Sarah
Recuesto mi hombro a la ventana y me aferro a la taza de chocolate con vainilla que sostengo en mis manos. Mi Christian sabe muy bien como complacer y eso es algo que aún mata a mi esposo celoso. Pero jamás dejaré de amar este tipo de detalles bellos de mis hijos.
Quizás sea una locura pensar en ellos como míos, Lou y Chris no llevan mi sangre ni la de mi esposo, pero son parte de nosotros desde el fondo de nuestro corazón, y eso mi agrio esposo no lo puede dudar.
Conocer su nueva casa, escondido de la humanidad, me llena un poco de tranquilidad al ver que piensa establecerse y buscar un poco de estabilidad, aunque me sorprende más que haya sido Amy quien se encargara de decorarla a su gusto. Eso debería extrañarme, siempre fueron así de unidos, desde que eran dos niños que disfrutaban de su compañía como dos hermanitos. Me fascinaba verlos compartir
ChristianTodos se mueven en cuanto Jessie da el grito de inicio, se dispersan para hacer su trabajo, buscar un punto desde donde hacer la jugada que han planeado, siempre con la mirada en su objetivo, balón o contrincante. Las conozco todas, al igual que mis compañeros defensas que también hacen sus movimientos al percibir cómo cada peón va tomando su posición para la gran jugada del rey. La única persona en la que mantengo mi atención es en mi mariscal de campo. Jessie tiene una peculiaridad que le ha dado su popularidad, una muy bien ganada, su vista es rápida y analiza los movimientos con la misma velocidad, lo que le da tiempo, en cuestión de segundos, de cambiar el juego, ya sea correr, lanzar la pelota, hacer una patada para ganar algunas yardas, o pasar el balón. Eso lo hace impredecible y un gran líder de equipo. Sólo un grito basta para que la ofensiva haga lo
Christian—Deja esas manos quietas —se queja, muy sonrojada.Reprimo las ganas de pasar mi mano por mi pantalón y apretar mi pene, todo por un poco de alivio. Cierro la puerta y doy la vuelta a mi carro para al fin tener algo de diversión.—¡Oye! —grita la amiguita zorra de Amy. Se acerca e intenta poner una mano en mi pecho. Esto es algo que ella hace mucho, mostrando su disponibilidad—. Suerte en la temporada.—¿No fue suficiente con que mi hermano te tratara como la perra que quieres ser y te echara a la basura, Hallie?La niña recoge la mano hacia su propio pecho y me mira dolida. Ruedo los ojos cuando los suyos se humedecen y sigo mi camino. Quiere ser tratada de una manera y ahora se siente herida por recibir una verdad. No me interesa ni importa quien se la coma, pero estas mujeres que creen que su independencia yace en la sexualidad y en acostarse con qui
AmyIntentar olvidar.Eso es lo que necesito en este momento e intento hacerlo sin ningún éxito. Jake está cansado de mis constantes llamadas y mensajes para saber de la especial situación de John. Me culpa por no haber hecho lo que debía, calmar a John y convencerlo de entrar a terapia tal y como me pidió, pero no pude hacerlo, me afectaron mucho sus palabras y no creo tener la misma sangre fría que mi hermano para enfrentar al hombre que nos dio la vida sin sentir nada. Escuchar a John aceptar que embarazó a mamá sólo por egoísmo fue desbordante, y ese resentimiento que tiene hacia papá es palpable. John parece no comprende que nada de lo que sucedió antes fue culpa de papá, que aún seríamos esa familia si él no hubiera fallado y no nos hubiera abandonado por una mujer que no valía nada.Lleva dos meses en terapia, dos
AmyDos horas y media es lo que me toma llegar a la casa que Christian llama “nuestra”, y la sorpresa no cabe en mí al ver la fila de carros en la entrada y a lo largo de la calle. Afuera todo parece normal, rodeado de una gran quietud y tranquilidad. Al abrir la puerta con mi llave la música se levanta, al igual que las miradas de algunas personas que reconozco como compañeros de equipo de Christian y sus parejas. Sonrío al ver la escena, él jamás había hecho algo semejante, siquiera iba a las que lo invitaban. Un par de niños corren a mi alrededor, eso me hace lamentar el no haber traído a Emily.Si tan sólo me hubiera dicho que haría algo como esto.Los padres de los niños se disculpan, pero lo desestimo con un movimiento suave de mano; no es algo que me moleste o a lo que no esté acostumbrada ya. Ver tantas familias aquí me relaja, l
ChristianMamá suele decir que las cosas suceden en nuestras vidas simplemente porque así es como ha de ser. No existen las casualidades o las sorpresas. La vida nos da lo que nos corresponde y abre las puertas que se necesitan para continuar nuestro camino. Todo en el momento correcto. Aún no puedo creer que haya prestado atención a toda esa mierda positiva que siempre sale de su bonita boca, pero así es mamá y siempre me ha gustado escucharla hablar.En este momento no he podido dejar de mover mis pies, como si estos últimos segundos de juego fueran eternos y todo se estuviera convirtiendo en un infierno. La puntuación me tiene sin cuidado, ni el idiota de Ned Cash, el corredor de los Browns[1], el que parece haber quedado con una pierna rota luego de un derribe que hice con la ayuda de Roscoe. Parece que ya le caigo bien a mi compañero imbécil.Ahora una sorpresa ha llegado
ChristianCuando todos ya se han acostado, al fin, luego de todo un alboroto por estupideces que siempre suelen sacar mis hermanos, en especial la loca de Jule, salgo de mi habitación y camino hacia la de Amy con la llave en mano. Abro y la encuentro en su cama dormida, muy tranquila. Cierro los ojos y sonrío porque soy el más grande pendejo que pueda existir sobre la faz de la tierra, que, con sólo verla, toda la amargura añejada desaparece como por arte de magia. Froto mi cara con fuerza y me siento en su cama, acaricio su bonita cara, como la de un ángel dulce y para nada perverso.—Vuelve a tu habitación —dice ella, consciente de mí, sin abrir los ojos.—Ni lo sueñes. —No contesta a mi negativa, simplemente se da vuelta y decide ignorarme. Alimentando mi paciencia, suspiro—. ¿Qué fue eso tan malo que hice? Ni cuando creíste que t
AmyJake toma mi mano, creyendo así poder transmitirme algo de tranquilidad, tal y como le enseñó Christian debía tratarme en ocasiones como esta, pero él no es Christian y ya no recuerdo la última vez que me sentí a salvo con mi hermano. Mamá besa mi cabeza y acaricia la cabecita de Emily mientras nos mantiene abrazadas, muy pegadas a ella. Sonrío por la imagen tan irreal, tan difusa e increíble. Los cuatro fuera de la clínica de rehabilitación donde está internado John. Unos hijos que ya no lo ven como un padre, una hija pequeña que añora su amor y una exesposa que aún cree en la buena voluntad de alguien como él. Papá se ha quedado en el auto, sin tomarse el mínimo trabajo de ocultar su desagrado porque hayamos venido un día antes de acción de gracias, para ver a un hombre que no merece más que desprecio.
AmyTío Mark anuncia a gritos el inicio del partido de Christian y todos, sin excepción, corren para reunirse frente al televisor para ver a su deportista favorito. Lou me toma del brazo y me obliga a ir con ellos. Sonrío al ver le baile de mis hermanos, Maxi y Cam, que siempre hacen cuando Christi derrumba a alguien y roban un balón, se chocan entre ellos y gritan el nombre de su héroe, el gigante rompe huesos, como le llaman.Ponen el canal de la NFL y todos se sientan expectantes, incluso las mujeres fanáticas de los hombres fuertes. No me gusta ver sus partidos. Odio ver cómo lo golpean desde la primera vez que lo vi jugar en la universidad y le dislocaron un brazo. Recuerdo haber llorado tanto, sólo tenía 11 años, y haber dormido abrazada a él porque no quería perderlo también.Lou pasa sus dedos sobre mis mejillas, haciendo notar mis lágrimas,