Entre el amor y el odio
Entre el amor y el odio
Por: Natalia Díaz
Deudas

Siempre he pensado que algo en mi anda mal; quizá porque soy demasiado buena con todos a mi alrededor. Mi vida no ha sido color de rosa como lo describen todos, ni siquiera he aprendido a negar mi ayuda cuando alguien la necesita; a pesar de saber que solo me usan como herramienta para lograr lo que quieren. ¿Desde cuándo mi vida se convirtió en un completo caos?

Cada mañana al despertar, el aroma de las flores entra por la ventana, mientras que el sol se asoma iluminando cada rincón de la habitación y la refrescante brisa abre paso a un nuevo día.

—Buenos días, Lisa. Necesito que te arregles y bajes, por favor —dijo mi madre al otro lado de la puerta.

Es inusual que mamá toque la puerta tan temprano en la mañana, debe ser algo sumamente importante. Tan pronto termino de prepararme bajo a buscarla a la sala.

—Lisa, tenemos un problema con tu padre — suelta mi madre sin rodeos y con una notoria expresión de preocupación.

—¿Qué hizo papá esta vez? — no es difícil darse cuenta de que debe tratarse de algo delicado y complejo.

—Anoche se presentaron dos hombres; al parecer tu padre les entregó el título de nuestra casa en una apuesta. Nos ordenaron a desalojar la casa hoy mismo.

—¿Cómo es eso posible? No es la primera vez que por sus apuestas pagamos nosotras. ¿Cuánto más le piensas aguantar, mamá? — trato de soportar la bomba que acaba de soltar, pero la impotencia y frustración nubla mis pensamientos.

—Estoy segura de que fue un error, hija. Tu padre no sería capaz de hacernos esto.

—¿Dónde se supone que este papá?

—Debe estar en su estudio.

Me dirigí sin pensarlo dos veces al estudio, no toqué la puerta, solo la abrí de golpe dispuesta a enfrentarlo.

—¡Exijo una explicación, papá! — le ordeno.

—¿Por qué tendría que darte explicaciones a ti? Si tu hermana estuviera aquí, estaría buscando soluciones, no haciendo preguntas— ese tono despreocupado en que lo dijo acabó por subirme hasta la presión.

—Ella no está y no hay nada que se pueda hacer. ¿Qué haremos con nuestra casa? ¡Nos quedaremos en la calle! — alzo la voz sin pensar en consecuencias.

—Con ellos no se puede negociar. Solo me salió todo mal, supongo que no estaba en mi día de suerte— comenta, dándose otro trago más.

Hubo un ligero toque en la puerta y mi padre dejó pasar a la empleada.

—Sr. Xiao, lo están procurando dos personas— informa con notable preocupación.

Camino junto a mi papá a la sala, necesito tratar de negociar con esas personas, no puedo permitir que se queden con nuestra casa.

—¿Ya terminó de empacar sus cosas? El jefe debe estar por llegar y, si lo ve aquí, no creo que le haga muy feliz.

—Por favor, les pido que me permitan hablar con su jefe.

—Al parecer aún no le quedó claro que perdió. Ahora esta casa le pertenece a nuestro jefe y no se acepta ninguna oferta — dijo, acariciando el arma que sobresalía de su pantalón.

¿Con qué tipo de personas se ha involucrado mi padre?

—¿Así que todavía no se han ido? —escucho una voz seria detrás de mí; una voz que me produjo temblores involuntarios.

Al darme vuelta y ver esa mirada tan penetrante, sentí un breve escalofrío recorriendo mi espina dorsal. Era alto, tez blanca, delgado y sus ojos eran azules como el cielo. Estaba vestido con un gabán negro y, por su apariencia dejó claro que no era cualquier persona. Su mirada penetrante, más ese tono de voz firme y autoritario, lo hacía ver muy imponente; más bien aterrador, para ser honesta.

—Perdóneme, por favor—mi padre se arrodilla ante él y lo miro extrañada.

—Sabes mostrar tu lugar frente a un superior — responde con arrogancia.

—¿Por qué le hace esto a mi papá? — le pregunto en un tono molesto, a pesar de que todo mi ser estaba aterrado.

Sus ojos se posan en mí; una mirada tan fría, oscura y cortante, que podría matarte de tan solo verla.

—Disculpe a mi hija, por favor— le suplica mi padre.

Él se acerca lentamente sin desviar la mirada.

—Parece que no te han educado correctamente, jovencita. ¿Nunca te enseñaron a no meterte en conversaciones ajenas?

—Es mi padre, por lo que tengo claramente que interferir.

—Sr. Xiao, creo que es su día de suerte después de todo— ignora por completo lo que digo y camina directamente a donde mí padre.

¿Será que nos va a permitir quedarnos aquí?

—¿Por qué dice eso, Sr. Akira?

—Le propongo una última y única oferta. No quiere quedarse en la calle siendo la burla de todos sus conocidos, ¿cierto? A cambio de su casa, me vas a entregar a tu hija. ¿Qué te parece la idea? — posa su mano en el hombro de mi padre.

—¿Qué? ¿Qué tipo de oferta es esa? — extrañada retrocedo.

Es imposible que mi padre acepte esto, soy su hija.

—Eso es imposible, Sr. Akira—responde mi padre buscando hacer contacto visual conmigo.

Dejo escapar un suspiro de alivio, mientras toco mi pecho.

—¿No quieres tener el casino a tu disposición? Haré que puedas entrar sin tener que pagar nada; además te quedarás con tu casa y a tu hija no le faltará nada en la mía; así todos felices y contentos. ¿Qué te parece?

—¿Cómo se atreve a ofrecerle algo así? — grito molesta.

—¿Puede permitirme hablar con mi hija unos minutos, por favor?

—Adelante.

Camino con mi padre a otra parte de la casa para poder hablar el asunto. Tenía que cuestionarle si realmente fuese capaz de considerar las palabras de ese demonio.

—Hija, es nuestra única oportunidad para no perder la casa. Ese hombre no es tan malo como parece.

—¿Serías capaz de venderme por pagar tus deudas? — trato de asimilar lo que estaba escuchando, pero no había forma.

—Si tu hermana estuviera aquí, no hubiera dudado en ayudarme. Eres una egoísta, no sé por qué no saliste como ella.

Sus palabras realmente dolieron. Quería pensar que quien estaba mal era él, pero mis pensamientos empezaron a mezclarse. Siempre he sido descartada a un lado por los recuerdos de mi hermana; no soy nada comparada a ella. Sabía que no podía hacer nada por mis padres cuando ella se fue, pero tal vez ahora sí pueda ayudarlos. Nunca he cumplido con sus expectativas, nunca he hecho nada por ellos, nada que valga la pena; tal vez todo este tiempo sí he sido egoísta. He pensado en cómo me siento yo y no en lo que ellos sienten. Es la única oportunidad de no perder la casa; si no hago algo ahora, quizá luego me arrepienta. Si tengo la oportunidad de ayudarlos lo haré; aunque eso sea sinónimo de renunciar a la felicidad y sacrificarme por mi madre. Después de todo, son lo único que tengo.

—Lo haré, papá— no sé lo que me espera en el futuro, pero no quiero arrepentirme de no haber hecho algo cuando tuve la oportunidad.

—Esa es mi chica— mi padre sonríe y mi corazón se acelera a una velocidad indescriptible.

Aunque sea solo un instante; ver a mi padre sonriendo me hizo feliz, quizá no era el mejor momento de sentirme así, pero es la primera vez que me dedica una sonrisa y me mira a los ojos.

Natalia Díaz

¡Saludos! El contenido de esta historia NO es bonito, NO encontrarás unicornios, arcoíris, amor del bueno, relación perfecta e inquebrantable. Es una historia de mafia, venganza, torturas, crímenes; hablamos de la vida de una persona del bajo mundo, no de un galán perfecto de telenovela. Encontrarás una relación sumamente TÓXICA, violaciones, sangre, violencia, torturas, maltrato, el famoso SÍNDROME DE ESTOCOLMO, un círculo vicioso, y muchos temas más... Estarás en la mente de una mujer que tiene millones de problemas, muchas altas y bajas; alguien INESTABLE. Para hacer el cuento largo, corto; si eres sensible a temas fuertes, favor de abstenerse a leer la historia. Agradezco que hayas tomado el tiempo de leer la advertencia. LA HISTORIA AÚN NO ESTÁ CORREGIDA. TIENE MUCHOS ERRORES ORTOGRÁFICOS, COMO GRAMATICALES, PERO PRONTO ESTARÉ SUBIENDO LA NUEVA EDICIÓN.

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