Las palabras se repetían en la mente de Carmine mientras observaba al paramédico iniciar la reanimación. El cuerpo de Giacomo se movía involuntariamente bajo las compresiones.Carmine siempre se había considerado una persona fuerte, capaz de afrontar los peores obstáculos, pero en ese momento, sentía que toda su fortaleza se desvanecía. Las lágrimas comenzaron a caer sin control por sus mejillas, mientras rogaba en su mente, una y otra vez, que Giacomo estuviera bien. No podía perderlo.El tiempo pareció ralentizarse mientras los paramédicos luchaban por devolverle la vida a Giacomo.—Por favor —suplicó Carmine, apenas en un susurro.Entonces, el sonido constante de antes volvió a sonar, al principio era algo lento, pero luego cobró fuerzas.—Está de regreso —dijo alguien, y Carmine soltó una mezcla de llanto y carcajada producto del alivio.—¿Cuánto falta para llegar? —preguntó el otro hombre, hablando a través de un intercomunicador en la pared de la ambulancia.—Cinco minutos.—Grac
El ruido de murmullos despertó a Carmine. Se sintió algo confundida, sin poder recordar dónde o con quién estaba. Lo único que invadía su mente era la pesadilla que había tenido: Giacomo herido e inconsciente… Aunque, pronto, cayó en cuenta de que no había sido una pesadilla.Abrió los ojos con rapidez y se sentó, el pánico apoderándose de ella. Necesitaba ver a Giacomo.—Tranquila, cariño —dijo su madre, tomándola de la mano. Carmine miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en una habitación de hospital. Su familia estaba allí, mirándola desde sus lugares.—¿Qué sucedió? —preguntó confundida.—Te desmayaste —respondió su padre, sentándose a su lado en la cama—. El médico dijo que fue por todo el estrés que estás atravesando.—Nos diste un buen susto —dijo su mamá, su rostro reflejaba preocupación genuina—. Sucedió todo tan rápido que tu padre apenas logró atraparte antes de que te golpearas contra el suelo.—¿Qué hay con Giacomo?Sus padres compartieron una mirada y eso la
Carmine se acomodó junto a Nerea, la jefa de Sistemas y codirectora de B Security, para poder observar mejor la pantalla de la computadora.—¿Estás segura de que quieres ver esto? —preguntó su padre desde detrás de ella.Su padre había manifestado su desacuerdo con ella desde el momento en que pidió revisar las grabaciones de seguridad del edificio. A pesar de ello, Carmine había insistido en que se las mostraran.Necesitaba respuestas, y hasta que Giacomo despertara, esas grabaciones eran su única pista para entender lo que había sucedido el día del incidente. Tal vez, con un poco de suerte, notaría algo que los demás habían pasado por alto. Aunque no se hacía demasiadas ilusiones, considerando que el equipo de seguridad era de primer nivel y que, de haber algún detalle relevante sobre el atacante de Giacomo, ya lo habrían identificado.Habían pasado cinco días, y el estado de Giacomo seguía sin cambios. Los médicos no ofrecían respuestas concretas, limitándose a decir que debían esp
—¿Cuánto tiempo más? —preguntó Carmine.La expresión del médico apagó cualquier atisbo de esperanza de que finalmente tuviera buenas noticias tras dos semanas de incertidumbre.—No podemos saberlo con exactitud.Carmine apretó los labios, conteniendo la frustración.—Eso es lo mismo que dijeron al principio... y lo mismo que me dijeron hace unos días —replicó, esforzándose por no alzar la voz.Sabía que los médicos que los médicos habían hecho todo lo posible por Giacomo y que no había más que pudieran hacer por el momento. Sin embargo, eso no le impedía sentirse furiosa con ellos por no darle las respuestas que quería.Sintió un leve apretón en el hombro, y al voltear, encontró la mirada reconfortante de su padre. De no ser por su familia, hace días que se habría derrumbado. —Aun así, los exámenes mostraron que hay signos de mejoría en la actividad cerebral…—Eso es bueno ¿verdad?—Así es. Hemos controlado la inflamación y no hay signos de una infección, por el momento no hay nada
El juez golpeó su mazo, marcando el final del juicio tras dictar la sentencia. Giacomo escuchó el murmullo creciente que estalló al otro lado de la sala y, al girar, vio que el acusado estaba gritándole a su abogado. Dos oficiales se acercaron a él y lo tomaron de los brazos en un intento de controlarlo. En medio de la confusión, sus miradas se cruzaron, y entonces, Giacomo esbozó una sonrisa victoriosa.«Te advertí que perderías»El rostro del tipo se contorsionó con odio, como si hubiera leído sus pensamientos. Giacomo no se inmutó y tampoco lo hizo cuando él empezó a maldecirlo, mientras lo sacaban de la sala del tribunal. En sus años como abogado, había recibido más miradas de odio y escuchado más amenazas de las que podía recordar, ya estaba acostumbrado a ello.Se puso de pie y dirigió su mirada hacia su defendida. Una mujer demasiado inocente para prever la pesadilla en la que se convertiría su vida cuando aceptó una invitación del tipo que acababan de sacar de la sala. Como muc
Carmine dudó un instante antes de por fin decidirse a acercarse a saludar a Giacomo. Habría sido grosero no hacerlo ya que los dos eran amigos desde hace mucho tiempo, aunque se habían distanciado un poco en los últimos años. Giacomo trabajaba a medio tiempo para la organización benéfica de su tía, pero no era así como se habían conocido. Hace mucho tiempo, cuando ambos no eran más que adolescentes, la madre de Giacomo había acudido a su tía en busca de refugio.Se disculpó con su amiga y se levantó de su banco. Se obligó a respirar con normalidad a medida que se acercaba a él y mantuvo una sonrisa confiada en su rostro mientras lo evaluaba con la mirada.Giacomo era el hombre más atractivo que había conocido. Sus pómulos marcados, su cabello castaño y esos ojos verdes, que a veces parecían cambiar de color, formaban una combinación irresistible. Sin embargo, la verdadera debilidad de Carmine era su sonrisa, que rompía su expresión severa y dejaba entrever a alguien cálido y encantador
Carmine soltó un grito ahogado cuando, de repente, Giacomo tiró de ella, y ambos cayeron sobre la cama, con ella encima de él.—Vaya que incluso ebrio tienes mucha fuerza —musitó apoyando las manos sobre su pecho. Intentó ignorar el latido frenético de su corazón.Durante un breve momento, sus ojos se perdieron en los de Giacomo. Su mirada descendió, casi sin darse cuenta, hasta sus labios, y no pudo evitar preguntarse cómo reaccionaría él si se inclinara y lo besara. Alejó esos pensamientos tan pronto como aparecieron.Apoyó las manos en su pecho, preparándose para levantarse. Estaban demasiado cerca para su propia paz mental, y si no ponía algo de distancia pronto, corría el riesgo de hacer algo estúpido. Sin embargo, Giacomo envolvió una mano en su cintura y la mantuvo en su lugar.—Podrías... —Las palabras se desvanecieron en sus labios al notar que él estaba acercando su rostro al de ella como si fuera a besarla.El tiempo pareció detenerse a su alrededor. Sintió que el aire se v
Cuando Carmine despertó, supo que estaba sola, incluso antes de abrir los ojos. Sus sospechas se confirmaron al girarse, encontrando el lado vacío de la cama. Giacomo debía de haberse levantado hace un buen rato porque su lado estaba frío. Mantuvo su mano estirada sobre las sábanas deshechas, sintiendo una punzada de decepción. Con un suspiro, se levantó, sintiendo cómo la inquietud se acumulaba en su pecho. Estaba demasiado nerviosa para enfrentarse a Giacomo. No se hacía ninguna ilusión sobre lo que podría pasar al verlo.Se dirigió al baño y se metió bajo la ducha. Dejó que el agua tibia resbalara sobre su cuerpo y limpiara el aroma de Giacomo de su cuerpo, aunque era lo último que deseaba. Inclinó la cabeza hacia atrás y pasó ambas manos por el rostro. En cuanto cerró los ojos, los recuerdos de la noche anterior regresaron intensos y nítidos. Las manos de Giacomo sobre su piel, sus caricias y besos recorriendo cada rincón de su cuerpo.Frunció el ceño y sacudió la cabeza para ale