Capítulo 20 No se puede seguir enamorado de un imposible

Federick

Llegué a nuestro apartamento junto a mi padre, ambos hambrientos. A pesar de que ya estábamos trabajando, aún no habíamos recibido nuestro primer sueldo, y la escasez de comida, junto con el estrés, comenzaba a apoderarse de la familia.

Al entrar, vi a Diane y Magdalena sentadas en el sofá, cada una con una revista en la mano. Apenas cruzamos la puerta, Magdalena arrojó la revista al suelo con furia y se acercó a nosotros.

—¡Bonita la hora de llegar de los caballeros! ¿Están ebrios? Porque supongo que para eso sí tienen dinero —exclamó.

Me apreté el entrecejo y solté un suspiro, lanzando una mirada a mi padre.

—Mamá, tuve un percance en la oficina, y mi padre apenas pudo ayudarme hace un momento.

—¿Por qué no contestas tu maldito teléfono? Llevo toda la tarde llamándote. No he comido nada en todo el día. ¿Crees que soy un cuerpo glorioso que deba aguantar hasta la hora que a ti te dé la gana? —gritó, furiosa.

Me quedé mirándola fijamente, con un deseo inmenso de gritar, pero
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