4. La mañana

Dormir es uno de los mejores placeres que en la vida se pueda experimentar, pero que pocos pueden completamente de disfrutarlo en su totalidad.

— Nuevo amanecer —

El sol ha empezado a elevarse en el firmamento dándole la bienvenida a tan esperada mañana, mientras yo aun permanezco soñando envuelto en este mundo de fantasía, mi conciencia no quiere apartarse aun de las imágenes que en mis sueños resplandecen con tanta claridad al encontrarse de nuevo con la imagen aquella chica que conmociona todo de mí y quien provoca con gran interés mi curiosidad.

Me encontraba completamente dormido presenciando el inicio de aquella nueva escena sumergido en medio de la penumbra que mi propia mente da vida cuando inesperadamente la luz dentro de mi conciencia se hizo notar iluminando todo a su paso tras encontrarme envuelto en una horrible pesadilla, una de las tantas que usualmente suelen atormentarme y allí ella apareció.

Aquella como as de humo se instaló frente a mi disipando todo lo malo que pudiera surgir, en tanto como pude rápidamente me abalance contra ella sin esperar demasiado pues esta vez quería intentar ver su rostro, descubrir sus rasgos y sus expresiones, tenía suma curiosidad pues quería contemplarla, quería saber quién era pero aquello era más que imposible.

Varias veces me lance contra su ser pero simplemente no lograba hacer que se girara, siempre la espalda contra mi volteaba y finalmente ya cansado tras haber realizado múltiples intentos decepcionado por no lograr mi cometido me deje caer de espalda con rumbo al suelo mientras me quedaba quieto contemplando su erguido cuerpo, su pelo y sobre todo su figura al ella permanecer de pie junto a mí.

Tras aquello por un momento levante la vista como buscando alguna respuesta en el cielo, pero nada desde lo alto fue escuchado más sin embargo como cual señal del firmamento poco a poco aquella se disipo dejando detrás de si cual nudo en mi garganta.

¡Pi, pi, pi, pi, pi! El reloj despertador anuncia con un gran furor que ya son las seis en punto de la mañana, hora en que debo abandonar la cama para iniciar mi labor.

Aquel sonido retumba muy cerca en mi oído provocando que mis ojos se abriesen de par en par, por lo cual giró mi cabeza dando instantáneamente con aquel reloj que yace aun lado de la cama encima de la mesilla de noche alborotado haciéndose escuchar.

Sin titubear lanzo mi mano en su contra y tras localizar el botón de apagado presiono mis dedos contra él — por fin se ha callado — exclame tras finalmente haber cesado aquel ruido mientras mi habitación era tomada por el silencio.

Froto mis dedos contra mis ojos queriendo apartar la pesadez en la que se mantienen aun sumergidos, de seguido respiró hondo y una pequeña risa se escapa de mi boca al tiempo que musito — me estaré volviendo loco, desconozco que sucederá en un futuro, pero espero que por lo menos tú seas real — pues curiosamente la esperanza de poder dar con tal e intrigante chica desde hace unos días se había anidado en mi corazón y ahí se mantenía.

Nuevamente respiró hondo, de seguido me incorporo poniéndome de pie más no obstante estiró mi cuerpo queriendo deshacerme de aquel molesto adormecimiento en el cual se mantienen inmersas mis extremidades aun, de seguido doy algunos pasos que aunque lentos con seguridad me muestro y así me acerco hasta el baño para lavar mis dientes deshaciéndome de aquel mal sabor de boca que me acompañaba e instantáneamente me afeito dándole un toque juvenil a mi rostro.

Así frente a aquel lavado me miró al espejo del lavado mientras abandono aquel pantalón el cual llevaba puesto al dormir dejando completamente expuesta mi desnudez.

Mi mente se mantenía constantemente en una discusión sin tregua alguna pues de todas las formas habidas y por haber intentaba formular las posibles razones de tales experiencias hasta que finalmente entro a la regadera y por instinto coloco mis manos contra la pared, si bien tenía prisa por tan ajetreado día el cual daba inició, curiosamente me sentía relajar tras notar la sensación de calma que me proporcionaban aquellas gotas al recorrer mi cuerpo una vez impactaban en mi cabeza mientras se deslizaban con rapidez por mi espalda empapándome así totalmente.

Lavo mi cuerpo sin dejar al margen ni la más mínima parte, en tanto una vez me siento completamente limpio abandono la regadera envolviéndome a nivel de mis caderas en una toalla y dirigiéndome de regreso hasta la habitación voy directo al armario.

De su interior extraigo un traje en color negro debidamente combinado con su camisa blanca el cual me queda bastante ajustado a mi torso mientras que de igual modo de uno de los cajones extraigo ropa interior junto a unas medias y tras ver mi colección de calzado formales no muy lejano de donde me encontraba extraigo unos zapatos de vestir que convinaran con mi atuendo.

Todo aquello lo ciño sobre mí ser mientras me deslumbraba ante el espejo siendo consciente ante todo de aquellos detalles que faltaban concretándoles así con rapidez y tras colocarme mi reloj favorito junto a un poco de colonia para oler tentativamente a los sentidos estaba más que preparado para realizar un último paso antes de abandonar mi dormitorio.

Una vez listo me dispongo a preparar mis maletas antes de salir a fin de cuentas de la recamara sin perder tiempo alguno, pues inmediatamente terminase la reunión me tendría que marcharme con gran urgencia rumbo al aeropuerto para poder estar a tiempo, por lo cual, acomodando las prendas que con anterioridad había seleccionado las ordeno con especial cautela dentro de las maletas procurando el hecho de que nada se me olvidase.

Finalmente, con mi equipaje en mano, los documentos personales debidamente en orden junto a mi maletín, abandono aquella habitación.

Sin preocupación alguna atravieso el pasillo para llegar finalmente hasta la cocina donde el ama de llaves la señora Anni se encuentra preparando el desayuno cuidadosamente.

— Buenos días Anni — musitó en señal de cortesía tras entrar a la cocina.

— Buenos días señor Richmond — con especial amabilidad aquella me devolvió aquel saludo y continúo replicando — el menú de hoy es café negro con poca azúcar, huevos revueltos con tocino, algo de pan integral, junto a algunas piezas de fruta y algo de cereal con su respectiva porción de leche, pensé que como tendrá un día bastante movido lo correcto sería que desayune algo sustancioso y de provecho.

— ¡Umm!, suena delicioso Anni.

— Créame que lo está señor.

Cuanto aquella dijo con evidente destreza sirvió colocando cada uno de aquellos platillos en la mesa delante de mí para que todos fuesen devorados, terminando así cada uno de aquellos consumidos en su entera totalidad hasta quedar yo completamente saciado.

— Gracias Anni — repuse una vez que terminé y continúe diciendo — como ya sabrás durante algunos días no estaré por aquí, así que lo estuve pensando, porque no empacas y te vas con tu familia, así descansas hasta que regrese.

— Lo dice enserio señor.

— Completamente.

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