Mía
Ya me había olvidado de lo que me gusta el olor a hospital. Este trabajo me encanta. Hoy he sido un poco la chica para todo, pero no me importa. Soy la nueva, la novata, es normal.
Termino de cambiarme y salgo para ir en busca de Dante, antes de que pueda salir me topo con él. Ni en mil vidas habria dicho que un hombre tan grande podría ser silencioso como un ninja, pero este lo es.
- Podemos irnos, he terminado ya.
Dante me quita la bolsa de deporte donde guardo una muda limpia y algunas cosas de aseo personal y yo aprovecho para quitarme la gomilla del pelo y dejarlo suelto.
Estoy bastante cansada, pero ha sido tan emocionante poder ayudar a las personas que no cambiaría mi trabajo por nada del mundo. Nadie puede quitarme la sonrisa de la cara ahora mismo.
Dante aparca el coche en la explanada. Marcus sale a recibirnos. Se parece al antiguo Marcus, e
MíaSi los síntomas que tengo son por algo que me ha puesto Killian en la Copa, estoy segura de que tiene alguna intención oculta, pero ¿cuál?Encuentro las escaleras que llevan a los reservados. Coloco una mano sobre la pared para ayudarme a mantener el equilibrio. Todas las personas se difuminan al moverse, pero eso no es lo peor, lo peor es el calor que siento dentro de mi, pequeños escalofríos recorren mi cuerpo por la excitación que siento. Jamás he tenido esta necesidad tan urgente de sexo.¿Cuál es la intención? Piensa, Mía. ¡Céntrate! Pero es imposible, solo veo el pecho desnudo de Marcus y mis dedos tocando sus músculos. Me viene a la cabeza la cinturilla de su vaquero, y unas ganas locas de bajárselo me invanden. Me limpio el sudor de la frente mientras intento controlar la respiración.Voy a matar a Killian. Se ha pasado. Me froto los ojos para enfocar la vista, "Reserva
MarcusDuerme apaciblemente con su cabeza apoyada en mi pecho. Tiene las mejillas coloradas y la frente sudorosa y aún así, es lo más bello que he visto en mi vida. Abro uno de sus ojos con cuidado, su pupila sigue dilatada, aunque parece que ha disminuido un poco.Dante aparca el coche. Abro la puerta con cuidado y me bajo con Mía en mis brazos. Duerme profundamente, ni una bomba podría despertarla ahora mismo.- Ven conmigo - Le digo a Dante en un tono bajo.Entramos al castillo en completo silencio. Este es uno de los motivos por el que es mi mano derecha, sabe lo que quiero en cada momento y por regla general coincidimos.Entro en mi habitación y camino hasta la cama. Suelto a Mía despacio. Observo su cuerpo, perfecto y suave, tallado por los ángeles especialmente para mi. Me da pánico pensar que puedan hacerle daño para llegar a mi, el temible Marcus capaz de perder la cab
MíaCada vez que cierro los ojos vuelvo a revivir la noche anterior. El momento desesperado en el interior del coche de Marcus. Me muero de vergüenza. Literalmente, voy a morir de vergüenza.Fui capaz de contenerme cuando el hombre que estaba dentro del reservado intentaba acostarse conmigo. No dudé ni un momento. Sabía que no había droga que me hiciera acostarme con él. Pero en cuanto nos quedamos Marcus y yo a solas todo se intensificó. Mi cuerpo pedía a gritos el suyo, exigía sentirlo y acariciarlo, fue superior a mi.Esta tarde quiere que hablemos ¿cómo voy a encararlo después de mi comportamiento? Quiero que me trague la tierra y no volver a salir.En el hospital todo va como de costumbre. Me encanta estar aquí. Me olvido de todo, los problemas y las preocupaciones dejan de existir y mi día mejora, o por lo menos eso pensaba yo, hasta que tengo que ir a curar a una chica que al
MíaIntento pensar de forma racional y darle un voto de confianza,aunque me cuesta. Todas mis alertas se encienden preguntándome si me he vuelto loca para confiar en él.La última vez que confié, terminó mi coche hundido en uno de los canales y yo dada por muerta.- Marcus, la ensalada tiene almendras. Y yo soy alérgica a las almendras.Baja la vista hasta la lechuga sin comprender. Ladea ligeramente la cabeza.- ¿Cómo de alérgica? - pregunta bajando un punto la voz.Rebusco las palabras adecuadas porque ya empiezo a comprender a Marcus. Es un polvorín en el que la más mínima mecha provoca que explote. Tal vez enterarse de algo tan íntimo, y saber que se lo he estado ocultado es una de esas mechas.Mientras espera mi contestación coloca la tapa sobre la ensalada y la aleja de mi hasta meterla dentro de la cesta de mimbre. El tenedor
MíaLos días pasan tranquilos. Killian no ha vuelto a molestarme y Marcus anda muy liado. Nos vemos para cenar y después vuelve a encerrarse en su despacho hasta tarde.Cuando me quedo dormida aún no ha venido a la habitación. Tengo que mantener bajo control la batalla que tiene la parte racional de mi cerebro con la parte irracional.Una me repite constantemente que no espere nada de él, que no caiga en sus garras si no quiero que vuelva a romperme, pero la otra, la otra es más fuerte... Me grita que no puedo alejarme, quiero verlo a todas horas, quiero que me busque, quiero muchas cosas que últimamente parecen imposibles.Soy adulta y entiendo que tiene mucho trabajo, pero eso no significa que si realmente quisiera pasar más tiempo conmigo, podría encontrarlo ¿no?¡Basta, Mía! Deja de pensar en ese hombre y termina de vestirte, últimamente hablo demasiado conmigo misma,
MarcusDesde mi despacho escucho el inconfundible sonido de un disparo. Todo el mundo sabe que en mi propiedad está prohibido disparar a no ser que sea un asunto de vida o muerte.Salgo corriendo hacia la calle. Voy directamente hacia Mía, necesito comprobar que no está herida. En cuanto veo que está bien me fijo en todo lo demás, la chica asustada pegada al coche que lleva una mano escayolada, el hombre con pinta de alcohólico que tiene una pistola en la mano y la mirada culpable de mi querida mujer.Una vez más ha decidido hacer las cosas por su cuenta. Admiro su valor y su tenacidad, pero cualquier día se va a meter en un problema y me da pánico pensar que cuando llegue ese día, tal vez llegue tarde.- ¿Quién cojones se ha atrevido a venir a mi casa pegando tiros? - Doy un paso hacia el tipo que ha disparado.Ahora tiene que rendir cuentas ante mi. No lo sabe todavía,
MarcusMe siento sobre la silla que me ofrece Ares, evidentemente no es su nombre real, es un apodo que él mismo se puso para acojonar a los novatos. Se creen que es el Dios de la guerra, invencible y todas esas mierdas.- ¿Qué te trae por aquí? - Pregunta sentándose frente a mi.- Como sabrás hay alguien que me está jodiendo. Explico un poco por encima - Quería saber si te has enterado de algo.Lo que más me interesa es observar su reacción. Tengo que descartar sospechosos y es difícil engañarme. Tiene muy trabajada su cara de poker, ni un solo movimiento fuera de lo normal. Este tío es bueno, pero no tanto como yo.- No he escuchado nada, lo siento - Se levanta y camina hacia la puerta.¿Me está echando? Amablemente me está pidiendo que me largue. Aprieto la mandíbula, o es muy listo o muy tonto. No se donde encasillarlo todavía, aunque tampoco es que sea nece
MíaSalgo de trabajar de buen humor. Marcus y yo nos llevamos mejor que antes. Parece que ha comprendido que no puede tratarme como si fuera un súbdito suyo.Cada vez se parece más al Marcus del que me enamoré, el que convertía mi pecho en mil mariposas revoloteando. Poco a poco voy olvidando la mañana que me dejó y todo mi cuento de hadas se vino abajo como un castillo de naipes- ¡Joder! - Dice Dante mirando por el retrovisor.Me giro sobre mi misma para mirar por el cristal, hay un coche azul pegado a nosotros. Frena un poco para acto seguido acelerar. Su morro choca contra nuestro coche. La fuerza del impacto me impulsa hacia atrás.- ¿Quién es? ¿Qué quiere? - Pregunto nerviosa sin perder de vista el coche.Dante quita una mano del volante y llama con el manos libres.Marcus contesta al otro lado del teléfono.- Te