Tres semanas después.
Álvaro y Alondra se encontraban en el aeropuerto Internacional Benito Juárez, de la ciudad de México esperando el regreso de Doña Ofe quien había cumplido su promesa de llevar a Disneyland, en Orlando, Florida a Paula María, pero no solo eso logró, sino que pudo viajar también con Oscarito.
Mientras el matrimonio había viajado a París, Francia para disfrutar de su luna de miel, la abuela aprovechó para vacacionar.
Luego de media hora de esperar en la terminal 2, en la sala de espera, observaron caminar a Doña Ofe con ambos niños, por el control de acces, sonrieron al ver que ya los esperaban
— ¡Volvimos! —la voz de Paula María, se escuchó luego de pasar por los trámites migratorios.
— ¿Cómo les fue? —Álvaro cuestionó con emoción, recibiendo entre sus brazos a su hija.
—De maravilla mijo, pero no te mides. Mira
Oficialmente cerramos esta historia, que adoro. Gracias por llegar hasta aquí y dejarme tus bellos comentarios. Creo en los finales felices, pero también en que todos somos responsables de nuestras acciones. No olvides dejar tus comentarios en la reseña. Saludos con cariño.
Un mes después. Ernesto se encontraba trabajando en un proyecto, en las oficinas filiales de la empresa donde laboraba en la ciudad de Guadalajara, atento miraba el ordenador, sin darse cuenta que desde otra oficina era observado. Mientras sujetaba el collar de perlas que traía sobre su cuello, aquella mujer trataba de contener el fuerte deseo que despertaba, desde que lo conoció. Suspiró con pesar «¿Por qué no me conociste antes que a ella? ¿Por qué no te enamoraste de mí?», se preguntó para sí misma. **** Mientras Ernesto continuaba de viaje. Aline sintió que lo extrañaba mucho. Así que hizo planes para viajar con Alondra a Oaxaca, el fin de semana, para descansar y hacer que los días pasaran más rápido. Tomó su equipaje con emoción y partió hacia el aeropuerto, para llegar por la tarde a la casa de ellos. Al ingresar a la residencia
Alondra se encontraba sentada en la cornisa de la recámara, que Daniel su mejor amigo, con gentileza le ofreció para dormir, observaba ahí la grandiosa luna que durante muchas noches la acompañó desde la terraza de la habitación de Álvaro. Suspiró al recordar aquellos momentos, mientras que sus hinchados y vacíos ojos se volvían a llenar de lágrimas, no lograba pensar en nada, solo podía sentir ese dolor agónico que la recorría por todo su ser.Limpió sus mejillas con el dorso de su mano, recordando la forma en que las cosas habían finalizado entre ella y Álvaro. La persona que consideraba el amor de su vida, además ser él, el hombre que la rescató del infierno que vivió en manos de su propia familia:—Lamento no haber sido honesto contigo, pero no estaba seguro de la decisión que tom
Dos años atrás. El sonido del teléfono hizo que Álvaro, saliera de sus pensamientos; tras cruzar un par de palabras con Benjamín, gerente de talento y cultura de la empresa. Solicitó que esperara un momento más la persona, que entraría a la última entrevista, para la vacante que era requerida, él más que nadie era quien daría el visto bueno a los candidatos que le estaban enviando. Ya que necesitaba colaboradores con ciertas cualidades, que hasta el momento ninguna persona, antes le habían convencido del todo. Por ser la vacante de asistente personal y que sería bajo su mando con quien laboraría día a día, necesitaba ser él, quién estuviera satisfecho de encontrar a la persona idónea, para el puesto. Más de una vez tuvo roces con Benjamín, por dirigirle mujeres muy atractivas, pero poco capacitadas ante sus exigencias. Tomó el teléfono marcándole:
Cuando estés en el extremo de la cuerda, ata un nudo y agárrate… Theodore Roosevelt.****Minutos más tarde.—Benjamín. Soy Álvaro, quiero que prepares el contrato para la señorita Alondra Robles.— ¿Alondra?La voz de Benjamín se escuchó sorprendido—Sí, la envióAna Laura.— ¿La maestra?... pero ¿ya tan pronto?, aún tengo cinco person
Alondra caminaba por el pasillo que daba en el último piso hacia la oficina de Álvaro, su paso era lento, iba recordando la imponente personalidad que el ingeniero tenía, eso la hizo sentir algo nerviosa.—Señorita Alondra, buenos días.Alondra giró hacia la voz que la saludaba, se encontró con él, que iba llegando casi a lado de ella.—Que... tal ingeniero tartamudeó.Escuchar esa voz tan dulce, lo hizo sentir una pequeña punzada en su pecho. Una vez ingresaron a su oficina, él le cedió una silla para que tomara asiento.—Bienvenida a tu nueva empresa.Le escuchó decir.—Gracias —ella sonrió ligero.—Te voy a explicar lo que harás, por lo que estarás esta semana conmigo e
A la mañana siguiente.Alondra encendió el ordenador, conectó la cafetera, ya que el ingeniero le había comentado que le encantaba el café. Sirvió una taza para ella y comenzó a pellizcar un emparedado que Aline le llevó muy temprano, hasta devorarlo.Escuchó unos firmes pasos que se acercaban, escondió los restos de su desayuno, dio un pequeño sorbo a su café.—Buenos días.Escuchó la voz de él, con una energía especial en su tono.Saludó a todas las personas por donde iba pasando, a la señora de la limpieza, a las secretarias y demás compañeros. De pronto dejó de escuchar ruido.—Alondra ¿Dónde andas? —le llamó a su extensión telefónic
… «Nunca te rindas, a veces la última llave, es la que abre la puerta» Anónimo○○○○○○○«La piel se le erizó, al ver sentado en la sala a Luis, a Hugo, sus hermanos en compañía de Juanjo bebiendo al parecer su tercer, seis de cervezas».Pasó saliva rápido, sintió el palpitar acelerado de su corazón.—Princesa por fin llegas. —Juanjo se puso de pie de inmediato y se acercó a ella&mdas
Alondra se acercó a la entrada, observó la mirada hostil de su madre.—Vaya hasta que por fin llegas, ¿traes dinero?, tengo hambre.—Si mamá, ¿cuánto necesitas?—Pues está adentro Luis quiere también para una botella así que sé generosa.—No traigo mucho, solo esto...— ¿Crees que con eso vamos a cenar? —doña Luisa, ‘su madre’, comenzó a gritonearle.—Es todo lo que tengo, lo siento.—Lo siento, lo siento, es tu única cantaleta. —Se acercó Luis reclamando.Entonces ella estalló:—Pues trabaja y paga ‘tú’, tus vicios —lo enfrento colérica.Luis no lo pensó ni