Federick La noche finalmente llegó. Todos sabíamos que mi madre fue despedida de la empresa de Charlotte y que no se sentía para nada bien, ella ya nos esperaba en el departamento.Cuando la puerta se abrió, los demás miembros de la familia comenzaron a llegar. Yo fui el primero en entrar, y en cuanto la vi, supe que algo no estaba bien.—Mamá, ¿estás bien? —me acerqué y me senté a su lado. Su piel estaba pálida, y sus ojos, demasiado rojos de tanto llorar.—No, Federick. La maldita de Charlotte me echó de su empresa como si fuera un perro —se cubrió la cara con las manos y comenzó a llorar desconsoladamente.—¿Te despidió? Dime, ¿qué pasó? —le pregunte aparentando que no sabía nada, pero en realidad, lo sabía todo. Los chismes no daban espera.—No hice nada. Esa mujer es cruel; simplemente me despidió porque quiso. Una de las empleadas de la cafetería me hizo quedar en ridículo, y Charlotte se dio cuenta. Sin siquiera escucharme, me sacó de su empresa.—Lo siento mucho, mamá, pero
PresenteFederick apretó los ojos, deseando quedarse a vivir en esos recuerdos donde el amor entre Charlotte y él era auténtico. Intentó acomodar su cabeza en varias posiciones, tratando de conciliar el sueño, pero su mente le estaba jugando una mala pasada. Pasó la noche en vilo, tanto que el despertar del día siguiente fue terrible.En su departamento, todo era un desastre. Con esfuerzo, logró conseguir el turno en el único baño y se arregló para la importante entrevista que tenía esa mañana. Aunque físicamente no se veía perfecto, mentalmente tenía todo bajo control. No iba a dejar que se le escapara ese negocio.Vestido con su mejor traje y, por supuesto, preparado con su mejor argumento, llegó a la gran compañía de alimentos agropecuarios, EpicFlavors. Allí lo esperaba el gran CEO, un hombre de treinta años, corpulento, alto, con cabello castaño y ojos café claro, que irradiaba una personalidad arrolladora.Federick sintió una punzada de envidia al ver el lugar donde estaba el ho
Narrador Federick, decidido a no dejar escapar el negocio que estaba a punto de cerrar con Dorian Evans, se dirigió rápidamente a su oficina para programar la cita en la fecha que Charlotte le había indicado. Aunque sabía que era poco probable, debía intentar todas sus opciones.Mientras tanto, Dorian contemplaba la pantalla de su computadora, asombrado por las noticias sobre la nueva empresaria que estaba causando revuelo: Charlotte Feldman. Aquella rubia deslumbrante, de ojos claros y mirada poderosa, provenía de una de las industrias agropecuarias más grandes del país. Sus ojos destellaban al ver las fotografías de Charlotte, y oscuros intereses comenzaron a agolparse en su mente.—Señor, perdone la interrupción, pero hay un hombre de Industrias Feldman que vino temprano. ¿Desea que lo haga seguir? —preguntó un asistente.—¿El asesor comercial? ¿Federick, creo que se llama? —respondió Dorian.—Sí, señor, ese mismo. Le dije que ya lo había atendido y que no tiene tiempo, pero está
Charlotte Me sentí reconfortada por lo que estaba experimentando en mi interior. Cerré la puerta de mi despacho y le puse pasador, luego me dirigí al bar y saqué una botella de vino. Con una sonrisa de oreja a oreja, me serví una copa llena del delicioso licor y brindé conmigo misma.“¡Salud por lo que está dejando de doler!” Pensé mientras me la bebía de un solo sorbo. Después, saqué un espejo de mi bolso y retoqué mi maquillaje. En ese momento, comprendí más que nunca que no podía seguir siendo víctima del dolor que me había acompañado durante tanto tiempo, especialmente cuando no fui la única responsable de todo lo que había sucedido.6 años atrásDespués de que Federick y yo hicimos el amor esa noche de mil formas, jamás imaginé que, desde ese día, mi vida tomaría un rumbo completamente diferente. Todo lo que había sido planificado para ser pura felicidad y un amor eterno estaba a punto de transformarse en el verdadero infierno en la tierra.A la mañana siguiente, me desperté con
Mi corazón latía a mil por hora, una extraña sensación se apoderó de mí, como si mi subconsciente me hubiera traicionado. Fue mucho después cuando me di cuenta de que estaba en los brazos de Federick. Abrí los ojos de golpe y me aparté bruscamente de su agarre. Me arreglé el vestido de manera torpe y me hice a un lado.—¡Esto no puede estar pasando! —mascullé, molesta.—¿Qué? ¿Que el elevador se haya atascado? ¿O que me hayas abrazado? —Federick susurró en medio de la oscuridad. Solo una luz tenue iluminaba el ascensor, creando un ambiente realmente inquietante.Saqué mi teléfono, aunque mis manos apenas temblaban, seguía sin señal. Resoplé, frustrada. Dorian debía estar esperándome ya, y eso me llenaba de impotencia. La oportunidad de salir con otro hombre, uno tan atractivo como él, podría desvanecerse. Aunque ya habíamos salido un par de veces, no me negaba a la idea de ser suya.¿Cuánto tiempo había pasado desde que un hombre me amara como tanto añoraba? Siempre conservaba el recu
Me acababa de vestir y sentía una mezcla de vergüenza y satisfacción por lo que había ocurrido con ese hombre que, supuestamente, odiaba. Sin embargo, en el fondo de mi corazón, sabía que “lo amaba con todas mis fuerzas”. A pesar de la confusión, una parte de mí se sentía satisfecha; tener sexo en el elevador de mi gran empresa había sido una experiencia abrumadora. Nunca antes había sentido tanta excitación debido al vértigo.—¿Cómo vamos a salir de aquí? —pregunté, rompiendo el silencio.Federick negó con la cabeza, claramente confundido. Me hablaba como si nada hubiera pasado. Se acomodó la ropa y encogió los hombros.—No lo sé, Charlotte, pero… ¿y lo que acaba de pasar entre nosotros? ¿Qué significa?Lo miré de arriba abajo y levanté una ceja, respondiendo en un tono burlón:—¿Qué de qué? Tuvimos sexo, Federick, nada más.Bajó la mirada, y un nudo se formó en su garganta. Recordé de inmediato que él mismo me había dicho esas palabras en el pasado, y pude notar que se desmoronaba
Federick Llegué a nuestro apartamento junto a mi padre, ambos hambrientos. A pesar de que ya estábamos trabajando, aún no habíamos recibido nuestro primer sueldo, y la escasez de comida, junto con el estrés, comenzaba a apoderarse de la familia.Al entrar, vi a Diane y Magdalena sentadas en el sofá, cada una con una revista en la mano. Apenas cruzamos la puerta, Magdalena arrojó la revista al suelo con furia y se acercó a nosotros.—¡Bonita la hora de llegar de los caballeros! ¿Están ebrios? Porque supongo que para eso sí tienen dinero —exclamó.Me apreté el entrecejo y solté un suspiro, lanzando una mirada a mi padre.—Mamá, tuve un percance en la oficina, y mi padre apenas pudo ayudarme hace un momento.—¿Por qué no contestas tu maldito teléfono? Llevo toda la tarde llamándote. No he comido nada en todo el día. ¿Crees que soy un cuerpo glorioso que deba aguantar hasta la hora que a ti te dé la gana? —gritó, furiosa.Me quedé mirándola fijamente, con un deseo inmenso de gritar, pero
NarradorEse fin de semana pasó desapercibido tanto para Federick como para Charlotte. Él se quedó encerrado en su estudio, intercambiando mensajes con su nueva amiga. Fueron dos días intensos en los que desahogó con ella todos sus sentimientos y frustraciones. Por su parte, Charlotte disfrutó de un fin de semana familiar. Ambos, sin embargo, estaban ansiosos por que llegara el lunes, aunque cada uno por razones diferentes.Esa mañana, Federick se levantó temprano, se perfumó lo mejor que pudo y, sin decir una sola palabra a su familia, salió rumbo al trabajo. En el camino, pasó nuevamente por la floristería de la vez pasada; se decidió a intentarlo de nuevo. ¿Qué podría pasar? Compró un hermoso ramo de flores para Charlotte.—¡Ha hecho una excelente elección! —dijo la vendedora, sonriendo mientras le daba el cambio.—¿Cree que le gusten a una mujer tan elegante? —preguntó Federick, buscando un aliciente que lo motivara a seguir con su reconquista, ya que las palabras de Helen no habí