Charlotte Me sentí reconfortada por lo que estaba experimentando en mi interior. Cerré la puerta de mi despacho y le puse pasador, luego me dirigí al bar y saqué una botella de vino. Con una sonrisa de oreja a oreja, me serví una copa llena del delicioso licor y brindé conmigo misma.“¡Salud por lo que está dejando de doler!” Pensé mientras me la bebía de un solo sorbo. Después, saqué un espejo de mi bolso y retoqué mi maquillaje. En ese momento, comprendí más que nunca que no podía seguir siendo víctima del dolor que me había acompañado durante tanto tiempo, especialmente cuando no fui la única responsable de todo lo que había sucedido.6 años atrásDespués de que Federick y yo hicimos el amor esa noche de mil formas, jamás imaginé que, desde ese día, mi vida tomaría un rumbo completamente diferente. Todo lo que había sido planificado para ser pura felicidad y un amor eterno estaba a punto de transformarse en el verdadero infierno en la tierra.A la mañana siguiente, me desperté con
Mi corazón latía a mil por hora, una extraña sensación se apoderó de mí, como si mi subconsciente me hubiera traicionado. Fue mucho después cuando me di cuenta de que estaba en los brazos de Federick. Abrí los ojos de golpe y me aparté bruscamente de su agarre. Me arreglé el vestido de manera torpe y me hice a un lado.—¡Esto no puede estar pasando! —mascullé, molesta.—¿Qué? ¿Que el elevador se haya atascado? ¿O que me hayas abrazado? —Federick susurró en medio de la oscuridad. Solo una luz tenue iluminaba el ascensor, creando un ambiente realmente inquietante.Saqué mi teléfono, aunque mis manos apenas temblaban, seguía sin señal. Resoplé, frustrada. Dorian debía estar esperándome ya, y eso me llenaba de impotencia. La oportunidad de salir con otro hombre, uno tan atractivo como él, podría desvanecerse. Aunque ya habíamos salido un par de veces, no me negaba a la idea de ser suya.¿Cuánto tiempo había pasado desde que un hombre me amara como tanto añoraba? Siempre conservaba el recu
Me acababa de vestir y sentía una mezcla de vergüenza y satisfacción por lo que había ocurrido con ese hombre que, supuestamente, odiaba. Sin embargo, en el fondo de mi corazón, sabía que “lo amaba con todas mis fuerzas”. A pesar de la confusión, una parte de mí se sentía satisfecha; tener sexo en el elevador de mi gran empresa había sido una experiencia abrumadora. Nunca antes había sentido tanta excitación debido al vértigo.—¿Cómo vamos a salir de aquí? —pregunté, rompiendo el silencio.Federick negó con la cabeza, claramente confundido. Me hablaba como si nada hubiera pasado. Se acomodó la ropa y encogió los hombros.—No lo sé, Charlotte, pero… ¿y lo que acaba de pasar entre nosotros? ¿Qué significa?Lo miré de arriba abajo y levanté una ceja, respondiendo en un tono burlón:—¿Qué de qué? Tuvimos sexo, Federick, nada más.Bajó la mirada, y un nudo se formó en su garganta. Recordé de inmediato que él mismo me había dicho esas palabras en el pasado, y pude notar que se desmoronaba
Federick Llegué a nuestro apartamento junto a mi padre, ambos hambrientos. A pesar de que ya estábamos trabajando, aún no habíamos recibido nuestro primer sueldo, y la escasez de comida, junto con el estrés, comenzaba a apoderarse de la familia.Al entrar, vi a Diane y Magdalena sentadas en el sofá, cada una con una revista en la mano. Apenas cruzamos la puerta, Magdalena arrojó la revista al suelo con furia y se acercó a nosotros.—¡Bonita la hora de llegar de los caballeros! ¿Están ebrios? Porque supongo que para eso sí tienen dinero —exclamó.Me apreté el entrecejo y solté un suspiro, lanzando una mirada a mi padre.—Mamá, tuve un percance en la oficina, y mi padre apenas pudo ayudarme hace un momento.—¿Por qué no contestas tu maldito teléfono? Llevo toda la tarde llamándote. No he comido nada en todo el día. ¿Crees que soy un cuerpo glorioso que deba aguantar hasta la hora que a ti te dé la gana? —gritó, furiosa.Me quedé mirándola fijamente, con un deseo inmenso de gritar, pero
NarradorEse fin de semana pasó desapercibido tanto para Federick como para Charlotte. Él se quedó encerrado en su estudio, intercambiando mensajes con su nueva amiga. Fueron dos días intensos en los que desahogó con ella todos sus sentimientos y frustraciones. Por su parte, Charlotte disfrutó de un fin de semana familiar. Ambos, sin embargo, estaban ansiosos por que llegara el lunes, aunque cada uno por razones diferentes.Esa mañana, Federick se levantó temprano, se perfumó lo mejor que pudo y, sin decir una sola palabra a su familia, salió rumbo al trabajo. En el camino, pasó nuevamente por la floristería de la vez pasada; se decidió a intentarlo de nuevo. ¿Qué podría pasar? Compró un hermoso ramo de flores para Charlotte.—¡Ha hecho una excelente elección! —dijo la vendedora, sonriendo mientras le daba el cambio.—¿Cree que le gusten a una mujer tan elegante? —preguntó Federick, buscando un aliciente que lo motivara a seguir con su reconquista, ya que las palabras de Helen no habí
FederickDetrás de Charlotte apareció Dorian. El hombre estaba impecablemente vestido, su sonrisa deslumbrante y su atuendo tan perfecto que despertaban la envidia de cualquiera. No podía evitar notar su físico arrollador mientras él le colocaba la mano en la cintura a Charlotte. Cuando se bajó sonriendo, la imagen se quedó grabada en mi mente por un instante, y observé con sorpresa cómo ella parecía tan embelesada que no se percató de que yo la estaba esperando, ni del ramo de flores que llevaba en la mano.Era la oportunidad perfecta para ocultar las flores detrás de mi espalda.—¡Buenos días! —exclamó Charlotte, dirigiendo su mirada hacia mí—. ¿Qué tenemos para hoy?—Señora Charlotte, él la está esperando —respondió su secretaria, señalándome. Sentí cómo el rubor me subía al rostro mientras mantenía las manos ocultas detrás de mí.Dorian y Charlotte se giraron hacia mí al mismo tiempo.—¡Federick! ¿No deberías estar cerrando un negocio? —dijo Charlotte con un tono despectivo.—Buen
CharlotteMientras tanto, yo estaba en mi oficina con Dorian. Al mirarlo de frente, no podía evitar admirar su físico. Su porte, su elegancia y la forma en que hablaba me resultaban fascinantes; era el hombre perfecto para satisfacer mis deseos sin tener que caer de nuevo en la trampa de acostarme con Federick y arrepentirme después.—Como te decía, preciosa, los negocios están fluyendo a la perfección. Haber adquirido el portafolio de trabajo de Feldman fue una excelente decisión. ¡Salud! —Dorian levantó su copa y brindó conmigo.—Bueno, quien realmente hizo todo lo posible para que concretáramos ese negocio fue mi asesor comercial, Federick. Creo que debería darle su comisión.Dorian se levantó de su silla, se desabotonó la chaqueta y se acercó lentamente a mí, mirándome directo a los ojos.—Lo que haya pasado con el asesor no me importa en lo más mínimo. Ahora, lo único que me interesa es lo que suceda entre nosotros. —Sus ojos se posaron en mi escote, lo que me puso nerviosa.Apen
FederickMe dirigí a mi primer negocio del día, una importante empresa agrícola con grandes acciones en el mercado. Era un trato muy similar al que había hecho con Dorian, pero esta vez, no iba a permitir que Charlotte me quitara mi comisión. Si pensaba jugarme sucio, yo actuaría con más audacia.Arreglé mi traje, me perfumé por última vez y, con mi portafolio en mano, entré a la empresa. La secretaria me observó de arriba abajo, claramente impresionada. A pesar de que mis ojos estaban algo hinchados por el llanto de la mañana, debía admitir que me veía espectacular.—Buenos días, caballero, ¿en qué puedo ayudarle? —me preguntó con una sonrisa.—Sí, señorita, tengo una cita con el gerente general de la compañía. Es una cita de negocios.—¡Oh! ¿Federick Maclovin?—Sí, soy yo.—Siga, la señora McGregor lo espera.Eso me tranquilizó un poco. Con las mujeres, los negocios solían ir mucho mejor, y esperaba que este no fuera la excepción. Toqué dos veces la gran puerta de la oficina de la g