Amy
—Ya amaneció —digo, en un susurro.
No dice nada, mantiene su posición, acostado de lado dándome la espalda, silencioso y respirando pesadamente. Es perturbador verlo así, no recuerdo la última vez que sucedió. Estoy tan acostumbrada a ver su sonrisa, su algarabía, incluso su malgenio, pero esta actitud vacía y retraída me preocupa demasiado. Él no es así.
Estrujo mis dedos sobre mi regazo mientras lo observo como una enferma acosadora, pero sólo estoy preocupada.
—Christi, amor —llamo, otra vez, me acerco y acaricio su cabello castaño.
—Lo sé, nena. En un momento.
Suspira y es todo el movimiento que hace.
—Te quiero ayudar, déjame hacerlo. No me gusta verte así, me preocupas.
—No es mi intención hacerlo. Lo siento, amor.
Se levanta sin darme
AmyDoy un brinco y chillo al ver cómo un sujeto de los Patriotas lo derriba y cae sobre él. Christian no dice nada, no hace nada, y no sé si eso es peor que verlo ser tan explosivo, cosa que hoy no sucede.—¿Qué le pasa? —digo, con el corazón en la mano.La defensa regresa a la banca luego de haber perdido diez yardas, ahora la ofensiva, dirigida por Jessie, deberá recuperar el terreno perdido. Todos a nuestro alrededor se muestran contrariados y no dejan de maldecir a Christian por su pésimo trabajo dirigiendo a la defensa. Con manos temblorosas tomo los binoculares que Angelo me da y busco a Christian. Lo veo sentarse, se quita el casco y le saca el dedo medio a uno de sus compañeros que no parece muy contento con él.—¿Puedo hablar con él? —susurro.Angelo suspira y asiente, tomándose su tiempo en meditar mi petici
ChristianLa ira no es lo único que oprime mi cabeza, la impotencia sobresale, el que ella no sea un hombre al que poder golpear para sacar mi frustración es la peor parte. Detesto cuando las personas creen que pueden jugar conmigo, que crean tener algún jodido derecho sobre mí. Maldición, siempre he sido consciente de que Amy es y será la única que puede hacerlo, siempre, incluso antes de aceptar verla como la preciosa mujer que me tenía atado a ella desde niños.Escucho los pasos suaves y cautelosos que siempre han caracterizado a Yuki. La observo agachar la cabeza al notarme junto a la puerta de la cocina y baja con sus pasos cortos y afanados, siempre con sus mejillas encendidas. Detestable. No ha cambiado nada a cuando la conocí en la universidad y la besé para que me sirviera de escudo para no tener que detenerme a hablar con Augustus. Tan pequeña y delicada como
ChristianSu burla no me causa gracia, mucho menos cuando toma mi cara y me da un beso rápido, justo antes de que una enfermera aparezca para anunciar nuestro turno para ser atendidos. Me levanto primero y escondo mis manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta, todo para que no sienta como estoy sudando por su culpa, todo por una simple declaración que ha hecho saltar mi corazón hasta hacerlo doler físicamente.No sé por qué me sorprende si no es la primera vez que me lo dice.—¿Te gustaría ir a visitarla mañana luego de mi entrenamiento? —digo, porque la sola idea de tenerlos lejos de mí es inconcebible.Ir a ver a esa chica no es algo que me agrade mucho, pero acepto que cometí un error y tengo que intentar no ser tan idiota e inconsciente la próxima vez.Amy sonríe y entrelaza nuestros dedos para avanzar, obligándome a
AmySonrío al ver a Hallie. Se ve más cómoda, con más color y menos enferma. Desde que Christi se disculpó con ella y le contamos nuestro “secreto”, la vi enormemente cambiada. Más relajada. Ya habla conmigo y con Avril, incluso se ha disculpado por gran parte de su comportamiento exhibicionista. Nosotras no tenemos más que apoyarla en todo, comprenderla y estar para ella cuando nos necesite. Como ahora, que sus padres la llevarán a Alemania para que le hagan unos estudios y estimen la conveniencia de un trasplante de corazón.Estaremos con ella en ese momento.—Si el embarazo te impide ir y yo me sano, seré la madrina. Esa es una buena compensación.Christian no evita escucharse irritado con esa aseveración, y Hallie ríe entre dientes.Estos últimos tres días han servido para que se odien un poco más gr
AmyRetraigo mis manos, avergonzada por esas fuertes palabras nada amigables. Se sienta a mi lado, muy pegado a mí, y me mira con los ojos entrecerrados, ofendiéndome con sus sospechas, pero sé que también se divierte con mi vergüenza.Es tan idiota que me sorprende amarlo tanto.—No te golpeo porque sé que tu mujer lo hará en un rato —dice Elroy, con una sonrisa falsa que muestra lo tan ofendido que ha quedado por el escándalo de Christian, vociferando de esa manera con huéspedes alrededor—. Me retiro.Christian bufa y se acerca para darme un beso. Me alejo, con el ceño profundamente fruncido, odiando especialmente lo mucho que me divierte su falta de discreción.—Dame un beso —exige, fingiendo un gruñido que hace vacilar mi, ya de por sí, falsa determinación.—Estamos en público —
ChristianPongo un poco de música y mis auriculares en los oídos. Dejo caer mi peso en el cómodo y amplio sillón del avión que nos llevará a nuestro último partido, donde nos dirán, al fin, si iremos a los playoffs. Joder. Estos idiotas aún lo dudan. Tenemos las mejores estadísticas, el mejor juego, la mejor jodida defensa. Seguimos siendo el primer equipo de la división este.Cierro los ojos y permito que la satisfacción de mi vida se vea a través de una sonrisa. Escucho la risa de Jessie al otro lado del pasillo luego de murmurar mi nombre con burla, levanto mi mano del apoyabrazos y exhibo el dedo medio para enseñarle una muy coherente señal de que me importa una mierda lo que piense.Estoy jodido y feliz.Bueno, quizás me sienta un poco inquieto por la reacción que papá está teniendo hacia nosot
Amy Bajo del carro y suspiro al levantar la vista para contemplar el enorme edificio que papá construyó para tener algo que le recordara ese dulce momento en el que conoció al amor de su vida siendo un adolescente inexperto, y a quien reencontró tanto años después. Papá es un hombre de tanto corazón, entregado y decidido por lo que quiere, y eso es lo que todos nosotros hemos aprendido de él. También de mamá. Así que esta visita a casa tiene que ser definitiva. Darlo todo por mi familia. Por Christi y por mi hijo. El “Eztia” abre sus puertas para mí. La recepcionista, una mujer madura que trabaja aquí desde que este edificio abrió sus puertas, me saluda con entusiasmo mientras me acerco a ella. El chico a su lado, nuevo, al parecer, sonríe de esa manera profesional y de marca patentada para todo empleado de servicio al cliente. Cínico, ciertamente. No durará mucho. Una chica a su lado, también nueva, ladea la cabeza y murmura
Amy—Gracias por ayudar a los Bottom y dejar de hostigarlos —digo, muy sincera.—¿Es ese el idiota con el que sales? —Me mira con irritación, con decepción y desprecio.Mi hermano es tan…Por segundos lo odio.—No. No lo es.—Pero hay alguien que sí y pretendes presentarlo en la fiesta de navidad.Entrecierro la mirada hacia él, insegura de cómo comportarme a su lado. Preguntándome siempre qué tanto sabe de todo.Aunque, siendo sincera conmigo misma segura de que le conozco lo suficiente, ya hubiera armado un gran escándalo sobre mi relación con Christian.—Me extraña que no hayas investigado al respecto.Ríe y cruza sus piernas, toma un trago de su licor, uno pequeño.—Es muy temprano para beber.He intentado decírselo desde hace un