Pelea en la piscina
Alma.

Durante la mayor parte de la tarde, me había dedicado a charlar con Maddy sobre asuntos sin relevancia. Ayudaba muchísimo a mi humor charlar con mi amiga de tonterías; adoraba su particular sentido del humor.

—Estás como ida, Alma — me dice ella.

—No es nada...

—Te veo muy triste desde tu discusión con Marko y rechazarlo nuevamente.Mi esposo me ha dicho que él también está muy mal.

Rodé los ojos. — No me interesa él.

—Eres adorable, Alma. Nunca entenderé por qué no te lanzas a los brazos de Marko y lo besas si es lo que deseas. Se te caen las bragas desde que lo conociste. Debo admitir que al principio me caía mal, pero después de todo lo que nos ha ayudado a Iván y a mí, me he dado cuenta de que es una buena persona.

—Por supuesto que no — espété molesta. — Yo estoy con Miguel. Será un buen ejemplo para Gabriel. Él es estable, no como Marko.

Maddy ríe. — ¿Dónde queda lo que tú sientes?

—Yo lo amo — afirmé.

—Soy yo, Madeline, tu amiga. Puedes decirme la verdad. No me hables de lo
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