La situación era complicada, y aunque Hudson quería cenar con Galilea, no le quedó más remedio que apurarse y regresar a Villa de la Vista Bella.La villa, que aún era devorada por las llamas, se había convertido en un infierno antes de que llegara el equipo de rescate.Las ventanas estallaron por el calor, lanzando pedazos de vidrio por todas partes con un estruendo ensordecedor. Dentro de la casa, los muebles y las decoraciones se retorcían y se deformaban, convirtiéndose en humo negro que se perdía en el cielo nocturno. Los gritos desesperados de los vecinos, el ulular de las sirenas de los camiones de bomberos y el crujir de las llamas se mezclaban en una caótica y trágica sinfonía. El comandante que llegó corriendo, furioso, y regañó duramente a Hudson por hacer mal su trabajo, dejándolo abatido.—¿Qué diablos has estado haciendo estos días? ¡Ya varios compañeros se han quejado de que no te tomas el trabajo en serio! ¿Eres imbécil o qué? ¿Cómo carajos se te ocurre dejar un
Se agachó a recoger el anillo, y, bajo la mirada sorprendida de Asher, explicó con voz firme:—Esto lo tomaré yo por ahora. Esperaré a que los familiares de la víctima vengan a reclamarlo.Al parecer algo hizo clic en su cabeza, porque, de pronto, sin decir nada más, Hudson se adentró en la casa, que ya era poco más que un montón de escombros.Miró el lugar donde había vivido casi siete años, y apretó los labios. En sus ojos había un rastro de confusión apenas contenida.Observando a sus compañeros mientras limpiaban los restos calcinados, y, con un tono distante, preguntó:—Si reconstruyen la casa…, ¿quedaría como si nada hubiera pasado?Sus ojos reflejaban una oscuridad que nadie podía entender.Antes de que su compañero pudiera responder, Galilea apareció corriendo, con una energía fuera de lugar.—Capitán Hudson, ¿qué haces? Ahora que todo está resuelto, ¿podemos ir a comer algo?Sus palabras, llenas de vida, chocaron con el solemne.—Alguien murió en el incendio. ¿Podría
Asher estaba temblando de rabia por la cosa tan absurda que acababa de escuchar.Justo cuando se preparaba para decir algo, fue interrumpido por Hudson, que estaba a su lado.—Ya basta, ¿qué tanto problema tienes? Cuando usé el camión de bomberos, ya lo reporté antes. En cuanto a la fallecida... Acabo de investigar la situación. No fue solo mi casa la que tuvo un incendio en el vecindario esa noche. No tienes que seguir insistiendo en esto.Hudson levantó a su hijo y fue hacia Galilea.—Todo está resuelto, vamos a cenar.La forma en la que habló, como si no hubiera nadie más en la habitación, hizo que Asher pateara con furia un bolso cerca de sus pies que aún no se había quemado por completo.Era un bolso grande de fibra ignífuga, un regalo que Hudson me dio el día que me propuso matrimonio.—Angie, aunque ahora no puedo ofrecerte una vida llena de lujos, lo que sí puedo darte es un amor único, como este bolso que te envío, que vivirá para siempre en el fuego.De su promesa, solo se cu
Después de cenar, Galilea invitó a Hudson y a su hijo a quedarse en su casa para agradecerles por toda la ayuda.—Tu esposa está molesta, pero cuando se le pase, seguro regresará. Mientras tanto, quédense en mi casa. Si necesitan algo, no duden en pedírmelo —dijo Galilea.Hudson sonrió y aceptó.Jacob, mordiendo un mango que yo nunca le dejaba comer, dijo, con la boca llena, que prefería más a Galilea.—Gali, ¿de verdad no puedes ser mi mamá? ¡Mi mamá nunca me deja comer mango!—¿Angelina es tan tacaña? Vengan a mi casa cuando quieran, habrán mangos de sobra.Ver esta escena tan cálida me hizo sentir aún más que mi hijo, al que crie con tanto amor, no tenía corazón.No le dejaba comer mangos porque él era alérgico.Aunque ahora yo era un alma en pena, el dolor seguía desgarrando mi corazón, como si aún estuviera viva, cortándome una y otra vez. No pude evitar llevarme la mano al pecho.Hudson no durmió en la misma cama que Galilea.Pero no pensé que esto fuera debido a que era una pers
Jacob estaba teniendo una reacción alérgica, y se estaba extendiendo rápido por su cuerpo.Le aparecieron un montón de manchas rojas en la piel, se le empezó a hacer difícil respirar y vomitó sobre la cama.Hudson se paró de golpe al ver que algo no estaba bien. Encendió la luz, lo levantó y salió corriendo al hospital.Justo cuando salió por la puerta, sin pensarlo, gritó hacia el dormitorio principal:—¡Angie, el niño está mal, ven rápido!Pero solo salió Galilea, vestida con ropa ligera, con un top sin mangas y descalza, caminando desde el dormitorio.Al ver su cara molesta, Hudson se dio cuenta de que había dicho algo que no debía.Después de disculparse con una seña, rechazó la oferta de Galilea de acompañarlos y salió corriendo al hospital con el niño en brazos.Por suerte, la atención médica fue rápida, y Jacob se salvó.El médico de urgencias miró al niño dormido con tristeza y regañó a Hudson por ser tan descuidado.—¡El niño ya tiene cinco o seis años, ¿no sabías que es alérg
Como el niño estaba enfermo, Hudson llegó tarde al trabajo al día siguiente, algo muy raro para él.Cuando entró al departamento de bomberos, todos se olvidaron de lo que estaban haciendo y lo miraron con ojos llenos de pesar.En ese momento, Asher tenía el bolso que se había quedado en el lugar del incendio.Hudson agarró el bolso y, molesto, dijo:—¿Por qué tienes el bolso de mi esposa?—¿Vino aquí a buscarme? ¿No le dije que no viniera durante el trabajo? ¡Si no puedo atenderla, se pone a fastidiarme todo el día!—Escúchame con cuidado, su esposa... —Asher temblaba un poco, sus labios se movían como si fuera a hablar, pero luego se callaba de nuevo.—¿Qué quieres decir? ¿Angie vino a hacer un escándalo?—No, ella... —Al mencionar mi nombre, Asher tenía los ojos rojos y su voz se quebró, no pudo seguir hablando.—Ya cállate, si quiere hacer un escándalo, que lo haga. La próxima vez que la veas, dile que en esta vida jamás podrá divorciarse de mí.Hudson volvió a darle el bolso a Ashe
Hudson estaba sentado en la silla de su oficina, sacando otra vez el anillo de su bolsillo.—Dicen que estás muerta, pero yo no lo creo.—Angelina, eres increíble, lograste que tanta gente te apoyara en tu actuación.—Si pensaste que fingiendo tu muerte ibas a poder estar con otro hombre, nunca lo lograrás.Lleno de rabia, decía que yo era una perra, mientras apretaba los dientes, diciendo que no dejaría que me saliera con la mía.Pero ¿por qué estaba llorando?Hudson estuvo mucho tiempo solo en la oficina, hasta que por fin fue a buscar a Asher, que tenía la cara magullada.—Ella... ¿dónde está?—El cadáver sigue en la morgue, falta que tú vayas a identificarlo.Después de un largo silencio, la voz de Hudson, entrecortada, rompió el silencio.—Lo siento, lo que dije antes estuvo mal.Antes de que Asher pudiera responder, Hudson abrió la puerta y se fue hacia la morgue.En esa amplia sala solo estaba mi cadáver.Su mirada cayó sobre la tela blanca que me cubría, pero él no se movió.Yo
Después de salir de la morgue, Hudson recuperó su actitud calmada de siempre.Después de llevar mi cadáver a la cremación, abrazó la caja de cenizas aún tibia y fue al hospital.En ese momento, Galilea estaba cuidando a Jacob, que había sido hospitalizado por su alergia.—No quiero comer estas porquerías, quiero comer la sopa de mariscos que mamá hace.Jacob arrojó la comida instantánea que Galilea había comprado en la tienda y empezó a llorar pidiendo a su mamá.La sopa de mariscos de la que hablaba era la deliciosa comida que yo preparaba, hecha con mariscos frescos que yo misma iba a comprar al mercado cada mañana a las cinco.Cada cierto tiempo me levantaba temprano para hacerla por él.Ahora que estaba enfermo, Jacob por fin recordó que tenía madre.—Tú trágatelo si quieres, ¡yo no tengo la paciencia de tu madre, niño malcriado! —Galilea pensó que Hudson no regresaría pronto y, al ver a Jacob llorar, empezó a regañarlo.Su expresión tan feroz asustó tanto a Jacob que comenzó a llo