—Pau por favor, mírame —Anastasia solicitó.
— ¡Papá! —Paula María exclamó aterrada—, por favor que no se me acerque, te lo ruego —imploró sollozando.
—Pau, por favor. —Anastasia intentó tocar su rubia cabellera.
Entonces doña Ofe se interpuso en medio, mientras Álvaro trataba de calmar a su pequeña.
—Aléjate de mi nieta, ¿Acaso no entiendes que le haces daño?
—Ella debe comprender que no soy Amanda, sino Anastasia.
— ¿Acaso hay alguna diferencia entre ambas?, si las dos, están cortadas con las mismas tijeras. —La abuela bufó.
—Doña Ofelia me ofende, ¿De dónde saca eso? ¿Acaso se volvió loca por la vejez?
— ¿Cómo te atreves a faltarle al respeto a mi abuela? —Daniel elevó la voz, la miró fulminándola con la mirada.
—Déjala, mijo. —Doña Ofe abrió su bolso, sacando una ho
Feliz Cierre de año. Que te llenes de gozo al recibir el próximo, pero sobre todo que este lleno de salud, paz, amor y abundancia. Saludos Cordiales.
—Bueno dejen continuó— Doña Ofe hizo volver a la realidad a su hijo—. Me desvié poquito. Mi Arnulfo guardó el sobre que llevaba con papeles, luego Daniel se fue a hacer una llamada y mi hijo, se puso de pie para salir a hablar con esa mujer, que te digo que es muy guapa Farah, que tienes que estar bien viva; pues bien, yo... curiosee un poquito, para ver de qué se trataba, así que vi que decía Anastasia Fox, entonces lo tomé y me dirigí al sanitario. Ahí lo abrí con cuidado, y lo leí. La información era tan buena, que debido a que jugó chueco para que llevaran a Paula a los juzgados, es que decidí guardarla por si se requerían. ¿Y qué creen?, se necesitó. —Soltó una gran carcajada al recordar la manera en la que la enfrentó. — ¿Qué hiciste doña Ofe? —Álvaro indagó con emoción. Mientras Arnulfo la miró sorprendido. —Pues luego que nos hicimos de palabreríos, figúrate mijo, que se atrevió a decirme que la vejez me había vuelto loca. —Sonri
—No, claro que no, Álvaro, es todo un caballero y sería incapaz de hablar de sus antiguas relaciones. —Dirás de sus antiguas aventurillas —la abuela intervino con sarcasmo. —Gracias, justo esa era la palabra que estaba buscando —Alondra externó con seriedad—. No soy tonta, veo como lo miras y tratas de llamar su atención, sin embargo no voltea ni a mirarte. Supuse de inmediato que fuiste de las amistades ocasionales que llegó a tener, pero por la forma que te evita, me doy cuenta que ni siquiera fuiste alguien especial. Solo un polvo. De ese que basta con soplar para que desaparezca —Alondra manifestó. La carcajada que dio doña Ofe llegó hasta los oídos de Álvaro que se encontraba en el jardín revisando los muebles que estaban bajando y dirigiendo hacia la planta de arriba. De inmediato giró hacia la terraza en donde las observó a las tres, pudo distinguir el desencajado rostro de
Ciudad de México. Seis meses después. Arnulfo fue llevado al departamento de Farah, por un par de agentes de la gendarmería, luego de haber tenido una reunión con altos funcionarios del estado, para una propuesta que le agradó mucho. Al llegar los escoltas estacionaron el vehículo, en es momento vio un par de camionetas negras con vidrios polarizados, a unos cuantos metros de distancia de ellos. Permaneció durante unos segundos observándolos, atento. En ese momento su instinto se alertó, algo no estaba bien y tenía que saber qué. ***** Farah esperaba con emoción la llegada de Arnulfo, terminaba de rociar un poco de su perfume predilecto, cuando escuchó que timbraron a su puerta. Se miró por unos segundos al espejo, para ver que su peinado y su maquillaje estuvieran perfectos. Sonrió complacida con su reflejo. El
Aline y Arnulfo esperaban en el cubículo asignado a Farah, para el teniente que la joven lo acompañara mientras ella llegaba lo relajó un poco. La chica pudo hacerlo al no haber una emergencia en su horario de turno dentro del hospital. Luego de unos minutos, Ernesto entró agitado, al llegar a toda prisa para saber del estado de salud de su mamá. — ¿Cómo se encuentra? ¿Qué fue lo que le sucedió? —preguntó con evidente preocupación. Arnulfo se quedó callado durante uno segundos, tratando de contener la furia que lo corroía, desde lo sucedido. —El ex esposo de tu mamá, llegó a México. Ernesto abrió los ojos de par en par. — ¿Qué le hizo? —se acercó al teniente, temblando de la rabia que sintió, al imaginar que él era causante de su hospitalización. —La... golpeó—respondió arrastró las palabras. —Es
Oaxaca, Oaxaca. A la mañana siguiente: Alondra se encontraba en su oficina en la chocolatera, en compañía de Saraí revisando los últimos pedidos que habían enviado por Sudamérica. Disfrutaba de trabajar con su amiga, ya que era una persona muy agradable y por lo regular siempre se encontraba sonriendo. Hacían un muy buen equipo juntas, además que casi siempre llegaba luciendo sus hermosos vestidos largos y sus zapatillas de suela corrida, con esos largos rizos castaños, luciéndolos sobre su espalda. En cambio Alondra solía ir de vestidos arriba de la rodilla, pero todos bordados a mano, confeccionados por algunos de las chicas del CAM. Sonreían escuchando música, cuando Emilio se acercó a ellas: —Hola chicas, buenos días. —Miró a Alondra y luego giró hacia Saraí. — ¿Me podrían ayudar con a elegir las nuevas propuestas para las cam
Por la madrugada. Saraí se encontraba acomodándose una hermosa ombliguera en color azul rey a los hombros, además de un short a la cintura en color beige, con 6 botones dorados al frente, se colocó sus alpargatas con plataforma en color beige, se hizo una trenza de lado. Tomó su bolso y una cobija para taparse, descendió con la pequeña maleta que llevaría, para pasar el fin de semana en Puerto Escondido. Su corazón latió frenético al leer un mensaje de Emilio, avisándole que ya había llegado. Saraí salió luego de unos minutos. Emilio de inmediato tomó las cosas de la joven colocándolas en la cajuela de su jeep. — ¿Lista? —preguntó sin poder dejar de ver lo hermosa que la chica se veía. —Claro —la chica se acercó tratando de disimular su nerviosismo al tenerlo tan cerca. Colocó un beso sobre la mejilla, haciendo que Emilio inhalara profundo su aroma delicado.
—Eres el primero que me responde que no, creo que de ti, sí me voy a poder enamorar. Alondra presionó lo más que pudo los labios para no atacarse de risa, al escucharla. — ¿Me podrías dar tu número de celular, para que te invite a desayunar mañana? —la abuela le guiño un ojo. —Por supuesto, será un honor para mí. —Emilio, tomó su mano y la besó. Luego de darle unas miraditas coquetas, Doña Ofe se dirigió a saludar a Saraí. — ¿Y esta hermosa jovencita? —Soy Saraí, amiga de Alondra. —Un placer, cariño. —La mujer se acercó a la joven para saludarla de beso—. Si yo fuera tú, me ligaría a este bombón. Álvaro abrió los ojos de par en par, al darse cuenta que todos los presentes la escucharon, observaron a Saraí sonrojarse. — ¿Oh no te parece un joven, atractivo? —la cuestionó—, porque
Dos días atrás. Ahí justo en el punto de reunión se encontraban aquellos dos hombres de nuevo vestidos con harapos, luciendo desaseados con apariencia de indigentes; esperando entre la oscuridad y la neblina además del tremendo frío que le calaba hasta los huesos, con algo de impaciencia. Luego de no más de tres minutos una mujer de edad madura, se acercó al calor de la fogata que se encontraba en medio de ese callejón, en donde todos los que no tenían hogar pernoctaban, luciendo una vieja gabardina, además de unos pantalones viejos, desgastados y manchados por la tierra, con una playera, unos tenis rotos, un par de guantes sin dedos, y un gorro para protegerse del frío. Su rostro lucía sucio, y su cabello se encontraba enmarañado. Permaneció un par de segundos frotando sus manos al calor que emitía aquella gran hoguera. Hasta que aquellos dos sujetos se acercaron de manera discreta por un poco de calor.