Federick Llegué a nuestro apartamento junto a mi padre, ambos hambrientos. A pesar de que ya estábamos trabajando, aún no habíamos recibido nuestro primer sueldo, y la escasez de comida, junto con el estrés, comenzaba a apoderarse de la familia.Al entrar, vi a Diane y Magdalena sentadas en el sofá, cada una con una revista en la mano. Apenas cruzamos la puerta, Magdalena arrojó la revista al suelo con furia y se acercó a nosotros.—¡Bonita la hora de llegar de los caballeros! ¿Están ebrios? Porque supongo que para eso sí tienen dinero —exclamó.Me apreté el entrecejo y solté un suspiro, lanzando una mirada a mi padre.—Mamá, tuve un percance en la oficina, y mi padre apenas pudo ayudarme hace un momento.—¿Por qué no contestas tu maldito teléfono? Llevo toda la tarde llamándote. No he comido nada en todo el día. ¿Crees que soy un cuerpo glorioso que deba aguantar hasta la hora que a ti te dé la gana? —gritó, furiosa.Me quedé mirándola fijamente, con un deseo inmenso de gritar, pero
NarradorEse fin de semana pasó desapercibido tanto para Federick como para Charlotte. Él se quedó encerrado en su estudio, intercambiando mensajes con su nueva amiga. Fueron dos días intensos en los que desahogó con ella todos sus sentimientos y frustraciones. Por su parte, Charlotte disfrutó de un fin de semana familiar. Ambos, sin embargo, estaban ansiosos por que llegara el lunes, aunque cada uno por razones diferentes.Esa mañana, Federick se levantó temprano, se perfumó lo mejor que pudo y, sin decir una sola palabra a su familia, salió rumbo al trabajo. En el camino, pasó nuevamente por la floristería de la vez pasada; se decidió a intentarlo de nuevo. ¿Qué podría pasar? Compró un hermoso ramo de flores para Charlotte.—¡Ha hecho una excelente elección! —dijo la vendedora, sonriendo mientras le daba el cambio.—¿Cree que le gusten a una mujer tan elegante? —preguntó Federick, buscando un aliciente que lo motivara a seguir con su reconquista, ya que las palabras de Helen no habí
FederickDetrás de Charlotte apareció Dorian. El hombre estaba impecablemente vestido, su sonrisa deslumbrante y su atuendo tan perfecto que despertaban la envidia de cualquiera. No podía evitar notar su físico arrollador mientras él le colocaba la mano en la cintura a Charlotte. Cuando se bajó sonriendo, la imagen se quedó grabada en mi mente por un instante, y observé con sorpresa cómo ella parecía tan embelesada que no se percató de que yo la estaba esperando, ni del ramo de flores que llevaba en la mano.Era la oportunidad perfecta para ocultar las flores detrás de mi espalda.—¡Buenos días! —exclamó Charlotte, dirigiendo su mirada hacia mí—. ¿Qué tenemos para hoy?—Señora Charlotte, él la está esperando —respondió su secretaria, señalándome. Sentí cómo el rubor me subía al rostro mientras mantenía las manos ocultas detrás de mí.Dorian y Charlotte se giraron hacia mí al mismo tiempo.—¡Federick! ¿No deberías estar cerrando un negocio? —dijo Charlotte con un tono despectivo.—Buen
CharlotteMientras tanto, yo estaba en mi oficina con Dorian. Al mirarlo de frente, no podía evitar admirar su físico. Su porte, su elegancia y la forma en que hablaba me resultaban fascinantes; era el hombre perfecto para satisfacer mis deseos sin tener que caer de nuevo en la trampa de acostarme con Federick y arrepentirme después.—Como te decía, preciosa, los negocios están fluyendo a la perfección. Haber adquirido el portafolio de trabajo de Feldman fue una excelente decisión. ¡Salud! —Dorian levantó su copa y brindó conmigo.—Bueno, quien realmente hizo todo lo posible para que concretáramos ese negocio fue mi asesor comercial, Federick. Creo que debería darle su comisión.Dorian se levantó de su silla, se desabotonó la chaqueta y se acercó lentamente a mí, mirándome directo a los ojos.—Lo que haya pasado con el asesor no me importa en lo más mínimo. Ahora, lo único que me interesa es lo que suceda entre nosotros. —Sus ojos se posaron en mi escote, lo que me puso nerviosa.Apen
FederickMe dirigí a mi primer negocio del día, una importante empresa agrícola con grandes acciones en el mercado. Era un trato muy similar al que había hecho con Dorian, pero esta vez, no iba a permitir que Charlotte me quitara mi comisión. Si pensaba jugarme sucio, yo actuaría con más audacia.Arreglé mi traje, me perfumé por última vez y, con mi portafolio en mano, entré a la empresa. La secretaria me observó de arriba abajo, claramente impresionada. A pesar de que mis ojos estaban algo hinchados por el llanto de la mañana, debía admitir que me veía espectacular.—Buenos días, caballero, ¿en qué puedo ayudarle? —me preguntó con una sonrisa.—Sí, señorita, tengo una cita con el gerente general de la compañía. Es una cita de negocios.—¡Oh! ¿Federick Maclovin?—Sí, soy yo.—Siga, la señora McGregor lo espera.Eso me tranquilizó un poco. Con las mujeres, los negocios solían ir mucho mejor, y esperaba que este no fuera la excepción. Toqué dos veces la gran puerta de la oficina de la g
Punto de vista Charlotte¡Es hermosa! Sí, no puedo mentir ante una realidad que es más que evidente, es una mujer preciosa, no sé porque mi pecho está rebozando a causa de los infinitos celos que siento, mi presión arterial está alta, ¡Lo sé! Para completar mis males, Dorian no deja de hablar como una chicharra. Su voz se está convirtiendo en un horrible ruido.—Charlotte, preciosa, como te decía, las acciones de mi compañía van en incremento, si las cosas siguen así, posiblemente el próximo año pueda ganarme el premio a la mejor compañía agricultura, el mismo que has ganado tú este año.—¿Qué? —Dije sin darle importanciaDorian frunció el ceño y me soltó la mano.—¿Me estás prestando atención? Te noto algo distraída —El hombre me acarició la mejilla —¿Te sientes bien? ¿Tienes algún problema? Recuerda que puedes confiar en mí.Sus palabras taladraron mis sentidos ¿Cómo confiar en alguien que a la primera queria metérmelo?—¡No! Claro que no tengo problemas, solamente tengo cosas pendi
Punto de vista Federick No iba a tolerar otra de sus payasadas. Su mirada se fijó intensamente en la mía y noté la tensión en su expresión; había llegado a conocerla tan bien que podía apostar a que estaba tan ansiosa como yo, aunque en mi caso, el deseo era palpable.—Bueno, Federick, hablemos de tu comisión —interrumpió Charlotte el incómodo silencio.—Es lo justo. He realizado buenos trabajos, y el negocio con McGregor es impresionante —pensar en la comisión que recibiría era como una luz en mi oscura situación; podría comprar un pequeño departamento en los suburbios y liberarme de la carga que mi familia me imponía, especialmente mi madre, que era la que más me agobiaba.Charlotte suspiró resignada; no tenía ninguna excusa válida para negarme la comisión como hizo con el trato de Dorian. Abrió el cajón de su escritorio y sacó su chequera. Revisó las cifras en su laptop y se centró en el cheque.Tras escribir una cantidad, me lo entregó. No puedo negar que estaba lleno de nervios;
CharlotteLa frustración me embargó tras el desplante de Federick, y golpeé el escritorio con mi puño.—¡Mierda! —resoplé, sintiendo el ardor en mis nudillos.Me dejé caer en el gran sillón, mirando al vacío durante un momento.—¡Qué estúpida fui! ¡Federick se volvió a burlar de mí! —grité, furiosa, mientras me servía una copa de vino y me la bebía de un solo trago.Me sentía miserable. No entendía qué había pretendido al intentar seducirlo; en lugar de eso, debí haberlo dejado con las ganas. Pero, como era habitual, mi estúpido subconsciente me había jugado una mala pasada.En el fondo, sabía que no solo buscaba satisfacer mis deseos físicos, sino que anhelaba reparar un poco mi corazón. Era frustrante seguir pensando en lo que había sido mi matrimonio con Federick, en el amor que le di y en la manera en que me sentía amada. Pero la realidad es que no siempre las cosas salen como uno quiere. No supe manejar la situación cuando él era mi esposo, y consumida por la depresión, dejé que