Casi se me olvida; mi esposo Hudson Baron, también es un bombero.Y esa tal Gali, por la que mi hijo se preocupa tanto, es la misma Galilea Accorsi, que Hudson me ha repetido, una y otra vez, que es «solo una colega». En los últimos seis meses, mi hijo comenzó a dejarme de lado; ya no necesitaba que lo acompañara a ningún lado. Por el contrario, era él quien proponía ir al trabajo de su padre diciendo: —Quiero ver a Gali.Al principio no le di mucha importancia. Pensé que era normal que los niños se encariñaran con una muchacha joven y bonita. Sin embargo, olvidé algo: Hudson también es un hombre. Y a los hombres también le gustan esa clase de muchachas. Por las noches, el celular de Hudson se iluminaba de seguido. Recibía llamadas que lo hacían levantarse a medianoche y salir del cuarto.Al principio, creí que eran emergencias del equipo de bomberos. Después de todo, la vida de las personas estaba en juego.Hasta que, por casualidad, vi en su teléfono que la misma persona apa
Cuando lo interrogué, con el teléfono en la mano, lo único que recibí fueron un montón de insultos.—¿Quién te dio permiso de revisar mi maldito teléfono? ¡¿Tengo a la policía revisando qué hago y qué no hago?! ¿No puedes darme un poco de espacio?Pero cuando comenzamos a salir, fue él mismo quien me prometió que no habría problema si alguna vez quería revisar su celular. En ese momento, me dijo que era su manera de demostrarme que solo pensaba en mí.Sin embargo, después de solo diez años, me gritaba sin piedad, acusándome de estar loca.Nuestra pelea fue tan fuerte atrajo la atención de nuestro hijo, que dormía en la habitación de al lado.El niño, con los ojos aún medio cerrados, me miró con miedo, llorando y diciendo que quería a su papá… que quería a Gali… pero ¡qué no me quería a mí, su mamá, la que lo había criado!Sentí cómo el dolor se instalaba en mi pecho y en mi garganta, dejándome sin palabras.Después de un largo silencio, miré a mi hijo, que se había refugiado det
Mientras los tres celebraban el gran final de su «actuación», los vecinos, asustados por el gran incendio, corriendo de un lado a otro, los miraban con desconcierto mientras llamaban a los bomberos.—¿Un incendio tan grande en la Villa de la Vista Bella y solo mandan un camión? ¿Acaso nuestras vidas no valen nada? —se quejó uno de los vecinos, visiblemente molesto.El operador de emergencias guardó silencio un momento antes de explicar:—No hemos recibido ninguna llamada de emergencia de Villa de la Vista Bella. ¿Hay un incendio allí? ¡Enviaremos un equipo de rescate de inmediato!Menos de un minuto después, el teléfono de trabajo de Hudson comenzó a sonar, y él contestó de inmediato.—¿El incendio en Villa de la Vista Bella? Ya estoy aquí, no hay necesidad. No hace falta que vengan. Me haré cargo. El operador quería decir algo más, pero Hudson habló con firmeza y seguridad, dejando que se haría responsable si algo pasaba. Tras preguntar varias veces si no había víctimas, el ope
Hudson claramente estaba confundido por mi mensaje.Al menos, durante el camino en el carro, su cara no mostraba la alegría de antes. Llevaba una expresión tensa, difícil de leer, como si estuviera atrapado en sus propios pensamientos. Incluso, el niño, que normalmente no paraba de hablar, entendía que no era momento para molestar. Pero Galilea no dejaba de tocar suavemente el brazo de Hudson.—Capitán Hudson, ¿por qué estás tan raro? —preguntó con preocupación.Sus palabras parecieron aliviar un poco la seriedad de él.—Nada, solo es que algo me ha molestado.Eso era justo lo que quería escuchar.Si él estaba molesto, yo me sentía satisfecha. ¿Por qué él podía reír y charlar todo el día con sus compañeras, mientras yo solo podía quedarme en casa, como una sirvienta, cuidando de él y de su hijo?Aunque mi «infidelidad» fuera falsa, iba a hacer que Hudson sufriera tanto que no pudiera dormir, ni de día ni de noche.—Fuiste tú quien me enseñó que, cuando uno está molesto, hay q
La situación era complicada, y aunque Hudson quería cenar con Galilea, no le quedó más remedio que apurarse y regresar a Villa de la Vista Bella.La villa, que aún era devorada por las llamas, se había convertido en un infierno antes de que llegara el equipo de rescate.Las ventanas estallaron por el calor, lanzando pedazos de vidrio por todas partes con un estruendo ensordecedor. Dentro de la casa, los muebles y las decoraciones se retorcían y se deformaban, convirtiéndose en humo negro que se perdía en el cielo nocturno. Los gritos desesperados de los vecinos, el ulular de las sirenas de los camiones de bomberos y el crujir de las llamas se mezclaban en una caótica y trágica sinfonía. El comandante que llegó corriendo, furioso, y regañó duramente a Hudson por hacer mal su trabajo, dejándolo abatido.—¿Qué diablos has estado haciendo estos días? ¡Ya varios compañeros se han quejado de que no te tomas el trabajo en serio! ¿Eres imbécil o qué? ¿Cómo carajos se te ocurre dejar un
Se agachó a recoger el anillo, y, bajo la mirada sorprendida de Asher, explicó con voz firme:—Esto lo tomaré yo por ahora. Esperaré a que los familiares de la víctima vengan a reclamarlo.Al parecer algo hizo clic en su cabeza, porque, de pronto, sin decir nada más, Hudson se adentró en la casa, que ya era poco más que un montón de escombros.Miró el lugar donde había vivido casi siete años, y apretó los labios. En sus ojos había un rastro de confusión apenas contenida.Observando a sus compañeros mientras limpiaban los restos calcinados, y, con un tono distante, preguntó:—Si reconstruyen la casa…, ¿quedaría como si nada hubiera pasado?Sus ojos reflejaban una oscuridad que nadie podía entender.Antes de que su compañero pudiera responder, Galilea apareció corriendo, con una energía fuera de lugar.—Capitán Hudson, ¿qué haces? Ahora que todo está resuelto, ¿podemos ir a comer algo?Sus palabras, llenas de vida, chocaron con el solemne.—Alguien murió en el incendio. ¿Podría
Asher estaba temblando de rabia por la cosa tan absurda que acababa de escuchar.Justo cuando se preparaba para decir algo, fue interrumpido por Hudson, que estaba a su lado.—Ya basta, ¿qué tanto problema tienes? Cuando usé el camión de bomberos, ya lo reporté antes. En cuanto a la fallecida... Acabo de investigar la situación. No fue solo mi casa la que tuvo un incendio en el vecindario esa noche. No tienes que seguir insistiendo en esto.Hudson levantó a su hijo y fue hacia Galilea.—Todo está resuelto, vamos a cenar.La forma en la que habló, como si no hubiera nadie más en la habitación, hizo que Asher pateara con furia un bolso cerca de sus pies que aún no se había quemado por completo.Era un bolso grande de fibra ignífuga, un regalo que Hudson me dio el día que me propuso matrimonio.—Angie, aunque ahora no puedo ofrecerte una vida llena de lujos, lo que sí puedo darte es un amor único, como este bolso que te envío, que vivirá para siempre en el fuego.De su promesa, solo se cu
Después de cenar, Galilea invitó a Hudson y a su hijo a quedarse en su casa para agradecerles por toda la ayuda.—Tu esposa está molesta, pero cuando se le pase, seguro regresará. Mientras tanto, quédense en mi casa. Si necesitan algo, no duden en pedírmelo —dijo Galilea.Hudson sonrió y aceptó.Jacob, mordiendo un mango que yo nunca le dejaba comer, dijo, con la boca llena, que prefería más a Galilea.—Gali, ¿de verdad no puedes ser mi mamá? ¡Mi mamá nunca me deja comer mango!—¿Angelina es tan tacaña? Vengan a mi casa cuando quieran, habrán mangos de sobra.Ver esta escena tan cálida me hizo sentir aún más que mi hijo, al que crie con tanto amor, no tenía corazón.No le dejaba comer mangos porque él era alérgico.Aunque ahora yo era un alma en pena, el dolor seguía desgarrando mi corazón, como si aún estuviera viva, cortándome una y otra vez. No pude evitar llevarme la mano al pecho.Hudson no durmió en la misma cama que Galilea.Pero no pensé que esto fuera debido a que era una pers