Capítulo 29 Un absurdo reclamo lleno de dolor

Federick

De nuevo, esa noche pasó en blanco para mí. No podía dejar de pensar en Charlotte y en todo lo que sucedía a mi alrededor. Necesitaba reflexionar cuidadosamente, porque parecía que lo único que hacía ella era humillarme, llevándome al punto de pedirle clemencia. Pero ese lujo, definitivamente, no se lo iba a conceder.

Muy temprano, volví a estar frente a mi oficina. Esta vez, no iba a permitir que Charlotte se saliera con la suya, incluso si eso significaba renunciar a todo lo que había logrado en la empresa. Era tan predecible: siempre llegaba a la misma hora, se bajaba del elevador y se dirigía directo a su oficina. Esa mañana no fue la excepción.

La reconocí antes de verla, pues el embriagador olor de su perfume invadió mis fosas nasales desde lejos. Los ecos de sus tacones resonaban con pasos firmes, y, con cada sonido, mi corazón se aceleraba. Desde aquel último encuentro apasionado, no habíamos tenido contacto, y eso me ponía terriblemente nervioso.

Charlotte llegó con
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