Amy
Dos horas y media es lo que me toma llegar a la casa que Christian llama “nuestra”, y la sorpresa no cabe en mí al ver la fila de carros en la entrada y a lo largo de la calle. Afuera todo parece normal, rodeado de una gran quietud y tranquilidad. Al abrir la puerta con mi llave la música se levanta, al igual que las miradas de algunas personas que reconozco como compañeros de equipo de Christian y sus parejas. Sonrío al ver la escena, él jamás había hecho algo semejante, siquiera iba a las que lo invitaban. Un par de niños corren a mi alrededor, eso me hace lamentar el no haber traído a Emily.
Si tan sólo me hubiera dicho que haría algo como esto.
Los padres de los niños se disculpan, pero lo desestimo con un movimiento suave de mano; no es algo que me moleste o a lo que no esté acostumbrada ya. Ver tantas familias aquí me relaja, l
ChristianMamá suele decir que las cosas suceden en nuestras vidas simplemente porque así es como ha de ser. No existen las casualidades o las sorpresas. La vida nos da lo que nos corresponde y abre las puertas que se necesitan para continuar nuestro camino. Todo en el momento correcto. Aún no puedo creer que haya prestado atención a toda esa mierda positiva que siempre sale de su bonita boca, pero así es mamá y siempre me ha gustado escucharla hablar.En este momento no he podido dejar de mover mis pies, como si estos últimos segundos de juego fueran eternos y todo se estuviera convirtiendo en un infierno. La puntuación me tiene sin cuidado, ni el idiota de Ned Cash, el corredor de los Browns[1], el que parece haber quedado con una pierna rota luego de un derribe que hice con la ayuda de Roscoe. Parece que ya le caigo bien a mi compañero imbécil.Ahora una sorpresa ha llegado
ChristianCuando todos ya se han acostado, al fin, luego de todo un alboroto por estupideces que siempre suelen sacar mis hermanos, en especial la loca de Jule, salgo de mi habitación y camino hacia la de Amy con la llave en mano. Abro y la encuentro en su cama dormida, muy tranquila. Cierro los ojos y sonrío porque soy el más grande pendejo que pueda existir sobre la faz de la tierra, que, con sólo verla, toda la amargura añejada desaparece como por arte de magia. Froto mi cara con fuerza y me siento en su cama, acaricio su bonita cara, como la de un ángel dulce y para nada perverso.—Vuelve a tu habitación —dice ella, consciente de mí, sin abrir los ojos.—Ni lo sueñes. —No contesta a mi negativa, simplemente se da vuelta y decide ignorarme. Alimentando mi paciencia, suspiro—. ¿Qué fue eso tan malo que hice? Ni cuando creíste que t
AmyJake toma mi mano, creyendo así poder transmitirme algo de tranquilidad, tal y como le enseñó Christian debía tratarme en ocasiones como esta, pero él no es Christian y ya no recuerdo la última vez que me sentí a salvo con mi hermano. Mamá besa mi cabeza y acaricia la cabecita de Emily mientras nos mantiene abrazadas, muy pegadas a ella. Sonrío por la imagen tan irreal, tan difusa e increíble. Los cuatro fuera de la clínica de rehabilitación donde está internado John. Unos hijos que ya no lo ven como un padre, una hija pequeña que añora su amor y una exesposa que aún cree en la buena voluntad de alguien como él. Papá se ha quedado en el auto, sin tomarse el mínimo trabajo de ocultar su desagrado porque hayamos venido un día antes de acción de gracias, para ver a un hombre que no merece más que desprecio.
AmyTío Mark anuncia a gritos el inicio del partido de Christian y todos, sin excepción, corren para reunirse frente al televisor para ver a su deportista favorito. Lou me toma del brazo y me obliga a ir con ellos. Sonrío al ver le baile de mis hermanos, Maxi y Cam, que siempre hacen cuando Christi derrumba a alguien y roban un balón, se chocan entre ellos y gritan el nombre de su héroe, el gigante rompe huesos, como le llaman.Ponen el canal de la NFL y todos se sientan expectantes, incluso las mujeres fanáticas de los hombres fuertes. No me gusta ver sus partidos. Odio ver cómo lo golpean desde la primera vez que lo vi jugar en la universidad y le dislocaron un brazo. Recuerdo haber llorado tanto, sólo tenía 11 años, y haber dormido abrazada a él porque no quería perderlo también.Lou pasa sus dedos sobre mis mejillas, haciendo notar mis lágrimas,
ChristianConsciente, y con una sonrisa en mi boca, restriego mi nariz por su cabello, dejándome llevar por su olor a manzana dulce combinado con sexo; bajo a su cuello y la escucho reír un poco. Dejo descansar mi mano sobre su abdomen, donde descansa nuestro bebé, que ha resultado no ser tan bueno como su mamá. Angelo ya me lo había dicho y me preocupa, sobre todo desde que Lou dijo que podría bajar de peso y ser malo para ambos. Lo ha hecho, no se ve igual de firme, incluso parece que podría caer en algún momento. Mamá me llamó hace una semana para saber si la había ido a visitar, saber si estaba teniendo algún problema, que la notaba muy distante. Papá y mamá tienen algo peculiar en ellos y es que se preocupan demasiado por nosotros. La princesita de la casa no sería la excepción.Cada cosa que me decían de ella me preocupaba m&aacu
Christian—Christian —chilla mamá al verme. Sale de la habitación de Cam y Maxi, ellos gritan, me golpean por no haber estado en el partido de anoche y corren para bajar en cuanto mamá les ordena ir a desayunar. Sonrío, deseando con todas mis fuerzas que mi hijo no sea así, pero yo no es que sea el mejor ejemplo—. Nos preocupamos mucho por ti ayer, cariño. ¿Qué pasó con el juego?Tuerzo la boca y suspiro antes de abrazarla y besar su frente. Esta mujer es la mejor del mundo, no hay nada más que decir. Siempre me recibió en su casa, me dio de comer, curó mis heridas cuando llegaba con algún golpe de Augustus, siempre creyendo que me había metido en problemas con otros chicos, y me daba los mejores consejos, incluso me golpeaba por vestir como idiota, mostrando calzones como los reos, decía.—Estoy cansado, mamá.<
Amy—Ya amaneció —digo, en un susurro.No dice nada, mantiene su posición, acostado de lado dándome la espalda, silencioso y respirando pesadamente. Es perturbador verlo así, no recuerdo la última vez que sucedió. Estoy tan acostumbrada a ver su sonrisa, su algarabía, incluso su malgenio, pero esta actitud vacía y retraída me preocupa demasiado. Él no es así.Estrujo mis dedos sobre mi regazo mientras lo observo como una enferma acosadora, pero sólo estoy preocupada.—Christi, amor —llamo, otra vez, me acerco y acaricio su cabello castaño.—Lo sé, nena. En un momento.Suspira y es todo el movimiento que hace.—Te quiero ayudar, déjame hacerlo. No me gusta verte así, me preocupas.—No es mi intención hacerlo. Lo siento, amor.Se levanta sin darme
AmyDoy un brinco y chillo al ver cómo un sujeto de los Patriotas lo derriba y cae sobre él. Christian no dice nada, no hace nada, y no sé si eso es peor que verlo ser tan explosivo, cosa que hoy no sucede.—¿Qué le pasa? —digo, con el corazón en la mano.La defensa regresa a la banca luego de haber perdido diez yardas, ahora la ofensiva, dirigida por Jessie, deberá recuperar el terreno perdido. Todos a nuestro alrededor se muestran contrariados y no dejan de maldecir a Christian por su pésimo trabajo dirigiendo a la defensa. Con manos temblorosas tomo los binoculares que Angelo me da y busco a Christian. Lo veo sentarse, se quita el casco y le saca el dedo medio a uno de sus compañeros que no parece muy contento con él.—¿Puedo hablar con él? —susurro.Angelo suspira y asiente, tomándose su tiempo en meditar mi petici