Ciudad de México.
Seis meses después.
Arnulfo fue llevado al departamento de Farah, por un par de agentes de la gendarmería, luego de haber tenido una reunión con altos funcionarios del estado, para una propuesta que le agradó mucho.
Al llegar los escoltas estacionaron el vehículo, en es momento vio un par de camionetas negras con vidrios polarizados, a unos cuantos metros de distancia de ellos. Permaneció durante unos segundos observándolos, atento. En ese momento su instinto se alertó, algo no estaba bien y tenía que saber qué.
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Farah esperaba con emoción la llegada de Arnulfo, terminaba de rociar un poco de su perfume predilecto, cuando escuchó que timbraron a su puerta. Se miró por unos segundos al espejo, para ver que su peinado y su maquillaje estuvieran perfectos. Sonrió complacida con su reflejo. El
Espero que tengan un excelente año, les dejo estos dos capítulos, espero que los disfruten. Saludos.
Aline y Arnulfo esperaban en el cubículo asignado a Farah, para el teniente que la joven lo acompañara mientras ella llegaba lo relajó un poco. La chica pudo hacerlo al no haber una emergencia en su horario de turno dentro del hospital. Luego de unos minutos, Ernesto entró agitado, al llegar a toda prisa para saber del estado de salud de su mamá. — ¿Cómo se encuentra? ¿Qué fue lo que le sucedió? —preguntó con evidente preocupación. Arnulfo se quedó callado durante uno segundos, tratando de contener la furia que lo corroía, desde lo sucedido. —El ex esposo de tu mamá, llegó a México. Ernesto abrió los ojos de par en par. — ¿Qué le hizo? —se acercó al teniente, temblando de la rabia que sintió, al imaginar que él era causante de su hospitalización. —La... golpeó—respondió arrastró las palabras. —Es
Oaxaca, Oaxaca. A la mañana siguiente: Alondra se encontraba en su oficina en la chocolatera, en compañía de Saraí revisando los últimos pedidos que habían enviado por Sudamérica. Disfrutaba de trabajar con su amiga, ya que era una persona muy agradable y por lo regular siempre se encontraba sonriendo. Hacían un muy buen equipo juntas, además que casi siempre llegaba luciendo sus hermosos vestidos largos y sus zapatillas de suela corrida, con esos largos rizos castaños, luciéndolos sobre su espalda. En cambio Alondra solía ir de vestidos arriba de la rodilla, pero todos bordados a mano, confeccionados por algunos de las chicas del CAM. Sonreían escuchando música, cuando Emilio se acercó a ellas: —Hola chicas, buenos días. —Miró a Alondra y luego giró hacia Saraí. — ¿Me podrían ayudar con a elegir las nuevas propuestas para las cam
Por la madrugada. Saraí se encontraba acomodándose una hermosa ombliguera en color azul rey a los hombros, además de un short a la cintura en color beige, con 6 botones dorados al frente, se colocó sus alpargatas con plataforma en color beige, se hizo una trenza de lado. Tomó su bolso y una cobija para taparse, descendió con la pequeña maleta que llevaría, para pasar el fin de semana en Puerto Escondido. Su corazón latió frenético al leer un mensaje de Emilio, avisándole que ya había llegado. Saraí salió luego de unos minutos. Emilio de inmediato tomó las cosas de la joven colocándolas en la cajuela de su jeep. — ¿Lista? —preguntó sin poder dejar de ver lo hermosa que la chica se veía. —Claro —la chica se acercó tratando de disimular su nerviosismo al tenerlo tan cerca. Colocó un beso sobre la mejilla, haciendo que Emilio inhalara profundo su aroma delicado.
—Eres el primero que me responde que no, creo que de ti, sí me voy a poder enamorar. Alondra presionó lo más que pudo los labios para no atacarse de risa, al escucharla. — ¿Me podrías dar tu número de celular, para que te invite a desayunar mañana? —la abuela le guiño un ojo. —Por supuesto, será un honor para mí. —Emilio, tomó su mano y la besó. Luego de darle unas miraditas coquetas, Doña Ofe se dirigió a saludar a Saraí. — ¿Y esta hermosa jovencita? —Soy Saraí, amiga de Alondra. —Un placer, cariño. —La mujer se acercó a la joven para saludarla de beso—. Si yo fuera tú, me ligaría a este bombón. Álvaro abrió los ojos de par en par, al darse cuenta que todos los presentes la escucharon, observaron a Saraí sonrojarse. — ¿Oh no te parece un joven, atractivo? —la cuestionó—, porque
Dos días atrás. Ahí justo en el punto de reunión se encontraban aquellos dos hombres de nuevo vestidos con harapos, luciendo desaseados con apariencia de indigentes; esperando entre la oscuridad y la neblina además del tremendo frío que le calaba hasta los huesos, con algo de impaciencia. Luego de no más de tres minutos una mujer de edad madura, se acercó al calor de la fogata que se encontraba en medio de ese callejón, en donde todos los que no tenían hogar pernoctaban, luciendo una vieja gabardina, además de unos pantalones viejos, desgastados y manchados por la tierra, con una playera, unos tenis rotos, un par de guantes sin dedos, y un gorro para protegerse del frío. Su rostro lucía sucio, y su cabello se encontraba enmarañado. Permaneció un par de segundos frotando sus manos al calor que emitía aquella gran hoguera. Hasta que aquellos dos sujetos se acercaron de manera discreta por un poco de calor.  
Ensenada, Baja California. Anastasia se encontraba furiosa al leer el dictamen del juez, negando por un tiempo, la visita a su sobrina; al haberle causado una crisis en los juzgados, recomendando al padre terapia de apoyo a la niña, con la finalidad de ayudarla a desvincular la figura de Amanda, sobre su hermana. Clara por su parte derramó un par de lágrimas, mientras bebió una copa de vino tinto. Justo en ese momento, las puertas de la residencia se abrieron, entonces Amanda apareció adentrándose en dirección de la sala, sosteniendo un portabebé, con una pequeña de unos meses y la colocó sobre uno de los sillones. La madre de ambas, se quedó observando a la recién llegada, sin poder creer que estaba ahí, sorprendida por aquella pequeña. —Hace mucho tiempo, no estabas aquí —Clara externó con sorpresa. —Vaya, vaya, vaya, el mismísimo diablo en p
Arnulfo se encontraba en el centro de operaciones de la Marina en conjunto de la capitana Valeria García detallando la sorpresa que le estaban preparando a Juanjo. — ¿Has tenido alguna otra información? —Arnulfo quiso averiguar. —No, supongo que tu gente ha tenido complicaciones para poder hacerlo. —Ya encontrarán la manera de comunicarse, confío en ellos —refirió él—. Tenemos que enfocarnos en que no haya ningún camino que no tengamos bien estudiado, para que no se nos vaya a escapar como suele hacerlo. Ya me tiene hasta harto este maldito desgraciado. —Señaló el teniente. —Ya tengo gente trabajando en mapas de la ciudad, hasta los suministros de drenaje y agua potable están estudiando. —Llegó su fin —el teniente determinó con seguridad. ******** Juanjo viajaba con toda tranquilidad, acompañado por su grupo de malhech
La chica estrechó sin poder ocultar su emoción a Álvaro, sus brazos se anclaron sobre su cuello, al tiempo que acercó su rostro a su pecho. En ese instante el agradable aroma a cítricos florales con notas a maderadas provocó que se estremeciera. Álvaro correspondió con sinceridad a aquel abrazo, sintiendo gran gusto de volver a verla. Alondra miró atenta la reacción que tuvo aquella hermosa mujer hacia su novio, esperó a que finalizaran de saludarse, para saber de quien se trataba, sin embargo a Paula María no le agradó en absoluto tanta cercanía. —Dile algo, abu —susurró. Doña Ofe carraspeó de inmediato, sabiendo que aquella joven había tenido historia con Álvaro, pero por algo las cosas no se habían dado y cada uno había tomado rumbos distintos. —Mucho tiempo sin verte —refirió con cálida sonrisa. — ¡Doña Ofelia!, que gusto me da saludarla —la chica