuerza con la que mi padre tiraba de mi.- Solo quiero hablar con mi hija ¿desde cuando eso es un delito?Me quedo petrificada observando a mi padre ¿puede que esté arrepentido? Si es así, es la mejor noticia que me podrí
MíaSuena el despertador. Anoche se me olvidó apagarlo. Hoy es sábado y no trabajo así que me desperezo y vuelvo a acomodarme en la cama.Marcus se ha debido de levantar hace bastante rato porque su lado de la cama está frío.Escucho la puerta abrirse. Mi marido aparece tan increíble como siempre. Con unos vaqueros que marcan sus fuertes piernas y una camisa negra que se acomoda a la perfección a sus anchos hombros. Me quedo como una boba mirándolo.Trae una bandeja entre las manos con el desayuno. Me siento esperando a que la deje sobre la cama. Mi estómago ruge, necesito urgentemente lo que sea que haya traido.- Ya estás despierta - coloca la bandeja sobre mis piernas - He pensado que tendrias hambre.No puedo quitar los ojos de la comida. Huevos revueltos, tostadas, un par de fresas y un zumo de naranja. Todo me encanta.- Has pensado bien. E
MíaPulso el botón rojo para colgar la llamada. Marcus me va a matar.Las chicas me miran divertidas, no entienden que mi marido no es alguien normal, es el tipo de persona que si me quedo en casa de una amiga, contrata un ejército para que nos proteja.Respiro profundo armándome de valor y vuelvo a marca el número de Marcus. Al segundo tono de llamada descuelga.- Dime - Contesta sabiendo que soy yo - ¿os lo estáis pasando bien?- Genial - Trago saliva nerviosa - Solo te llamaba para decirte una cosilla...Las risas suenan de fondo. Hasta Lea se tapa la boca intentando contenerla, traidora....- ¿En qué pensabas para dejar cinco mujeres con mojitos rodeadas por hombres tan guapos como los que habéis contratado? - Lo suelto rápido, se me traba la lengua un par de veces, pero aún así, continúo.Las chicas rompen a reír con todas su
MarcusHace un rato Mía llamó a su padre para decidir la hora y el lugar en el que íbamos a cenar. Ella está ilusionada porque cree que pueden volver a ser la familia que eran antes. En cambio, yo sé la verdad, conozco a su padre, se como es de verdad y jamás dejaría pasar lo que le hicimos. Ni en un millón de años Leandro Carussi va a olvidar el desplante que le hicimos casándonos.No quiero ser el causante del dolor de Mía, ya lo fui una vez, pero aprendí a no volver a cagarla y eso es lo que voy a hacer. Si quiere que cenemos todos juntos, tenemos que tomar todas las medidas oportunas para que esté a salvo.Dante esta frente al escritorio, esperando las órdenes.- Estoy seguro de que tienen algo preparado - Digo pasando los dedos por el pelo.Tengo que pensar con claridad porque cualquier error podría ser terrible.- Yo también lo creo.
MarcusCierro los ojos intentando controlarme. Estos hijos de puta se merecen morir por intentar jugármela. Mi nivel de stress está por las nubes. Intentar mantener viva a mi mujer está siendo toda una odisea.Abro los ojos y vuelvo a la mesa. Mía me mira preocupada.- ¿Estás bien?Necesito que nos vayamos de aquí, alejarla de su familia. Necesito que sepan que sé lo que han intentado hacer y que esto no va a quedar así.- Ha surgido una emergencia en uno de mis locales, tenemos que irnos.El padre de Mía mira su plato a medio comer y después a ella, sorprendido porque siga viva.Mira todo lo que quieras saco de mierda. Pienso elegir yo mismo las flores de tu tumba.- Pero... - Comienza a protestar mi mujer.Nos vamos a ir. Puede venir por las buenas o me la puedo llevar a rastras. Me gustaría no tener
MíaAcabo de terminar mi turno en el hospital, pero no me siento capaz de volver junto a Marcus como si nada hubiera pasado, así que esta noche cubriré el turno de una compañera. Espero poder pensar un poco. Aclararme.Intento recordar en que momento mi padre pudo llegar a odiarme tanto como lo hace, quiero decir, solo porque te cases con alguien que te cae mal un padre no decide matar a su hija. Supongo que siempre ha sido una bestia a la que no le importábamos ni Paul ni yo realmente.- Mía ¿seguro que no te importa cubrirme? - Pregunta mi compañera con la esperanza de que no me arrepienta.Levanto la mano quitándole importancia.- Claro que no, ve a casa con tu hijo, yo te cubro hoy.La noche va pasando lentamente y por desgracia para mi, más tranquila de lo que me gustaría.Estoy en la habitación donde descansamos hasta que hay un
MíaMarcus coloca sobre mis manos un montón de fichas, cada una vale mil euros. Lo miro como si le hubieran salido verrugas en la cara. Es muchísimo dinero como para tirarlo jugando a un juego que no entiendo.- Es demasiado dinero - Intento dejar las fichas sobre sus manos pero no me deja.- Ya no es dinero, son fichas y hay que usarlas.Arrugo las cejas.- Pero lo voy a perder.Sonríe con indulgencia. Le divierte que me importe el dinero. No se lo que tiene, no tengo ni idea de la cantidad exacta ni aproximada, pero sé que tiene que ser muchísimo.- Si tengo que dar todo mi dinero para verte sonreír lo daría agradecido - Se acerca hasta que sus labios tocan los míos.Creo que jamás me cansaré del sabor de sus labios, de su tacto o de su ternura. Estamos hechos el uno para el otro, no se vivir lejos de él, ya no.
MíaTal vez podría haber hecho más por él para que no terminara siendo un títere de mi padre, tal vez si no hubiera estado tan pendiente de lo que quería, si hubiera prestado más atención a todo, este final sería distinto.Mi hermano camina hacia mi con furia, respira rápido y su pecho sube y baja sin control. Me agarra de la rebeca y me acerca a él de forma violenta.- Paul... - Susurro sufriendo al verlo tan mal - ¿qué te ha hecho? - las lágrimas caer por mis mejillas.Su dolor es mi dolor, no podría ser de otra forma, es mi hermano.- Deja de intentar que cambie de idea - gruñe por lo bajo pegando los labios a mi oído - hoy vas a morir.Me quito las lágrimas con rabia. Voy a morir ¡BIEN! vale, lo acepto. Ha llegado mi hora. Si tengo que ser sincera hace tiempo que llegó, cuando mi padre decidió que no valía la pena que mi corazón siguiera la