—Será mejor que hables con mamá a solas y le expliques, no quiero que se preocupe— no quisiera ver su rostro al saber sobre esto.
—Yo me encargo, Lisa.
Regresamos a la sala y el Sr. Akira aún estaba en espera.
—Sr. Akira, disculpe la espera.
—¿Qué decidió?
—Acepto su oferta.
—Tomó la mejor decisión, Sr. Xiao. Tenga devuelta sus papeles. Hoy en la tarde enviaré a mi abogado con los documentos para que los firmes.
—Sí, señor.
—Llévenla al auto — ordena el Sr. Akira.
—Adiós, papá. Dile a mamá que la amo y que no se preocupe por mí, yo estaré bien — procuro despedirme, pero tratando de ocultar esas lágrimas que se encontraban en el borde de mis ojos.
No sé si tomé la decisión correcta, pero de algo estoy segura, y es de que no me arrepiento. Solo espero que mamá pueda entender que todo esto lo hice por ellos, no había otra opción. No sé cómo será mi vida de ahora en adelante, pero queda en mí la emoción de ver a mi padre sonreír por primera vez. Todo el camino fue sido en silencio, solo cruzamos mirada unas cuantas veces, algo que me causaba incomodidad. La casa era demasiado grande. ¿Cómo alguien tan joven como él, puede vivir en un lugar tan lujoso y amplio como este?
—¿Qué tipo de persona es el Sr. Akira? — pregunto curiosa a la empleada que me atiende amablemente y lleva mis cosas a una de las habitaciones.
—No es algo que deba decirle alguien como yo, señorita— responde cabizbaja, supongo que hice una pregunta innecesaria.
—Siéntase cómoda, le traeré una muda de ropa para que se cambie y pueda disfrutar de un buen baño.
—¿Cómo podría tomar un baño en la casa de un hombre que no conozco?
Supongo que no tengo más opción. Accedí a esta oferta con tal de no dejar a mis padres en la calle, no puedo dar marcha atrás ahora. Era muy relajante la bañera, ni siquiera en mi casa había disfrutado de un buen baño como este. Un sonido extraño alcanzo a oír y salgo en toalla para asomarme con intenciones de saber que había sido. Espantada al ver al Sr. Akira en medio de la habitación, acomodo la toalla alrededor de mi cuerpo.
—¿Así que no me esperaste? Eso es de mala educación, Srta. Lisa —desajusta la corbata mientras me observa.
—¿Qué hace usted aquí? Debe respetar la privacidad de los demás, en especial el cuarto de una mujer.
—Esta es mi casa y mi habitación. ¿Por qué debería respetar a alguien que está en medio de mi habitación, solo vistiendo una toalla y totalmente húmeda?
—Iré a vestirme de inmediato — dando la vuelta siento su fuerte mano aferrarse a mi brazo.
—¿Qué crees que haces, corderito? ¿Crees que puedes escaparte así nada más? — por la sorpresa de su brusco agarre, no tuve tiempo de evitar que me empujara contra la cama y pusiera todo su peso sobre mí.
Aterrada ante lo que estaba sucediendo, busco la forma de soltar esa fuerte mano que con tanta rudeza presionaba mis muñecas.
—¡Suéltame, por favor! — ruego con desespero.
—Por más que intentes soltarte, no vas a poder. Las chicas mal educadas son mi especialidad. Te enseñaré a respetar a tus mayores, jovencita— arranca la toalla dejando mi cuerpo al desnudo debajo del suyo—. Tu cuerpo no parece al de una niña — acaricia maliciosamente mi cuello, mientras desciende con el dedo pulgar en dirección al ombligo.
Tiro un sinnúmero de patadas bajo el desespero, pero no podía alcanzarlo como para quitarlo de encima. Le suplico incontables veces entre lágrimas, a pesar de no ver ninguna intención en él de soltarme.
—Para no disfrutarlo como dices, tu cuerpo es muy honesto— veo como su lengua tuvo contacto directo en mi pezón y muevo el cuerpo de un lado para otro.
—¡Por favor, detente! ¡No quiero esto!
—Te gustan las cosas así, se ve en tu cara que lo estás disfrutando. No deberías de hacerte la difícil, porque por más que llores, no se te puede olvidar quien decide las cosas aquí— su mano se posa en mi entrepierna y asciende hasta que su dedo se desliza entremedio de mis labios.
¿Por qué está sucediendo esto? Mi primera vez quería que fuera con la persona que me casara, no con este despreciable demonio. Mirando alrededor puedo ver un objeto en la mesa de noche, trato con la fuerza que me quedaba alcanzarlo, pero el esfuerzo era en vano.
—Deja de hacer tanta fuerza. ¡Quédate quieta! — la furia de ese desgraciado se concentró en esas frías manos que se enroscaron alrededor de mi cuello, luchaba por buscar aire y soltarme, pero en el intento solamente quedaba sin menos posibilidades—. Parece que eres igual a todas esas perras — la mirada que me dedica en ese último momento antes de soltarme fue tan aterradora que tensó hasta el último musculo de mi cuerpo.
Hubo un ligero toque en la puerta, pero estaba desesperada en busca de aliento, que no me di cuenta de que él ya había abandonado la habitación. Entre la desesperación y el miedo quise escapar, pero al salir a la puerta me lo encontré frente a frente.—¿A dónde crees que vas? — su mano vuelve a sujetar fuertemente mi brazo evitando que pudiera intentar nada.—¡No más, por favor! ¡Haré lo que me pida, pero déjeme ir! — suplico entre lágrimas.—Eso será imposible. ¿Acaso quieres que tus padres se queden en la calle? —deja escapar una risa espantosa—. El que entra a esta casa no sale. Eres la hija de la persona que me debe mucho dinero, de un maldito viejo que solamente es una molestia. ¿Debería sacarlo de mi camino?—No lo haga, por favor— pido casi sin poder hablar.—Bueno, e
—Srta. Lisa, le traje su desayuno —me dijo la empleada a través de la puerta.—Puede pasar y dejarlo encima de la mesa — traté de hacer contacto visual con ella, pero fue en vano.—Estaré esperando por su llamada, Srta. Lisa — la empleada se dirigió a la puerta.—Espera, no te vayas. ¿Por qué no me hace algo de compañía?—Señorita, los empleados tenemos prohibido tener cualquier tipo de contacto con los visitantes de esta casa. Le ruego me perdone — salió de la habitación sin decir más.Es una regla muy estúpida. ¿Cómo podría pedirle a sus empleados tal cosa? ¿Será que habrá alguna información en esta habitación? ¿Por qué mi padre le tiene tanto respeto y miedo a esta persona? Es un hombre aterrador. Busqué en cada parte de la hab
No sé cuál es la razón detrás de todo esto, pero algo no me gusta de esta situación. No tenía más opción que hacer todo lo que me pida. El lugar era demasiado amplio, jamás había asistido a un lugar así. No reconocía a nadie, tampoco podía localizar al Sr. Akira entre tantas personas. No debo cometer ningún error o ese demonio me hará sufrir las consecuencias. Solo espero que nadie se me acerque.—¿Quiere una copa, señorita?—Por supuesto— accedí, a pesar de que jamás he tomado en mi vida.—Buenas noches, hermosa dama — me dijo un desconocido.—Buenas noches— sonreí tímidamente.A pesar de no saber quién era y, de ser una persona bastante mayor, no podía ignorarlo.—¿Desea bailar esta pieza conmigo, hermosa dama? — ex
—Vístete y baja al estudio, te estaré esperando—ordenó el Sr. Akira saliendo de la habitación.Será mejor que me dé prisa. Quisiera preguntarle tantas cosas, pero no sabía si sería buena idea.Al terminar, fui al estudio y ahí estaba él; sentado con una copa en la mano.—¿Ya tienes pensado lo que quieres? — preguntó, tomándose el trago de golpe.—Sí, Sr. Akira.—¿Qué tienes en mente?—Quiero irme de aquí— bajé la cabeza.—¿Eso es todo? ¿Nada más ni nada menos? — dejó escapar una sonrisa maliciosa.—Sí—asentí con mi cabeza.—Puedes irte— rebuscó en la mesa haciendo visible una foto.Quise dar la vuelta e irme, pero algo me decía que no lo hiciera.
Quisiera poder ver a mis padres. Mi mamá debe estar muy preocupada. Dejé escapar un suspiro, cuando la puerta se abrió de repente.—Me iré en un viaje de negocios por unos días. Te quedarás aquí y no quiero ninguna queja de ti mientras no esté.—Sí, Sr. Akira—asentí con mi cabeza.No encontraba la manera de preguntar, pero no pierdo nada intentando.—Sr. Akira, ¿podría pedirle un favor? — junté mis manos y bajé la cabeza.—¿Qué quieres? — preguntó con un gesto molesto, mientras equipaba su maleta.—¿Me permite ir a mi casa? Prometo no hacer ninguna estupidez.—¿Me ves cara de idiota?—Mi mamá debe estar preocupada por mí. Permítame ir, aunque sea por unos minutos, se lo suplico—me arrodillé suplicá
Han pasado varios días desde que el Sr. Akira se fue de viaje. La casa se ha sentido más cómoda, porque no he tenido que lidiar con sus caprichos, ni tener que fingir estar a gusto en un lugar como este. Por más que he intentado buscar en la casa no he encontrado nada acerca de él. El único lugar que me faltaba buscar era en el estudio, pero es muy arriesgado. Tiene varios guardaespaldas cuidando de ese lugar. No dudarán en matarme si me encuentran ahí. Será mejor que piense en otra manera de entrar sin que me vean. Buscaré una cuchilla que vi en el cuarto y traté de esconderla porque sé que podría ayudarme en algún momento dado. De alguna manera debo recaudar información de este sujeto. Nadie en esta casa se atreve a hablar de él, debe tenerlos amenazados también.Nunca he abierto ninguna puerta, pero todo sea por tratar de salir de aquí. Quizá
Al despertar, no podía ver el ambiente que me hacía sentir seguridad. El olor de las flores desapareció. El sol no iluminaba la habitación, era como estar encerrada en medio de la oscuridad. Mi cuerpo dolía, mi corazón estaba roto. Mi cuerpo era un completo desastre ahora. No podía pensar claramente. Solo quiero salir de este lugar. ¿En qué momento las cosas terminaron así? ¿Por qué me sucede esto a mí? ¿Qué hice para merecer esto? Son preguntas que vienen a mi mente y no encuentro respuesta.—¿Srta. Lisa? — escuché la voz de una mujer cerca de mí, pero aún permanecía con mis ojos cerrados —. Srta. Lisa, despierte—la voz se escuchaba cada vez más cerca—. ¿Srta. Lisa? —alguien colocó su cálida mano en mi frente.—¿Qué quieres de mí? —res
—Quiero trabajar para usted— intenté mostrar seguridad.—¿Trabajar para mí? ¿Qué clase de chiste es este? ¿En qué me puede ayudar alguien como tú? — rio.—En lo que usted me necesite —respondí firme.—¿Qué cosas sabes hacer?No sé qué pueda necesitar de mí, si tiene una persona para todo lo que necesita. Necesito pensar en algo. No puedo bajar mi cabeza ante él.—Puede usarme de carnada en los trabajos que me necesite. Usted mismo dijo que hice un buen trabajo el día de la fiesta, ¿no es así?—¿Aunque eso implique arriesgar tu miserable vida? Eres demasiado tonta si crees que dejaría que alguien como tú eche mis planes a perder— caminó hacia mí.—Le suplico que me lo permita. Puede ponerme a prueba y, si no cump