Los días pasaban como si su propósito fuera ser lentos y tortuosos. La primera semana se sintió como un mes, la segunda como un año. Al principio, Craig pensó que sería suficiente verlo de lejos, pero el aspecto cansado y débil de su rostro lo golpeaba con una culpa inmensa. Notaba que no comía casi nada en todo el día, su negación le dijo que tal vez no le gustaba la comida de la cafetería, así que le pidió a la cocinera que lo cambiara, pero Marcus seguía sin probar bocado. Sabía que él tampoco tenía el mejor aspecto de todos. Unas ojeras bastante prominentes comenzaron a asomarse debajo de sus ojos, casi opacando por completo el azul de sus ojos; se sentía cansado todo el tiempo y sus energías para entrenar o ejercitarse estaban cada vez más cerca de desaparecer. Había planeado hablar con Marcus en cuanto su padre se fuera y no entendía que estaba esperando para hacerlo. Llevaba esas dos semanas detrás de Craig, asegurándose de que hiciera bien su trabajo y de cierta manera funci
Marcus divisó el momento en que Craig entró y sintió como se le oprimía el corazón. Le sucedía todos los días, cada vez que lo encontraba observándolo, pero esta vez era diferente. Craig no estaba mirando a nadie o a algo en específico. Él y Takeo se acomodaron uno a cada lado del padre de Craig, pero Takeo se veía confundido, mientras que Craig simplemente no parecía él mismo. -Buenas tardes jóvenes. El día de hoy estoy aquí para felicitarlos y recompensarlos. He escuchado que su entrenamiento es avanzado y ha dado mejores resultados de los que esperábamos. Por eso, he decidido darles algo a cambio, o ¿debería decir, quitarles? Había tres puertas detrás de ellos y las tres se abrieron. -Nombraré a seis personas para que entren en esa habitación, asegurándoles que cuando salgan serán verdaderos guerreros—la voz de su padre se sentía como otra paliza, era como volver a tener diez años. Takeo se acercó a las puertas y descubrió dos sillas dentro de cada una de las habitaciones, no s
Marcus estaba curando las manos de Craig mientras pensaba en la manera más adecuada de preguntar qué es lo que estaba pasando. Termino de vendar sus manos e intento mirar a Craig a los ojos, pero él seguía con la vista clavada en el suelo.-Se curara rápido—dijo Marcus en un intento de hacer que Craig lo mirara. -¿Y qué hago con todo lo demás?—preguntó Craig sin pensar, más como un susurro que un comentario intencional.Fue entonces cuando por fin se atrevió a mirarlo. Sus ojos estaban rojos debido al intento de detener sus lágrimas. Simplemente no parecía él mismo y si eso dañaba el corazón de Marcus, no quería imaginar lo Craig debería de estar sintiendo.-Craig, sabes que puedes confiar en mí.El general solo asintió con la cabeza.-Ni siquiera sé por dónde empezar.Se miró las manos sintiendo el proceso de curación y solo comenzó a hablar.-Marcus, ¿crees que soy un cobarde?La pregunta lo sorprendió, sobre todo por la forma desesperada en que Craig lo miraba, pero sin dudar, Mar
Al día siguiente, Craig llevó personalmente a su padre hasta su auto.-Aun estas a tiempo de arrepentirte. Estoy seguro de que Ann te perdonará.Esa misma mañana, Craig le había dejado en claro todas y cada una de sus decisiones: la primera era sobre que no se alejaría de Marcus; la segunda, era sobre ese compromiso con Ann que no se llevaría a cabo ni ahora, ni nunca; y la tercera era que no importaba si estaba de acuerdo o no, no habría cosa que pudiera hacer para que cambiara de opinión.-Que tengas buen viaje padre.Craig se dio media vuelta para regresar a sus actividades pero divisó una figura corriendo en su dirección.-¡General Elsher!—gritó Owen.Owen intentaba recuperar el aliento, pero en el momento en que vio al hombre detrás de Craig, tuvo que dar un par de pasos atrás por instinto.-Owen—lo llamó Craig colocándose frente a él— ¿Qué pasa?-Estábamos en el comedor y unos tipos se llevaron a Marcus.En un acto inmediato y sin detenerse a pensarlo, Craig se dio la vuelta y t
El Coronel llevó a la madre de su hijo hasta la que había sido su oficina sin decir una sola palabra. Sabía que la mujer estaba enojada por algo y aunque se preocupaba por ella y quería preguntar que le pasaba, no lo haría. Al menos no directamente. -¿Qué haces aquí?—preguntó fingiendo molestia. -¿En serio creíste que dejaría a mi hijo contigo sin supervisión? A veces eran sorprendentes las formas tan similares en que pensaban, ambos habían puesto a gente a espiar a su hijo, pero cada uno por distintas razones. -¿Descubriste algo interesante? No le gustaba ser tan sínico con ella, pero ya era más una costumbre que un gusto. -¿Interesante? No. Creo que la palabra correcta es: estúpido. El hombre no pudo retener la sonrisa, jamás podría evitar reír si estaba con ella, independientemente de la situación. -Parece que tu nuevo esposo ha ampliado tu vocabulario. Le hubiera encantado verla sonreír, hace mucho no la veía hacerlo con él. -Ya basta de bromas Christ, no vine hasta aquí
Marcus.Craig era mi novio. No podía creerlo todavía. En serio, no puedo.Regresé a mi habitación con la misma sonrisa que había tenido todo el día. Mis compañeros ya estaban ahí; Owen estaba en su computadora y Cameron leía un libro. Pero los tres dejaron de hacer lo que hacían y me miraron con una sonrisa burlona.-Entonces… ¿Tú y el General Elsher?—preguntó Owen.-¿Tú y él General Thatcher?—respondí. -Algo así—dijo con una sonrisa.-Solo no le digas a nadie—supliqué pidiéndole por los dos, por mí y por él.No me avergonzaba estar con Craig, al contrario, me encanta la idea de que un gran General, un alfa en toda la extensión de la palabra y una maravillosa persona como Craig me pidiera ser su pareja. Pero el ambiente no era el adecuado cómo para ir gritándolo a los cuatro vientos.Voltee a ver a Cameron, pidiéndole en silencio que también guardara el secreto.-No diré nada Marcus—me tranquilizó—Además, yo también necesito que me guarden un secreto. Cameron cerró su libro y con su
MarcusAl día siguiente, fui a desayunar como de costumbre pero no vi a Craig por ningún lado. Estaba de pie en medio de la cafetería buscándolo cuando una voz a mis espaldas me hizo dar un brinco del susto. -No está aquí—dijo el General Thatcher—pero te envía esto.En sus manos había un pedazo de papel.-Gracias General—le dije antes de tomar el papel.-Llámame Takeo, creo que a estas alturas no es necesaria tanta formalidad.Se fue a su mesa y yo me dispuse a hacer lo mismo. Desdoble la hoja y leí el mensaje: “Probablemente esté en la oficina todo el día, por si quieres visitarme. Te extraño.Sabía que estaba sonriendo, sabía que algunas personas me miraban raro, pero me importaba muy poco. Craig me hacía feliz, más feliz de lo que creí que podría serlo y ya que no podía gritar, sonreír me parecía lo más apropiado.Decidí ver a Craig a la hora del almuerzo, pero antes de entrar a la cafetería, el amigo de Craig, Garret, gritó mi nombre y corrió en mi dirección.-¡M
Marcus.-Entonces, ¿ya por fin están juntos?-Si mamá, Craig ya es mi novio.Debido a que en la base solo teníamos un día y medio de descanso, aprovechaba ese tiempo para hablar con mi madre. Ella se había ido de la cuidad a un refugio, por lo tanto no podía visitarla, así que solo nos quedaban estas pequeñas llamadas los fines de semana.Digo que es un día y medio de descanso porque los sábados aun teníamos que trabajar. No era un entrenamiento como el del resto de la semana, solo nos asignaban una tarea; ya sea limpiar, acomodar o algo relacionado al mantenimiento de la base, una vez que terminabas, tenías el resto del día libre y el domingo era algo así como un regalo caído del cielo.En esta ocasión, me había tocado ayudar con el inventario de la enfermería y mientras revisaba los suministros, decidí llamar a mamá.-Estoy muy feliz por ti cariño, espero poder conocerlo pronto.Cuando comencé a tener mis sospechas por lo que pasaba entre Craig y yo, sabía que solo mi mamá tendría l