Alondra se encontraba sentada en la cornisa de la recámara, que Daniel su mejor amigo, con gentileza le ofreció para dormir, observaba ahí la grandiosa luna que durante muchas noches la acompañó desde la terraza de la habitación de Álvaro. Suspiró al recordar aquellos momentos, mientras que sus hinchados y vacíos ojos se volvían a llenar de lágrimas, no lograba pensar en nada, solo podía sentir ese dolor agónico que la recorría por todo su ser.
Limpió sus mejillas con el dorso de su mano, recordando la forma en que las cosas habían finalizado entre ella y Álvaro. La persona que consideraba el amor de su vida, además ser él, el hombre que la rescató del infierno que vivió en manos de su propia familia:
—Lamento no haber sido honesto contigo, pero no estaba seguro de la decisión que tomaría. Volveré con Amanda —Álvaro habló con firmeza.
Alondra lo observó intentando detectar si mentía, pero él la miraba con cierta determinación que no pudo distinguir nada. La joven sintió que su mundo se comenzó a desplomar, como si fuese un castillo en la arena, por lo que no sabía que decir, ni que hacer, aquellas palabras que siguió pronunciando, se clavaron como un doloroso aguijón, dejando todo el veneno en lo más profundo de su ser.
—Yo… te liquidaré muy bien y te recomendaré para que encuentres otro trabajo de inmediato, sin dudarlo ni un segundo, la chica lo abofeteó.
Alondra corrió en dirección a su habitación entonces sujetó una pequeña maleta y comenzó a guardar con desespero algunas de sus cosas. Tomó sus ahorros y dejó en la mesa las tarjetas de crédito que él le había entregado. Giró hacia los lados, justo cuando iba a salir, vio su muñeca sobre la cama, la agarró de inmediato, observó su mano en dirección a su dedo anular con aquel hermoso anillo de compromiso que él le había colocado hacía tres meses apenas. Sintió un profundo dolor cuando lo sacó de su dedo anular y lo colocó en su palma, lo apretó contra su pucho, con fuerza. Dolió mucho tener que dejarlo en aquella mesa de noche del lado donde dormía, se acercó al tocador sosteniendo un alhajero y lo lanzó sobre el espejo, rompiéndolo en mil pedazos, ahí ya no pudo contenerse y se desplomó.
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De pronto las notas de «El favor de la soledad by Gloria Trevi», la hizo regresar al presente. Se volvió hacia su cama y tumbándose sobre ella. Cerró sus ojos evocando aquellos momentos que le abrieron el paraíso. Tomó su muñeca y la abrazó.
—Nos abandonó —susurró, mientras escondía su rostro en el regalo que tanto amaba de él. Su pecho comenzó a contraerse, llena de un desgarrador dolor—. Juro que te voy a olvidar Álvaro Alvarado, borraré cada palabra tuya, cada promesa, cada sueño juntos —prometió con determinación.
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Álvaro se encontraba sentado sobre los escalones de su elegante escalera, a un retumbaba en su interior la forma en la que sucedieron las cosas entre ellos. Cerró sus ojos liberando un par de lágrimas, sintiéndose devastado, sin saber qué rumbo poder tomar.
Sin darse cuenta las horas comenzaron a transcurrir, sin lograr encontrar la calma. A lo contrario una gran angustia lo invadió al darse cuenta que lo habían acorralado Se puso de pie caminando hacia el bar en su sala, sirviéndose una copa con whisky bebiéndola de golpe.
—Debes estar aborreciéndome —expresó lleno de tristeza—. Te tuve que romper el corazón mí Al, tuve que decirte tantas cosas para alejarte. —Inhaló profundo—. Me aproveché de tu pasado, de tu desconfianza, sabía que con todo lo que has sufrido, no me sería muy complicado que me creyeras. Y ahora me siento un hijo de puta, cuando yo prometí cuidarte, amarte por siempre, además de que tendríamos una vida juntos —pronunció llenó de sufrimiento.
Colocó dos de sus dedos sobre el puente de su nariz, mientras sus ojos permanecían cerrados, buscando como salir de aquella terrible pesadilla, sabía que no podría hacerlo solo.
—Si ella supiera que todo lo que hice fue por amor a mi hija —expresó abrumado ante el horror que estaba viviendo.
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Les dejo esta intro de esta historia que está cargada de momentos muy dolorosos para los protagornistas de esta historia.
Saludos con cariño #AlDra estan listos para contarte su desgarradora historia, con grandes momentos de romance, amor, drama, suspenso, humor, sensualidad y suspenso.
Dos años atrás. El sonido del teléfono hizo que Álvaro, saliera de sus pensamientos; tras cruzar un par de palabras con Benjamín, gerente de talento y cultura de la empresa. Solicitó que esperara un momento más la persona, que entraría a la última entrevista, para la vacante que era requerida, él más que nadie era quien daría el visto bueno a los candidatos que le estaban enviando. Ya que necesitaba colaboradores con ciertas cualidades, que hasta el momento ninguna persona, antes le habían convencido del todo. Por ser la vacante de asistente personal y que sería bajo su mando con quien laboraría día a día, necesitaba ser él, quién estuviera satisfecho de encontrar a la persona idónea, para el puesto. Más de una vez tuvo roces con Benjamín, por dirigirle mujeres muy atractivas, pero poco capacitadas ante sus exigencias. Tomó el teléfono marcándole:
Cuando estés en el extremo de la cuerda, ata un nudo y agárrate… Theodore Roosevelt.****Minutos más tarde.—Benjamín. Soy Álvaro, quiero que prepares el contrato para la señorita Alondra Robles.— ¿Alondra?La voz de Benjamín se escuchó sorprendido—Sí, la envióAna Laura.— ¿La maestra?... pero ¿ya tan pronto?, aún tengo cinco person
Alondra caminaba por el pasillo que daba en el último piso hacia la oficina de Álvaro, su paso era lento, iba recordando la imponente personalidad que el ingeniero tenía, eso la hizo sentir algo nerviosa.—Señorita Alondra, buenos días.Alondra giró hacia la voz que la saludaba, se encontró con él, que iba llegando casi a lado de ella.—Que... tal ingeniero tartamudeó.Escuchar esa voz tan dulce, lo hizo sentir una pequeña punzada en su pecho. Una vez ingresaron a su oficina, él le cedió una silla para que tomara asiento.—Bienvenida a tu nueva empresa.Le escuchó decir.—Gracias —ella sonrió ligero.—Te voy a explicar lo que harás, por lo que estarás esta semana conmigo e
A la mañana siguiente.Alondra encendió el ordenador, conectó la cafetera, ya que el ingeniero le había comentado que le encantaba el café. Sirvió una taza para ella y comenzó a pellizcar un emparedado que Aline le llevó muy temprano, hasta devorarlo.Escuchó unos firmes pasos que se acercaban, escondió los restos de su desayuno, dio un pequeño sorbo a su café.—Buenos días.Escuchó la voz de él, con una energía especial en su tono.Saludó a todas las personas por donde iba pasando, a la señora de la limpieza, a las secretarias y demás compañeros. De pronto dejó de escuchar ruido.—Alondra ¿Dónde andas? —le llamó a su extensión telefónic
… «Nunca te rindas, a veces la última llave, es la que abre la puerta» Anónimo○○○○○○○«La piel se le erizó, al ver sentado en la sala a Luis, a Hugo, sus hermanos en compañía de Juanjo bebiendo al parecer su tercer, seis de cervezas».Pasó saliva rápido, sintió el palpitar acelerado de su corazón.—Princesa por fin llegas. —Juanjo se puso de pie de inmediato y se acercó a ella&mdas
Alondra se acercó a la entrada, observó la mirada hostil de su madre.—Vaya hasta que por fin llegas, ¿traes dinero?, tengo hambre.—Si mamá, ¿cuánto necesitas?—Pues está adentro Luis quiere también para una botella así que sé generosa.—No traigo mucho, solo esto...— ¿Crees que con eso vamos a cenar? —doña Luisa, ‘su madre’, comenzó a gritonearle.—Es todo lo que tengo, lo siento.—Lo siento, lo siento, es tu única cantaleta. —Se acercó Luis reclamando.Entonces ella estalló:—Pues trabaja y paga ‘tú’, tus vicios —lo enfrento colérica.Luis no lo pensó ni
Las manos de Alondra se pusieron temblorosas y sus ojos cristalinos.Gra-gracias —tartamudeó. Se bajó rápido y caminó lo más aprisa posible, sin voltear atrás.Estaba entrando cuando Luis la sujetó por el brazo.— ¡Dame dinero!—Trabaja —Alondra lo dijo sin pensarlo.Entonces el hombre la empujó con fuerza provocando que se golpeara con uno de los pilares, el dorso. Él la miró llenó de rabia, alzó su mano para darle una bofetada.La joven por inercia se cubrió el rostro con ambos brazos.— ¡No te atrevas a tocarla!Alondra pasó saliva con dificultad, al escuchar el tono enfurecido del Ingeniero… Cerca, muy cerca de la casa. Ella volteó en dirección de é
«A menudo en los más oscuros cielos, es donde vemos las estrellas más brillantes»… Richard EvansA la mañana siguiente.—Toma asiento por favor.Alondra lo observ&oacut