Christian
Cuando todos ya se han acostado, al fin, luego de todo un alboroto por estupideces que siempre suelen sacar mis hermanos, en especial la loca de Jule, salgo de mi habitación y camino hacia la de Amy con la llave en mano. Abro y la encuentro en su cama dormida, muy tranquila. Cierro los ojos y sonrío porque soy el más grande pendejo que pueda existir sobre la faz de la tierra, que, con sólo verla, toda la amargura añejada desaparece como por arte de magia. Froto mi cara con fuerza y me siento en su cama, acaricio su bonita cara, como la de un ángel dulce y para nada perverso.
—Vuelve a tu habitación —dice ella, consciente de mí, sin abrir los ojos.
—Ni lo sueñes. —No contesta a mi negativa, simplemente se da vuelta y decide ignorarme. Alimentando mi paciencia, suspiro—. ¿Qué fue eso tan malo que hice? Ni cuando creíste que t
AmyJake toma mi mano, creyendo así poder transmitirme algo de tranquilidad, tal y como le enseñó Christian debía tratarme en ocasiones como esta, pero él no es Christian y ya no recuerdo la última vez que me sentí a salvo con mi hermano. Mamá besa mi cabeza y acaricia la cabecita de Emily mientras nos mantiene abrazadas, muy pegadas a ella. Sonrío por la imagen tan irreal, tan difusa e increíble. Los cuatro fuera de la clínica de rehabilitación donde está internado John. Unos hijos que ya no lo ven como un padre, una hija pequeña que añora su amor y una exesposa que aún cree en la buena voluntad de alguien como él. Papá se ha quedado en el auto, sin tomarse el mínimo trabajo de ocultar su desagrado porque hayamos venido un día antes de acción de gracias, para ver a un hombre que no merece más que desprecio.
AmyTío Mark anuncia a gritos el inicio del partido de Christian y todos, sin excepción, corren para reunirse frente al televisor para ver a su deportista favorito. Lou me toma del brazo y me obliga a ir con ellos. Sonrío al ver le baile de mis hermanos, Maxi y Cam, que siempre hacen cuando Christi derrumba a alguien y roban un balón, se chocan entre ellos y gritan el nombre de su héroe, el gigante rompe huesos, como le llaman.Ponen el canal de la NFL y todos se sientan expectantes, incluso las mujeres fanáticas de los hombres fuertes. No me gusta ver sus partidos. Odio ver cómo lo golpean desde la primera vez que lo vi jugar en la universidad y le dislocaron un brazo. Recuerdo haber llorado tanto, sólo tenía 11 años, y haber dormido abrazada a él porque no quería perderlo también.Lou pasa sus dedos sobre mis mejillas, haciendo notar mis lágrimas,
ChristianConsciente, y con una sonrisa en mi boca, restriego mi nariz por su cabello, dejándome llevar por su olor a manzana dulce combinado con sexo; bajo a su cuello y la escucho reír un poco. Dejo descansar mi mano sobre su abdomen, donde descansa nuestro bebé, que ha resultado no ser tan bueno como su mamá. Angelo ya me lo había dicho y me preocupa, sobre todo desde que Lou dijo que podría bajar de peso y ser malo para ambos. Lo ha hecho, no se ve igual de firme, incluso parece que podría caer en algún momento. Mamá me llamó hace una semana para saber si la había ido a visitar, saber si estaba teniendo algún problema, que la notaba muy distante. Papá y mamá tienen algo peculiar en ellos y es que se preocupan demasiado por nosotros. La princesita de la casa no sería la excepción.Cada cosa que me decían de ella me preocupaba m&aacu
Christian—Christian —chilla mamá al verme. Sale de la habitación de Cam y Maxi, ellos gritan, me golpean por no haber estado en el partido de anoche y corren para bajar en cuanto mamá les ordena ir a desayunar. Sonrío, deseando con todas mis fuerzas que mi hijo no sea así, pero yo no es que sea el mejor ejemplo—. Nos preocupamos mucho por ti ayer, cariño. ¿Qué pasó con el juego?Tuerzo la boca y suspiro antes de abrazarla y besar su frente. Esta mujer es la mejor del mundo, no hay nada más que decir. Siempre me recibió en su casa, me dio de comer, curó mis heridas cuando llegaba con algún golpe de Augustus, siempre creyendo que me había metido en problemas con otros chicos, y me daba los mejores consejos, incluso me golpeaba por vestir como idiota, mostrando calzones como los reos, decía.—Estoy cansado, mamá.<
Amy—Ya amaneció —digo, en un susurro.No dice nada, mantiene su posición, acostado de lado dándome la espalda, silencioso y respirando pesadamente. Es perturbador verlo así, no recuerdo la última vez que sucedió. Estoy tan acostumbrada a ver su sonrisa, su algarabía, incluso su malgenio, pero esta actitud vacía y retraída me preocupa demasiado. Él no es así.Estrujo mis dedos sobre mi regazo mientras lo observo como una enferma acosadora, pero sólo estoy preocupada.—Christi, amor —llamo, otra vez, me acerco y acaricio su cabello castaño.—Lo sé, nena. En un momento.Suspira y es todo el movimiento que hace.—Te quiero ayudar, déjame hacerlo. No me gusta verte así, me preocupas.—No es mi intención hacerlo. Lo siento, amor.Se levanta sin darme
AmyDoy un brinco y chillo al ver cómo un sujeto de los Patriotas lo derriba y cae sobre él. Christian no dice nada, no hace nada, y no sé si eso es peor que verlo ser tan explosivo, cosa que hoy no sucede.—¿Qué le pasa? —digo, con el corazón en la mano.La defensa regresa a la banca luego de haber perdido diez yardas, ahora la ofensiva, dirigida por Jessie, deberá recuperar el terreno perdido. Todos a nuestro alrededor se muestran contrariados y no dejan de maldecir a Christian por su pésimo trabajo dirigiendo a la defensa. Con manos temblorosas tomo los binoculares que Angelo me da y busco a Christian. Lo veo sentarse, se quita el casco y le saca el dedo medio a uno de sus compañeros que no parece muy contento con él.—¿Puedo hablar con él? —susurro.Angelo suspira y asiente, tomándose su tiempo en meditar mi petici
ChristianLa ira no es lo único que oprime mi cabeza, la impotencia sobresale, el que ella no sea un hombre al que poder golpear para sacar mi frustración es la peor parte. Detesto cuando las personas creen que pueden jugar conmigo, que crean tener algún jodido derecho sobre mí. Maldición, siempre he sido consciente de que Amy es y será la única que puede hacerlo, siempre, incluso antes de aceptar verla como la preciosa mujer que me tenía atado a ella desde niños.Escucho los pasos suaves y cautelosos que siempre han caracterizado a Yuki. La observo agachar la cabeza al notarme junto a la puerta de la cocina y baja con sus pasos cortos y afanados, siempre con sus mejillas encendidas. Detestable. No ha cambiado nada a cuando la conocí en la universidad y la besé para que me sirviera de escudo para no tener que detenerme a hablar con Augustus. Tan pequeña y delicada como
ChristianSu burla no me causa gracia, mucho menos cuando toma mi cara y me da un beso rápido, justo antes de que una enfermera aparezca para anunciar nuestro turno para ser atendidos. Me levanto primero y escondo mis manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta, todo para que no sienta como estoy sudando por su culpa, todo por una simple declaración que ha hecho saltar mi corazón hasta hacerlo doler físicamente.No sé por qué me sorprende si no es la primera vez que me lo dice.—¿Te gustaría ir a visitarla mañana luego de mi entrenamiento? —digo, porque la sola idea de tenerlos lejos de mí es inconcebible.Ir a ver a esa chica no es algo que me agrade mucho, pero acepto que cometí un error y tengo que intentar no ser tan idiota e inconsciente la próxima vez.Amy sonríe y entrelaza nuestros dedos para avanzar, obligándome a