Alma.Enfadada y con el corazón aún latiendo con furia, subí a la habitación con Barto y Gael. La maldita fiesta se estaba convirtiendo en una pesadilla. Patricia era un monstruo, pero al menos había confiado en ella para cuidar de Isa. Sin embargo, la sombra de Maura y su esposo acechaba en mi mente, y no podía permitir que Barto estuviera en peligro. Había oído rumores sobre su conexión con el narcotráfico, y eso me ponía los nervios de punta.—¿Mami, estás enojada con Barto?— Pregunta Gabriel mientras lo ayudo a vestirse.—No, corazón, no estoy molesta. Pero la violencia no es la solución —respondí con firmeza, tratando de ocultar mi preocupación.Gabriel sonrió con confianza. —Cuando sea más grande quiero ser como él, valiente para defenderte a ti y a Isa. Su determinación me conmovió, y le di un beso en la mejilla. —Te amo mucho, Gabriel. Eres muy valiente, mi bebé hermoso, y hiciste muy bien en decirme lo que estaba pasando.Nuestra conversación se vio interrumpida por la entr
Alma.Fue una noche muy movida con los pequeños, están llenos de energía y no paraban de pedirme que les leyera cuentos. Mis dos bebés son adorables y me encantó dormir con ellos.Estrenamos mi nuevo departamento porque finalmente decidí mudarme. Marko compró una casa para mí, pero no la acepté. Con mis ahorros y parte de las ganancias que tengo como socia de la empresa, pude comprarme un departamento muy lujoso con una hermosa vista. Además, ya pagué todas mis deudas y compré algunas cositas más para Gabriel y para mí, además de algunos regalos para Isabella.Me desperté temprano, el sol apenas comenzaba a asomarse por las cortinas entreabiertas de la cocina. Decidí aprovechar la tranquilidad de la mañana para preparar el desayuno. Mientras cortaba frutas y colocaba pan en la tostadora, el aroma reconfortante del café recién hecho llenaba la pequeña estancia.Sin embargo, apenas había comenzado a preparar la mesa cuando escuché el sonido insistente del timbre resonando en la casa. Me
Alma.Me levanté temprano esa mañana, el sol apenas comenzaba a iluminar el cielo cuando me senté a desayunar con Gabriel. Sus risas y energía juvenil llenaban la cocina, y su compañía era todo lo que necesitaba para empezar el día con buen ánimo.Después del desayuno, tomé la mano de Gabriel y nos dirigimos juntos a la oficina de Marko. Caminar con mi hijo de la mano era reconfortante, una sensación de conexión y amor que me llenaba el corazón. Al llegar a la oficina de Marko, la sorpresa se reflejó en el rostro de mi ex. Sus ojos se abrieron con asombro al vernos entrar juntos. Podía percibir la confusión en su mirada mientras intentaba procesar nuestra presencia allí. — ¡Qué sorpresa ver aquí a mis amores! ¿Cómo estás, Gabriel?— Pregunta Marko.— Estoy bien, ayer fui a pescar con papá Miguel.— Informa Gabriel.— Vaya, qué sorpresa.— Marko, Gabriel y yo queremos invitarte al museo. Tenemos muchas ganas de ir, pero hoy es lunes y si estás ocupado...— Por supuesto que no estoy ocu
Alma.Mis ojos están inundados de lágrimas y mi cabeza late con fuerza, como si estuviera a punto de explotar. Un intenso nudo se forma en mi garganta y me cuesta respirar, porque no he parado de llorar y gritar. Me siento atrapada en un ciclo de terror y desesperación.No puedo recordar cómo llegué a este lugar ni cuánto tiempo ha pasado desde entonces. Todo parece un dejavu del momento en que Mauro me secuestró años atrás. El miedo me invade, pero esta vez no soy una adolescente asustada, soy una mujer y una madre. Un pequeño depende de mí, y no puedo permitirme morir, no puedo dejarlo solo como me dejaron a mí.Mis pensamientos son interrumpidos por el sonido de la puerta que se abre y los pasos lentos que se acercan hacia mí. Intento moverme, pero me doy cuenta de que estoy esposada a una cama. Las lágrimas siguen cayendo por mis mejillas cuando veo a un hombre alto despojarse de su camisa. A través de la venda, solo puedo ver una sombra, pero sé que él está quitándose la ropa, y
Todo sucedió demasiado rápido. Lo último que recuerdo es estar en la cabaña con Brian y Marko. Él se inculpó de todo y Brian me subió a una camioneta con Oliver, su hombre de confianza, mientras ellos se quedaban atrás.El oficial manejó más de una hora y me llevó a una casa alejada. No tengo idea de dónde estoy y no entiendo por qué no me llevaron a la policía o me arrestaron. Debería estar en la cárcel por lo que hice.Soy una asesina, aún no puedo creerlo. Terminé con la vida de una persona, bueno o malo, Mauro era una persona.—Por favor, cálmate —me pide Oliver—. Ve a ducharte.No entiendo por qué me están tratando así. Debería estar entregando mi ropa en la policía, no duchándome.—No puedo calmarme, Olí. Marko no puede ir a la cárcel por mi culpa. Por favor, llama a Brian.Entra Brian en ese momento. Parece que lo invocara, su mirada es fría.—Lo siento, lo siento, no quise hacerlo —le aseguro entre lágrimas—. No sé qué me pasó cuando vi que él estaba a punto de dispararle a Ma
Me desperté sintiéndome adolorida pero feliz. Marko no estaba en la habitación, así que me puse una de sus camisas, ya que toda mi ropa estaba rota.Bajé a la sala y vi que él había preparado panqueques, tostadas y estaba haciendo café. Me sorprendió verlo cocinando.Se veía hermoso con su espalda desnuda.—Buenos días —lo abracé por la cintura y le di un beso en la mejilla.—Salúdame como corresponde, señora Romano —me pidió, señalando sus labios.Le di un beso corto en los labios, y él me respondió.—Me fascina cómo luces mi camisa. Pero no te di permiso para usarla.Reí cuando me levantó en brazos. Enredé mis piernas en su cadera y me agarré de su cuello para no caer al suelo.—¿Entonces debería quitármela? —pregunté coqueta y luego le di un pequeño beso.—La cafetera, mi vida.—le recordé cuando me subió a la mesa y empezó a desabotonar mi camisa.—No te preocupes, se apaga solo, es automático. ¿Pero sabes qué no se apaga solo? —me preguntó mientras me quitaba la camisa y me dejaba s
Cuando finalmente recobré la conciencia, me encontré sumida en una neblina de confusión. Mis pensamientos estaban dispersos, y me resultaba difícil entender lo que estaba sucediendo a mi alrededor. No lograba recordar absolutamente nada de lo ocurrido antes de despertar. Me sentía desorientada y aturdida, tratando de reconstruir los fragmentos de mi memoria perdida. Fue entonces cuando noté la presencia reconfortante de Miguel a mi lado, lo que me brindó un poco de calma en medio de la confusión.— Alma, soy Miguel Cervantes. ¿Puedes oírme? — Miguel pregunta preocupado por mi estado, intentando establecer contacto.— ¿Qué me pasó? ¿Dónde estoy? — Pregunta alarmada. — inqueri confundida y ansiosa por respuestas. — Por favor, quiero ver a mi bebé. Fingí varias lágrimas, y en ese momento Miguel acarició mi rostro deteniéndome y sostuvo mi brazo cuando intenté moverme.— Por favor, no te muevas. — Dice Miguel, tratando de mantener la calma y controlar la situación.— Quiero ver a mi hij
Un mes después.Estaba acurrucada entre los fuertes brazos de Marko en una habitación de hotel. Solo llevaba puestas unas bragas, mientras que él también estaba casi desnudo. La atmósfera estaba cargada de deseo y complicidad, pero al mismo tiempo sentía una punzada de frustración por tener que mantener nuestra relación en secreto.A pesar de mi incomodidad, comprendía por qué necesitábamos mantener nuestro encuentro en secreto. La situación era complicada y estábamos atrapados en un juego de escondidas por circunstancias que estaban más allá de nuestro control.— Tres veces a la semana no son suficientes, Alma. Te necesito en mi cama todas las noches, mi Alma.— Expresa él.— Yo también deseo lo mismo, Marko. No me gusta ser la otra.— Mi vida, jamás serás ni has sido la otra. Tú eres mi mujer, lo sabes perfectamente. Con Elsa hace meses que no estoy, y con Maura todo ha terminado por completo, te juro que eres la única.— Confiesa.— Tú eres mía y yo soy tuyo.— Si Elsa está de acuerdo